
En mitad del desplome de las bolsas, las encendidas declaraciones de Trump y China permitiendo depreciarse su moneda pasó desapercibido el acelerón que registró el euro. La divisa europea subió más de un 1,2%, el mayor alza en año y medio. Mala noticia para la economía de la zona europea en un momento delicado con la industria gripada y luchando por no caer en la recesión.
El euro débil fue uno de los vientos de cola que permitieron sacar al bloque comunitario de la recesión, junto a la política monetaria de tipos bajos del BCE y el desplome del petróleo en 2014. Desde 2008, la economía europea liderada por Alemania se ha volcado en las exportaciones arrebatando el puesto de superpotencia por superávit de cuenta corriente a China, precisamente en 2014. En 2018, ascendía a 335.715 millones de euros, suponiendo el 3,5% PIB.
Las exportaciones de la Unión Europea rozaron los 2.000 billones de euros, registrando máximos históricos. Después de experimentar una fuerte caída tanto en las exportaciones como en las importaciones en 2009, experimentó un aumento de sus exportaciones del 58,7% en cuatro años, para estabilizarse en los siguientes años con ligeros aumentos.

Pero la fiesta del euro barato para seguir impulsando las exportaciones europeas puede haber terminado si China y EEUU terminan enzarzándose en una guerra de divisas abierta. El euro está atado de pies y manos para competir en una depreciación salvaje entre los dos bloques económicos. Tanto Pekín como Washington tienen herramientas para intervenir directamente en el mercado, algo de lo que carece Europa. Su principal resorte son las decisiones sobre política monetaria del BCE y actualmente se encuentra bastante mermado. En comparación con la Fed, el banco central europeo se encuentra con los tipos actualmente en cero. Desde el uno de agosto, la divisa europea se ha apreciado más de un 2,2%. Una subida que se ha producido a pesar de que el BCE ya ha adelantado que en septiembre va profundizar en los tipos negativos y reactivar el QE.
Y la Fed cada vez muestra cada vez más señales de que puede ser influida por Donald Trump. La bajada de tipos de la semana pasada fue considerada preventiva y argumentada por "las implicaciones de los desarrollos globales para el panorama económico". Dejó en manos de Trump sus movimientos. El presidente de EEUU está obsesionado con que el dólar fuerte está perjudicando a la economía y ha acusado permanentemente a la Fed de mantenerlo elevado perjudicando los intereses del país. Casualidad o no, al día siguiente de la rebaja de tipos anunció una nueva ronda de aranceles contra China, dejando a la Fed presionado para una nueva bajada de tipos para la próxima reunión de septiembre.
Además, la Administración Trump cuenta a su disposición con el Fondo de Estabilización de Cambios (ESF por sus siglas en inglés) del Tesoro de los EEUU con capacidad de 100.000 millones de dólares para intervenir en el mercado. Este fondo fue usado en 1994 por Clinton para estabilizar la economía mexicana y el peso y en 2008 para evitar el colapso del mercado monetario. Por su parte, China tiene pleno control sobre el cruce de su moneda respecto al resto de divisas.
La heterogeneidad de la Eurozona y la complejidad en la toma de decisiones del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo harán con toda seguridad más lenta la respuesta del BCE (en caso de que la hubiera). En una guerra de divisas el euro podría apreciarse frente a otras grandes divisas a pesar del desfallecimiento que sufre la economía del bloque, haciendo que el tipo de cambio tuviese un comportamiento procíclico. Es decir, siempre estaría dependiendo de las decisiones del resto de potencias.
"Si finalmente el Gobierno de EEUU toma medidas para debilitar el dólar, esto serían malas noticias para las economías en Europa", señala Louis Kujis, jefe de Oxford Economics para Asia. El experto destaca que "la apreciación de sus divisas no sería bienvenida en un momento en el que el crecimiento económico se está desvaneciendo".
Podría ser la diferencia para Europa de entrar o no en recesión en los próximos trimestre. La desaceleración de la economía que comenzó justo el año pasado, cuando Trump y China tensaron la cuerda con los primeros cruces de aranceles. El BCE esperaba que la guerra comercial iba a ser pasajera y en la segunda parte del año la economía comenzaría a repuntar.
Sin embargo a esta altura de la película, Alemania, la principal economía del euro, está debatiéndose con la recesión con una industria hundida ante el parón de la demanda exterior. Pero no solo Alemania depende del exterior, también el resto de la zona euro. Muchos países está integrados en la cadenas de valor de las producciones internacionales de bienes. Europa se ha especializado en formar parte por componentes y, no tanto de productos finales. Así de esta forma se ha convertido en el líder mundial de exportaciones de maquinaria, vehículos y productos químicos. Entre 2013 y 2018, el valor de las exportaciones extracomunitarias de productos químicos para los cuales se observó un aumento del 30,2%, mientras que también se registraron tasas de crecimiento de dos dígitos para alimentos y bebidas (16,6%), otros productos manufacturados (14,8%), vehículos de maquinaria (14%) y materias primas (11,9%).
La intensificación de la guerra comercial puede acabar dando la puntilla a la Eurozona, una de las economías más abiertas del mundo y dependiente de las exportaciones. Sólo la ralentización del crecimiento del comercio internacional ha dejado a la economía europea prácticamente parada, por lo que una guerra comercial en toda regla entre las dos potencias económicas más fuertes representa una gran amenaza para el Viejo Continente.
Marion Amiot, economista senior de la agencia de rating S&P, explica en un trabajo que al contrario que EEUU, la zona euro presenta una apertura comercial elevada y mientras que China se ha apoyado más en la demanda interna desde la crisis de 2008, "la zona euro ha hecho lo contrario, incrementando su exposición al comercio exterior (fuera de la unión monetaria). La gran integración de las cadenas globales hacen de la Eurozona una economía más vulnerable a una desaceleración del comercio".
EEUU y China son los dos socios comerciales más grandes de la Eurozona... "Una nueva escalada de las tensiones comerciales también podría comenzar a disminuir las perspectivas de crecimiento de EEUU y traducirse en exportaciones más débiles para la Eurozona. Como tal, nos preocupa que los efectos secundarios de los aranceles de EEUU puedan terminar contribuyendo a un debilitamiento de la inversión empresarial y el gasto de los consumidores de EEUU". Tanto EEUU como China son los principales compradores de productos europeos. La Unión Europea vende el 20% de sus productos a EEUU y el 10% a China.