
Ni 100 días, ni una semana. La cúpula del Gobierno británico en funciones, que ya está recogiendo sus despachos ante la inminente llegada de Boris Johnson -gran favorito en las primarias del Partido Conservador-, está preparándose para luchar contra el próximo Ejecutivo desde el primer segundo si insiste en ir a por el Brexit sin acuerdo. Y a la cabeza del plan se sitúan las dos personas de máxima confianza de Theresa May: su número dos, David Lidington, y el ministro de Hacienda, Philip Hammond.
Según revela la cadena Sky News, en el grupo habría una treintena de diputados 'tories', entre cargos clave del Gobierno -como David Gauke, ministro de Justicia- y parlamentarios rasos que llevan ya años luchando contra el Brexit, como el ex fiscal general Dominic Grieve o el diputado Oliver Letwin.
Hammond lleva ya semanas dando señales, cada vez más claras, de que no está dispuesto a permitir una salida caótica en octubre. El pasado martes, en la sesión de control, el ministro de Hacienda admitió estar de acuerdo con su par laborista, John McDonnell, respecto a los riesgos de un Brexit sin acuerdo: "Será mala para el Reino Unido, para la economía y para los británicos". Y mandó un aviso a navegantes a sus propias filas: "Esta cámara, de la que seguiré siendo un miembro orgulloso, hará todo lo posible para asegurar que tal cosa no ocurra".
Su primer plan, según contaron fuentes del grupo de rebeldes a la cadena Sky, consiste en dar a los diputados el control sobre el orden del día de la Cámara de los Comunes para octubre, "cuando todos estemos concentrados en el Brexit". Normalmente es el Gobierno el que decide qué se debate y qué se vota, por lo que sería imposible obligar al Gobierno a dar marcha atrás sin quitarle primero el control del Parlamento.
Esta medida ya la intentó el líder laborista, Jeremy Corbyn, hace un mes, pero fue rechazada por apenas 11 votos. Esta vez contaría con el apoyo de al menos parte del Gobierno saliente, que llevaría a votación la medida antes de abandonar Downing Street el 23 de julio, dejando un regalo envenenado para su sucesor.
Nuevo intento
En abril, la última vez que los diputados tomaron el control, el grupo anti-Brexit aprobó -por apenas un voto de margen- una ley para obligar a May a pedir una prórroga a la UE y evitar una salida sin acuerdo. La diferencia es que entonces Hammond, Gauke y muchos miembros de la Administración tuvieron que aceptar la disciplina de voto y rechazar el plan para mantener sus carteras. Si Johnson (o el otro aspirante, Jeremy Hunt) les echa para conformar un equipo de 'brexiters', como se espera, ya tendrán las manos libres para rebelarse todo lo que quieran sin nada que perder.
Lo que está cada vez más claro es que las grietas dentro del Partido Conservador son cada vez mayores. A May le hizo la vida imposible un grupo de unos 80 'brexiters' radicales, Johnson entre ellos. Ahora, a Johnson le puede hacer la vida imposible el grupo de europeístas a los que May mantenía callados con carteras ministeriales. Y teniendo en cuenta el minúsculo margen con el que sobrevive el Gobierno -los 'tories' y sus socios tienen una mayoría de tres escaños sobre 650-, las elecciones anticipadas parecen cada vez más inevitables.