Después de meses de rumores y semanas de debate dentro de la Casa Blanca, el presidente de EEUU, Joe Biden, está a punto de presentar el que será su segundo gran proyecto legislativo de su mandato. Este miércoles, en la zona industrial de Pittsburgh, en su Pensilvania natal, Biden presentará su plan de inversión e infraestructuras y una subida de impuestos para pagarlo. Un proyecto que ha ido aumentando de tamaño con las semanas y que quiere igualar en ambición al New Deal de Franklin Roosevelt o a la Gran Sociedad de Lyndon Johnson, los dos grandes referentes demócratas del Siglo XX con los que el actual presidente aspira a codearse en los libros de Historia.
El proyecto contaba con un presupuesto de unos 3 billones de dólares, pero ha ido aumentando con las semanas y se espera que finalmente alcance los 4 billones de coste. Este miércoles, lo que Biden pondrá sobre la mesa será la primera parte: grandes inversiones en infraestructuras, como carreteras, puentes o redes eléctricas, con un foco especial en la energía renovable. Por ejemplo, la senadora Elizabeth Warren ha propuesto inversiones de 500 millones para descarbonizar las flotas de autobuses locales del país, y la crisis eléctrica vivida en Texas el mes pasado anima a los que quieren aumentar la inversión en baterías eléctricas y redes de suministro.
Para más adelante queda la segunda parte: una reforma del sistema sanitario, cuidado infantil y otros programas de bienestar social, según explicó el secretario de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki. Esta parte es una de las más simbólicas para el partido, e incluiría hacer permanentes las ayudas a familias con hijos en riesgo de pobreza o el establecimiento de bajas remuneradas por maternidad, así como una mejora del 'Obamacare', la ley sanitaria aprobada en 2010 por el anterior Gobierno demócrata.
Un paquete mastodóntico que se une a los 1,9 billones que ya ha inyectado el nuevo Gobierno en la economía con el programa de estímulo aprobado hace unas semanas. Por ello, y para evitar disparar el déficit del país, que los recortes de impuestos de Donald Trump llevaron ya a cifras históricas, los consejeros de Biden han ido aumentando constantemente el otro lado del balance: los ingresos. Las subidas de impuestos también apuntan a ser históricas, con cifras que rondan los 3 billones de dólares.
El plan de Biden, que ha ido deslizando en las últimas semanas, es subir los impuestos a los ciudadanos que cobren más de 400.000 dólares anuales y a las grandes empresas, deshaciendo gran parte de los recortes aprobados en 2017 por Trump y aumentando otras cuantas tasas. Una reforma fiscal al alza que sería la mayor en cuatro décadas, y probablemente la mayor de la historia si se realiza de una sola tacada.
Biden tiene claro es que su escasa y frágil mayoría puede desaparecer algo menos de dos años, y quiere hacer todo lo que pueda ahora
Políticamente, aprobar una subida total sería brutal para cualquier partido en EEUU. Pero Biden cuenta con dos esperanzas a su favor: el hecho de que las encuestas muestran un enorme apoyo popular a la gestión del mandatario en la economía y el coronavirus, los temas que más preocupan a la población, lo que le da un mayor margen de maniobra; y la esperanza de que la sombra de Trump domine las elecciones legislativas de 2022 y polarice tanto al electorado que le ahorre el castigo que todo presidente suele sufrir a mitad de mandato.
Lo que Biden tiene claro es que su escasa y frágil mayoría puede desaparecer algo menos de dos años, y quiere hacer todo lo que pueda mientras le dure. El voto clave, Joe Manchin, el senador más conservador de los demócratas, ya ha dicho que está a favor de gastar todo lo que haga falta en proyectos de infraestructura y ayudas sociales, así que todo lo que queda por decidir es la letra pequeña y si los republicanos estarán dispuestos a apoyar algo de todo el plan. Por el momento, el líder de la oposición en la Cámara Alta, Mitch McConnell, ha asegurado que no apoyarán una subida de impuestos. Pero poco pueden hacer por frenar el proyecto: a Biden aún le queda una bala para aprobar una ley más este año con mayoría simple. Y, por el tamaño del proyecto, parece que más que una bala va a ser un misil.