
¿Quién no necesita un trastero o lo ha necesitado alguna vez? La falta de espacio en las viviendas, especialmente en los núcleos más poblados, ha convertido a los trasteros en un bien cada vez más preciado y demandado. Los espacios de almacenaje se han convertido en una necesidad, sobre todo, para quienes viven en el centro de las ciudades grandes, donde el metro cuadrado es más costoso.
Según el último Informe de tendencias del sector inmobiliario de Sociedad de Tasación, el precio de la vivienda nueva y usada se ha encarecido, además, un 3,8% anual en el primer trimestre del año. Vivir de alquiler es también cada vez más caro, por lo que en las grandes ciudades tendemos cada vez más a alquilar y comprar viviendas más pequeñas, que hacen aún más conveniente contar con trastero. Los trasteros son también, en muchos casos, la solución idónea para pequeños negocios que precisan un espacio extra para, por ejemplo, almacenar productos en stock.
Todo ello ha motivado un auténtico boom de estos activos. Al igual que ocurre con las plazas de garaje, suponen una oportunidad de inversión accesible y, al mismo tiempo, una garantía de rentabilidad. Para el pequeño ahorrador, los trasteros son una vía de acceso a la inversión inmobiliaria, dado que requiere un capital inicial mucho menor que alternativas como la vivienda.
A menos que se busque un trastero para uso propio, la estrategia más interesante centrarse en enclaves céntricos, donde hay mayor número de pisos y apartamentos pequeños en edificios antiguos. Pese a que en estas localizaciones serán más caros, también nos proporcionarán mayor rentabilidad en el alquiler. Los barrios con inmuebles de reciente construcción son una opción menos atractiva, ya que mucha de la obra nueva suele incorporar garajes y trasteros.
Estas inversiones pueden llegar a ser muy rentables, puesto que con poco capital se puede obtener un rendimiento casi inmediato. Sin olvidarnos de la revalorización del trastero a medio o largo plazo, una vez que se alquilan, y aunque la rentabilidad suele situarse entre 7,5% y 8,5%, nunca baja del 5%. En Urbanitae, donde es posible invertir en inmuebles desde 500 euros, hemos constatado un apetito notable por este tipo de activos, que ofrecen muy buen rendimiento.
España, tercer país con más oferta
El sector del self storage atraviesa un buen momento en toda Europa. En España, el mercado de trasteros año tras año ha ido creciendo y en la actualidad, según datos de la Asociación Española de Self Storage (AESS), hay 550 centros de alquiler de trasteros en nuestro país, un 93% más que en 2016. España se mantiene en tercera posición en Europa, con cerca del 10,5% de la oferta total, solo por detrás de Reino Unido (38,6%) y Francia (11,8%), según el informe European Self Storage Annual Survey 2021, elaborado por la consultora JLL y la patronal europea de trasteros (Fidessa).
Los precios varían mucho en función de la superficie y la ubicación. Por regla general, cuanto más céntricos, más caros. Asimismo, el precio es superior en edificios equipados con alarma, sistemas de videovigilancia o códigos de acceso personal, acceso a rampas o ascensores, zonas de carga y descarga, etc. El precio de un trastero en España en 2021, según el informe de JLL y Fidessa, se situaba alrededor de los 250 euros por metro cuadrado al año, por debajo de la media europea, que alcanzó los 268,74 euros por metro cuadrado al año. En lo que respecta al alquiler, la horquilla es amplia: desde los 10 a los 50 euros por metro cuadrado, dependiendo de la ciudad, el barrio, la calle y la superficie, como apuntan desde AESS.
La consultora y la patronal cifraban en alrededor del 82% la ocupación de estos espacios en junio de 2021, más de cinco puntos por encima respecto al año anterior. La creciente demanda explica el protagonismo que han adquirido en los últimos años las empresas de alquiler de trasteros y guardamuebles, entre los que encontramos grandes operadores como Bluespace, Homebox o Safestore. Además del interés de los fondos internacionales, también han aparecido en escena proptechs españolas como Brickbro, que apuestan por reconvertir espacios para darles una segunda vida.
Acostumbrados a considerarlos como repositorios de lo que ya no usamos o no sabemos dónde colocar, las cifras dejan ver otra cara mucho más interesante de los trasteros… como almacenes de valor.