
Los inversores pueden tener este año la sensación de estar viviendo su particular Matrix. Como en la película protagonizada por Keanu Reeves, la realidad de los mercados a lo largo de estos meses no se ha correspondido con el mundo real de pérdidas que sufrieron las carteras en 2018 y el temido advenimiento de la recesión que se anticipaba entonces y empieza a ser cada vez más palpable, como demuestran los últimos datos del PIB de Alemania y la inversión de la curva de tipos en Estados Unidos.
Quienes se tentaron la ropa antes de continuar en renta variable para no prolongar la supuesta agonía y prefirieron acomodarse en la renta fija se han encontrado con que las bolsas se han disparado durante la primera parte del año, a pesar de los múltiples vaivenes que han ocasionado la guerra comercial entre EEUU y China o las tensas negociaciones de un Brexit aún no resuelto.
Pero incluso los perfiles más defensivos se han visto favorecidos por un cambio de tendencia de los bancos centrales -iniciado por la variación del discurso de la Reserva Federal norteamericana en enero y la rebaja de 0,25 puntos en julio-, que ha dado alas finalmente al mantenimiento de las políticas monetarias expansivas y a la subida de precio de los activos de renta fija. Buscando el refugio se han encontrado con más comodidad de la esperada.
Es como si al poner la lavadora para intentar quitar las manchas del recuerdo de 2018 se hubieran encontrado con que la ropa con la etiqueta de perfil agresivo y moderado hubiera sufrido más los embates de las turbulencias de la lavadora geopolítica y económica que la ropa con la etiqueta de perfil conservador, aunque todas las prendas han podido mantener la tersura y lucir más o menos brillantes, de momento hasta ahora.
La ropa empequeñece
En todo caso, los inversores que han sabido mantener la calma y han decidido seguir confiando en la bolsa pueden estar contentos tras haber obtenido las carteras con un perfil agresivo un 8,52% de rentabilidad, que es el rendimiento medio de los fondos mixtos con mayor exposición a renta variable, según los datos de Morningstar hasta el 8 de agosto. Las carteras con un perfil más moderado, en las que la exposición a bolsa no es tan elevada, se anotan un 5,64% en el año, mientras que las carteras conservadoras consiguen un 3,59%.
Porcentajes que nadie esperaba que se pudieran conseguir, teniendo en cuenta que ninguno de los miedos que atenazaron a los inversores el año pasado se han resuelto. Incluso alguno, como el Brexit, se ha agravado con la amenaza de Boris Johnson de romper con la Unión Europea sí o sí en octubre.
Estos porcentajes han llegado a ser mejores a lo largo de estos últimos meses. El 18 de abril, cuando el Ibex alcanzó su mejor dato en el año con una subida del 12,20% desde enero, las carteras agresivas alcanzaron un 11% de rentabilidad; las carteras moderadas, un 7,37%; y las carteras conservadoras, un 3,58%. Hasta esa fecha, el mercado descontaba un principio de acuerdo entre la administración de Donald Trump y el Gobierno chino. Todavía no se conocía el incremento de los aranceles en 5.000 productos chinos ni la prohibición de que las compañías tecnológicas de Estados Unidos utilizaran componentes fabricados en el gigante asiático, que afectaba de lleno a la firma tecnológica Huawei.
A principios de julio, cuando ambas potencias decidieron darse otra tregua en su disputa comercial, el EuroStoxx tocó máximos de 2019 el jueves 4, logrando una ganancia del 18% hasta ese día. Un empujón que ayudó a las carteras agresivas a alcanzar una rentabilidad del 11,85% y a las carteras moderadas, del 7,84%, mientras que las cautas conseguían un 4,31%.
Estos datos permiten comprobar como los inversores más defensivos han mantenido un rendimiento más estable de sus carteras, en torno al 3,5%, a lo largo del año, un porcentaje que habrá sorprendido a unos inversores que llegaron a perder hasta un 4,88% a finales del año pasado y del que se han beneficiado por la subida experimentada por la renta fija, sobre todo gracias a la deuda soberana tras el anuncio del BCE de que introducirá más estímulos, en línea con otros bancos centrales, a pesar de que este año terminaba su programa de compras.

¿Qué puede esperar el inversor de cara al último cuatrimestre del año? Todas las miradas están puestas en los bancos centrales, tanto en la Reserva Federal como en Fráncfort. Continuar bajando los tipos en EEUU y la exactitud de las medidas que pueda adoptar la institución presidida por Draghi pueden ayudar a mantener las ganancias de las carteras cautas a corto plazo, pese a que la inminencia de la recesión y la guerra comercial sigan pendiendo sobre la cabeza de los inversores.
De hecho esta semana ha servido para comprobar una vez más cómo la guerra comercial es un tema que seguirá afectando a las carteras de manera continua. Aunque algunos expertos aseguran que la intención de Donald Trump es aguantar el envite hasta las elecciones presidenciales norteamericanas del próximo año, lo cierto es que detrás del tira y afloja entre las dos potencias subyace una lucha por la hegemonía tecnológica. Razón por la que es probable que, incluso superado el Rubicón de noviembre de 2020, la guerra comercial siga dando coletazos.