
A simple vista, la sintomatología de la mayor economía del mundo ante el revés arancelario de su presidente, Donald Trump, no muestra grandes señales de flaqueza. El PIB despidió el segundo trimestre creciendo un 2,1%, tras el avance del 3,1% en los primeros compases del año, y el mercado laboral ha generado una media de 141.000 empleos mensuales entre mayo y julio. Por su parte, la tasa de paro se mantiene inamovible en el 3,7%. Sin embargo, todo es cuestión de percepción y confianza. Una delgada línea que puede esfumarse en cualquier momento. Según FactSet, al menos 124 compañías que forman parte del S&P 500 han hecho mención a los aranceles a la hora de presentar sus cuentas del segundo trimestre.
David Kostin, estratega jefe de Goldman Sachs, explica que la estrategia de las empresas americanas el año pasado tuvo como objetivo la paciencia y el modo espera. Ahora, con aranceles atormentando a casi todos los productos chinos que llegan a EEUU, los directivos continúan tomando medidas para mitigar el aumento de los costes atribuibles a la disputa comercial.
"Las estrategias más mencionadas incluyen trasladar la fabricación de China a otras regiones de bajo coste mientras en algunas empresas se retrasan sus decisiones de inversión debido a la incertidumbre planteada por la política comercial", apunta. Precisamente, desde el banco no esperan que un acuerdo comercial ocurra antes de las elecciones presidenciales de 2020 y rebajaron su proyecciones de crecimiento para la economía de EEUU en el cuarto trimestre en 20 puntos básicos, hasta el 1,8%.
No obstante, aunque existe una preocupación por el crecimiento económico a nivel global, las empresas no prevén una recesión en EEUU, donde la salud del consumidor estadounidense sigue calmando las preocupaciones de muchas compañías.
La decisión por parte de Trump de retrasar el arancel del 10% que hubiera entrado en vigor el 1 de septiembre viene a reconocer implícitamente que el consumidor de EEUU acabará por enfrentar el impacto de los gravámenes más tarde o más temprano.
Al fin y al cabo, productos por valor de 155.000 millones de dólares, entre los que se incluyen teléfonos móviles, calzado u ordenadores portátiles quedarán libre de este impuesto comercial hasta el próximo 15 de diciembre en un intento de blindar a la temporada de compras navideñas.
La amenaza llega en diciembre
Dicho esto, el incremento de los precios acabará por llegar una vez expire la tregua a mediados de diciembre. "Una vez que eso suceda, bien se disminuirán las ventas de estos artículos de consumo o se reducirá el gasto en otras áreas, como los servicios. Esto además podría suponer una tasa de ahorro más baja", avisa Tim Quinlan, economista de Wells Fargo Securities.
El gasto del consumidor es uno de los pilares sobre los que se asienta el crecimiento económico de EEUU, que logra ya su periodo de expansión más largo de su historia. En el segundo trimestre, cuando los aranceles sobre productos chinos por valor de 200.000 millones de dólares aumentaron del 10% al 25%, el consumo sacó su músculo, al repuntar un 4,3%.
Los retrasos anunciados esta semana significan que el daño económico de los aranceles sobre los estadounidenses llegarán más tarde de lo previsto. Esta situación junto con una coyuntura relativamente sólida y una inflación subyacente que subió con fuerza en julio indican que el impacto real para la economía de EEUU no llegará hasta el primer semestre de 2020.
Parte del impacto dependerá de la política monetaria de la Fed, que todavía podría rebajar tipos en 25 puntos básicos en, al menos, una ocasión antes de que termine el año.