
El buen año que está atravesando el metal, que ya sube un 17% en 2019, su mejor ejercicio desde 2013, ha hecho que supere los 1.500 dólares la onza. Es un reflejo del temor de los inversores, que están acudiendo a él como refugio.
Una de las pruebas que ponen de manifiesto el nerviosismo de los inversores en 2019 es el buen comportamiento que está teniendo el oro. Históricamente el mercado acude a él en busca de protección cuando se percibe peligro, y este año las incertidumbres están siendo evidentes: la guerra comercial se ha intensificado en un momento en el que el crecimiento económico se ralentiza, y las bolsas están sufriendo las consecuencias, especialmente durante el mes de agosto.
En este contexto, el oro está disfrutando de su condición de refugio y ayer superó los 1.500 dólares la onza por primera vez desde el año 2013, con una subida del 2,3% al cierre de las bolsas europeas, el segundo día más alcista de todo 2019. El avance de más del 17% que acumula el metal en el ejercicio hace que este año esté siendo el más alcista en casi una década: no subía tanto desde 2010, año en el que se revalorizó casi un 30%.
Además, hay expertos que creen que el buen año del oro va a continuar. Lo piensa Goldman Sachs, que ayer actualizó su estimación de precios para el metal hasta los 1.600 dólares la onza durante los próximos seis meses. "Si persiste la preocupación por el crecimiento, posiblemente por una escalada en la guerra comercial, el oro podría subir todavía más, impulsado por las compras de ETF (fondos cotizados) por parte de gestores que todavía siguen infraponderando el metal", explica el banco estadounidense, que también ha incrementado su estimación de precios para los tres próximos meses, hasta los 1.575 dólares la onza, un 5% por encima del nivel actual.
En lo que va de año el oro es la tercera materia prima más alcista entre las más cotizadas que recoge Bloomberg, sólo por detrás del paladio y el magro de cerdo.