Industria

La paradoja de Estocolmo: Suecia quiere ganar la carrera armamentística convirtiéndose en el 'segundo plato' de todos los ejércitos

  • Su principal baza es aumentar las ventas del caza Saab 39 Gripen
  • La fiabilidad y bajo coste lo convierten en una alternativa a EEUU
  • La desconfianza hacia Washington puede traducirse en nuevos clientes

El mundo está armándose y los fabricantes militares no quieren perderse la oportunidad histórica. Este desarrollo bélico acelerado puede dejar a varios países en una posición de fuerza, entre los que se cuenta Suecia. El país escandinavo cuenta con una profunda tradición armamentista desde la Segunda Guerra Mundial. Mantuvo una estudiada neutralidad militar para mantener a raya a la Unión Soviética mientras desarrollaba una industria bélica autárquica. Décadas más tarde, Estocolmo quiere colocarse a la cabeza de las exportaciones militares ante el rearme mundial y la desconfianza creciente de los aliados. Para ello, tiene un producto estrella: el caza Saab 39 Gripen. Y un plan: ser la segunda opción de sus aliados.

Desarrollado por la firma homónima, el Gripen es un avión de combate de cuarta generación avanzada que compite de tú a tú con las aeronaves de sus aliados europeos (y rivales en los mercados internacionales), el Dassault Rafale francés y el Eurofighter Typhoon construido por un consorcio internacional.

Al igual que los aviones soviéticos, el modelo Gripen ha sido desarrollado a lo largo de las décadas con iteraciones y actualizaciones periódicas pensando en un ataque procedente de Moscú. Su agilidad, resistencia y fiabilidad ha convertido al caza en un adversario digno de los aviones occidentales, que cada vez más países plantean adquirir.

Una alternativa frente a lo clásico

Las exportaciones de los Gripen se han centrado, además de las Fuerzas Aéreas suecas, en países de América y Asia como Brasil, Colombia y Tailandia. Estas naciones, al igual que la mayor parte de los países industrializados, están viviendo un proceso de rearme acelerado, en el que el material de Saab puede ser una alternativa frente a Rusia, China y Estados Unidos.

Lo que caracteriza a los Gripen desde el punto de vista financiero y estratégico es su bajo coste operativo y su independencia. Suecia abraza un modelo de exportación militar de llave en mano: entrega el avión con todo lo necesario para que el ejército comprador pueda amoldarlo a sus intereses sin depender de las firmas suecas. Es un cambio de filosofía que se aleja de la dependencia estadounidense de sus F-35 Lightning II y se acerca más a la doctrina industrial de Francia.

Los Gripen, en sus diferentes versiones monoplaza o biplaza (series E y F), son equiparables a los Rafale y los Typhoon. Mientras que el avión sueco es más ligero y barato, con un coste operativo de 4.700 dólares por hora frente a los 16.000-18.000 dólares que suponen sus hermanos europeos, los otros dos modelos pueden portar más armamento y combustible.

La asequibilidad del avión a lo largo de su ciclo de vida y su probada fiabilidad han llevado a un número creciente de países a plantearse seriamente su compra ha indicado el CEO de Saab, Michael Johansson, en una entrevista recogida por Bloomberg. "Por supuesto, notamos cierta preocupación sobre hasta qué punto se puede confiar en EEUU. Si los países quieren plantearse una flota dual, estamos dispuestos a discutirlo".

La idea que desliza Johansson es la clave para aumentar las exportaciones suecas a sus aliados europeos: convertirse en una segunda opción flexible para las Fuerzas Aéreas. El país entró en la OTAN el año pasado debido a la invasión rusa de Ucrania y la amenaza de que el Kremlin ataque Escandinavia. Integrada en la Alianza Atlántica y la Unión Europea, Estocolmo cuenta con una posición estratégica para ser el 'segundo plato' de los ejércitos europeos.

Desconfianza hacia Washington

Las palabras de Johansson revelan los problemas que algunos aliados están sufriendo con EEUU. Suiza desechó los Gripen suecos por los F-35 norteamericanos en una polémica decisión política que ahora se le ha torcido. Desde hace meses, el Pentágono está tratando de elevar el precio de los aviones mediante circunloquios legalistas para consternación de la Confederación Helvética. Otros dos ejemplos llegan desde el Mediterráneo y el Atlántico: Portugal ha dicho abiertamente que quiere buscar otro caza que no sea el Lightning, mientras que Turquía está a punto de cerrar un acuerdo por los Eurofighter Typhoon en vez de adquirir los aviones estadounidenses.

Pero una de las oportunidades más jugosas para Suecia se está cocinando en los salones del vecino septentrional de Estados Unidos. Canadá ha anunciado que revisará el acuerdo de compra de los F-35 debido a la ruptura de relaciones entre Ottawa y Washington. Donald Trump ha declarado en varias ocasiones que EEUU debería anexionarse Canadá, lo que ha generado un rechazo nacionalista al otro lado de la frontera no vista en su historia.

Avión Saab 39 Gripen despegando / Fuerza Aérea de Suecia.

En 2023, Canadá decidió adquirir un lote de 88 cazas de combate de Lockheed Martin frente a otros proveedores, incluido los Gripen de Saab. Con el aumento de la tensión, Mark Carney, primer ministro del país, dijo en marzo que iniciaría una revisión de los 72 aviones F-35 pendientes de ensamblarse, que según las cláusulas del contrato, podrían ser revocados.

Saab, para llevarse la adjudicación, ofreció construir los Gripen en suelo canadiense. Opción que la estadounidense Lockheed Martin no planteó. Carney dijo en mayo que después de esa revisión, estudiarían qué hacer: "Entonces lo sopesaremos frente a las alternativas, incluido el Gripen de Saab".

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