
La reordenación orgánica de la Unión Europea apenas ofrece esperanzas a los aspirantes a hacerse con el cetro de la derecha británica, puesto que tanto la candidata para la Presidencia de la Comisión, Ursula von der Leyen, como el propuesto para el Consejo Europeo, Charles Michel, representan la continuidad en materia de Brexit.
La campaña por el Número 10 se juega fundamentalmente en el tablero de la salida abrupta que los dos contendientes prometen si Bruselas no admite cambios en el acuerdo, especialmente, en lo referido a la salvaguarda legal para evitar una frontera dura con Irlanda.
Aunque el plazo fijado para la ruptura, el 31 de octubre, significa que el próximo primer ministro tendrá que lidiar con los todavía máximos responsables de la cúpula comunitaria, Jean-Claude Juncker y Donald Tusk, la verdadera clave para la sostenibilidad de la segunda economía de continente no pasa tanto por qué términos dictarán el divorcio, sino qué condiciones regirán la futura relación y, crucialmente, qué entendimiento comercial establecerá con su socio de referencia, al que destina la mitad de sus exportaciones.
De ahí que quién esté al frente de las instituciones europeas adquiera la máxima transcendencia al norte del Canal de la Mancha, incluso en un escenario como el actual, en el que los dos hombres que se disputan la carrera hacia Downing Street descartan una ampliación de la permanencia. El favorito, Boris Johnson, ha marcado la noche de Halloween "caiga quien caiga" y su rival, Jeremy Hunt, consideraría un retraso meramente técnico, si hay acuerdo a la vista, pero dada la aparente imposibilidad de que consigan lo que Theresa May no pudo lograr en meses de negociación y la constatada negativa del Parlamento británico a un Brexit no pactado, las dotes de Von der Leyen y de Michel como mediadores serán cruciales para evitar el desastre en el estreno de una escisión en la historia del proyecto comunitario.
La primera mujer tipificada para presidir la comisión ha confirmado lo que se esperaba, como aliada de Angela Merkel, y este mismo miércoles, durante un encuentro con eurodiputados de su grupo parlamentario en Estrasburgo, ratificó que el controvertido mecanismo ideado para mantener la frontera abierta en la isla de Irlanda tiene que permanecer. Su determinación supone la piedra inicial en un circuito de obstáculos que debería conducir a un esfuerzo de compromiso compartido, puesto que Johnson y Hunt han manifestado su intención de modificarla, previsiblemente mediante un límite temporal hasta ahora rechazado reiteradamente por la UE.
Por si quedasen dudas, Ursula von der Leyen ha avanzado que su aproximación a la negociación no cambiará. Su descontento con el Brexit es ampliamente conocido -lo había calificado en el pasado de "burbuja de promesas vacías a punto de explotar"-, como también con quienes lo habían promovido, a quienes tildó de "populistas". Si las quinielas aciertan y Johnson se muda al Número 10 el 24 de julio, la tensión del primer encuentro será incendiaria, como también la que marcará su eventual reunión con Charles Michel, quien en 2016 lo había acusado de carecer del "coraje" para llevar a Reino Unido fuera del "agujero negro" del Brexit.
Michel comparte además la negativa a reabrir la salvaguarda irlandesa y considera que las demandas británicas al respecto "debilitarían el desarrollo económico" de Europa, si bien el nuevo premier tendrá a su favor el detalle no menor de que Von del Leyer considera una salida no pactada como "el peor inicio posible". Su pragmatismo será por tanto fundamental para evitar el caos, siguiendo la línea blanda que la canciller alemana ha mantenido con Londres, frente a la beligerancia de Francia.