Bolsa, mercados y cotizaciones

Draghi, el 'soldado Ryan' del euro, se va con el legado de no rendirse nunca

  • Admite que el principal riesgo es una recesión económica
  • Lagarde llegará en un momento de unidad entre los miembros del organismo

Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE) durante los últimos ocho años, ha terminado su labor para con Europa. El economista romano ya puede sentarse y desabrocharse las cáligas, tras presidir este jueves su última reunión en el cargo, una de las posiciones, si no la que más, que más responsabilidad ha asumido en los últimos años en la difícil tarea de impulsar la economía de la eurozona tras la crisis financiera de 2008.

El último encuentro del BCE con Draghi como presidente giró en torno a su figura, sin dejar, como ya esperaban los expertos, ninguna novedad en cuanto a los tipos, ni cambios o puntualizaciones respecto al último paquete de estímulos que aprobó el pasado mes de septiembre.

El italiano se marcha como el primer presidente de la historia del BCE que nunca ha subido los tipos de interés y es consciente de que no ha sido capaz de cumplir con su mandato, tras luchar durante 8 años con todas las armas a su disposición y sin embargo no haber sido capaz de llevar la inflación al objetivo del 2%, en un nuevo mundo en el que la tecnología y la demografía, además de la amenaza de una recesión por el frenazo del comercio global, siguen siendo un lastre para el avance de la inflación y del crecimiento económico.

"Estoy orgulloso de la manera en la que el consejo de gobierno y yo hemos cumplido nuestro mandato. Nunca hay que rendirse"

Sin embargo, Draghi no es derrotista en absoluto, y este jueves quiso despedirse destacando lo satisfecho que se siente de su trabajo al frente del BCE: "Estoy orgulloso de la manera en la que el consejo de gobierno y yo hemos cumplido nuestro mandato. Debemos estar muy orgullosos. En cierto sentido, ese es el legado que dejamos: que nunca hay que rendirse", destacó.

Además, volvió a alabar la efectividad de las medidas de estímulo adoptadas en los últimos años, señalando que "las mejoras que han generado en la economía han superado con creces el impacto negativo". Aunque no haya sido capaz de lograr que la inflación alcance el 2%, Draghi pasará a la historia como el hombre que salvó el euro en 2012, con su famoso "haré lo que sea necesario para salvar al euro, y, créanme, será suficiente", que bastó para reconducir el ánimo de los mercados, y aliviar la crisis de deuda que vivía la eurozona.

Para él, la amenaza de una recesión económica es el principal riesgo al que se enfrenta la zona euro en este momento, una fuerza contra la que tendrá que luchar Christine Lagarde, quien asumirá el cargo el primer día de noviembre -este jueves acudió a la reunión, pero sin participar en las decisiones-. "No necesita ningún consejo por mi parte", aclaró Draghi, señalando que la francesa está sobradamente preparada para su nuevo cargo. Además, quiso dejar claro que heredará un BCE unido, e intentó eliminar los rumores de ruptura entre los miembros del Consejo de Gobierno: "Los miembros disidentes han hecho un llamamiento a la unidad", destacó, y aclaró que los últimos estímulos se han aprobado con una gran mayoría, explicando también que, "desgraciadamente los últimos datos macroeconómicos han evidenciado que nuestras políticas estaban justificadas".

A los ciudadanos de Alemania, donde más se han concentrado las críticas contra las medidas del presidente por haber reducido los incentivos a los ahorradores, les dice que "hicimos lo que hicimos con la convicción de que era lo apropiado para cumplir con nuestro mandato". A los griegos, que tuvieron que sufrir el rescate y "pagar por un enorme déficit", les dice que su país ha sido "una historia de éxito, gracias a los esfuerzos del gobierno, y especialmente de los ciudadanos".

Política fiscal

De cara al futuro, y teniendo en cuenta la preocupación de que el BCE se haya quedado sin munición, Draghi quiso dejar claro que "la colaboración entre los bancos centrales y los gobiernos" es especialmente importante, destacando la necesidad de aprovechar bien el espacio fiscal generado por el BCE con sus medidas. "La política monetaria no se va a relajar, pero está bastante claro que con el apoyo de la política fiscal los objetivos de inflación se cumplirán antes y con menos efectos secundarios", incidió.

Para Draghi, ha quedado claro que "el euro es irreversible" y cree que esta idea está ya asumida por "todo el mundo", en referencia a las voces disidentes que se levantaron en Italia en los últimos años. Insistió en que, si pudiese arreglar algo en la zona euro, apostaría por "tener una capacidad fiscal centralizada" en la región. "Que sea una especie de presupuesto, o sistema de seguros. Es importante tener alguna herramienta de este tipo, que se pueda usar de forma contracíclica, y que cuide de que las políticas fiscales de los gobiernos tengan efectos secundarios limitados en otros países de la eurozona", explicó.

Draghi se va, y acaba una experiencia que califica de "intensa, profunda y fascinante". Para muchos se le recordará como un hombre con una credibilidad y capacidad suficiente para mover a los mercados con pocas palabras. El tiempo dirá cómo se le juzgará y si el entorno de bajos tipos dejado en la eurozona, sin el apoyo de los políticos europeos, acaba haciendo más daño que beneficio. Lo que parece claro es que, al menos por su labor en 2012 y su trabajo constante, las palabras de Sébastien Galy, responsable sénior de estrategia macroeconómica en Nordea AM, hacen honor al romano: "Será recordado como un gran economista, un gran europeo, y una figura histórica en Italia. Ahora llega la hora de Lagarde".

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