Tras una breve dieta y un cortísimo periodo de mantenimiento, el balance de la Reserva Federal (Fed) inició el martes su nuevo régimen para ganar algo de peso con un tentempié de 60.000 millones de dólares de letras del Tesoro durante el próximo mes. Un menú del que el banco central ha ofrecido pocos detalles limitándose a explicar que ajustará tanto los tiempos como las cantidades de estas compras, que continuarán por lo menos hasta el segundo trimestre de 2020.
Lo que sí esperan las principales mesas de inversión es que el banco central compre en los próximos meses cientos de miles de millones de dólares en letras del Tesoro a corto plazo, con vencimiento en meses en lugar de años, y ofrecerá así liquidez a los bancos con reservas en la Reserva Federal. La intención es encontrar la cantidad correcta de reservas que bombear al sistema para mantener los tipos de interés dentro de su rango objetivo, que a día de hoy se encuentra entre el 1,75% y el 2%.
En un caso extremo, la Fed comprará 60.000 millones al mes durante medio año
Morgan Stanley estima que la Fed llegará a digerir hasta 330.000 millones de dólares de letras del Tesoro durante los próximos seis meses y a partir de entonces podría ajustar su apetito a 15.000 millones de dólares al mes a medida que determina cuál es el nivel adecuado de sus reservas.
Desde Capital Economics, Paul Ashworth, insiste en que "la pregunta ahora es determinar qué tipo de amortiguador quiere construir la Fed". Similar a lo que cotejan los expertos de Morgan Stanley, considera que en un caso extremo la Reserva Federal comprará hasta 60.000 millones de dólares en deuda a corto plazo mensualmente durante los próximos seis meses hasta alcanzar un aumento acumulado de 360.000 millones de dólares. A partir de entonces podría reducir las compras hasta 10.000 millones de dólares al mes.
Arrancan las compras
La Reserva Federal de Nueva York, liderada por John Williams y encargada de este tipo de operaciones, comenzó a ejecutar este jueves las órdenes ya telegrafiadas al mercado la semana pasada por Jerome Powell, el presidente de la Fed. En un discurso en Denver, Colorado, adelantó que tras la reciente volatilidad en las tasas del mercado monetario causadas por un aumento en la demanda de liquidez, la Fed se preparaba para la reanudación del crecimiento "orgánico" de su balance. Un anuncio del que conocimos algunos pormenores el pasado viernes.
Dada la tesitura actual, el máximo funcionario del banco central estadounidense dejó claro que este engorde no tendrá nada que ver con la glotonería que caracterizó el programa apodado como flexibilización cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés) y que llevó a la esbelta figura del balance de la Fed de contar con algo más de 870.000 millones de dólares en agosto de 2007 a alcanzar los 4,5 billones de dólares en enero de 2015.

Por aquel entonces, el azote de la crisis financiera y la Gran Recesión, obligaron a la Fed a tomar medidas excepcionales, impulsando la compra de bonos del Tesoro y activos respaldados por hipotecas en tres rondas que duraron desde noviembre de 2008 hasta finales de octubre de 2014. El objetivo de la institución fue rebajar los tipos de interés a largo plazo para cimentar de nuevo los pilares de la economía estadounidense. "Los funcionarios de la Fed se esfuerzan por distinguir que no es lo mismo dejar crecer su balance para abastecer sus reservas que hacerlo con la meta de deprimir las tasas a largo plazo, lo que propiamente conocemos como QE", explica Andrew Hollenhorst, economista de Citi.
De hecho, la Fed comenzó a deshacer estas medidas excepcionales y forzar el adelgazamiento de su balance en octubre de 2017, cuando dejó que los bonos del Tesoro a largo plazo y la deuda hipotecaria en su poder vencieran o madurasen sin reemplazarlos. Un proceso que llegó a alcanzar una desinversión máxima de 50.000 millones de dólares al mes y que fue definido por la ex presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, como "observar cómo se seca la pintura" de una pared. No obstante, dicho proceso, ya finalizado, rebajó el peso del balance hasta los 3,8 billones de dólares en activos.
La Fed podría deshacer algunos de los ajustes de política monetaria llevados a cabo el año pasado
Ahora, la Fed insiste en recalcar que sus nuevas compras no son más que ajustes técnicos. "No tienen la intención de crear más estímulos", explicó la semana pasada Robert Kaplan, presidente de la Fed de Dallas durante una charla en el Commonwealth Club en San Francisco. "Esto no pretende tener ningún impacto en la política monetaria. No está diseñado de esa manera", añadió.
Su homólogo en la Fed de Minneapolis, Neel Kashkari, respaldó este mensaje asegurando que si la Reserva Federal compra deuda a corto plazo para proporcionar liquidez al sistema, "no hay nada de QE al respecto".
Pero, independientemente de su intención, la percepción genera ciertas dudas en el mercado. Los pasos dados este año para reducir las tasas en dos ocasiones desde el pasado julio y ahora reanudar la expansión de su balance hacen pensar que la Fed busca deshacer algunos de los ajustes de política monetaria llevados a cabo el año pasado. No pasa desapercibido que si el banco central llegase a reducir las tasas de interés dos veces más este año, desharía por completo las cuatro alzas implementadas en 2018.