Emmanuel Macron, Friedrich Merz y Pedro Sánchez tienen un problema valorado en más de 100.000 millones de euros. El presidente de Francia y el canciller de Alemania se han visto arrastrados en una trifulca entre las empresas que están construyendo el FCAS mientras el presidente del Gobierno se mantiene al margen. El programa para desarrollar el caza de sexta generación de Europa está a punto de zozobrar tras exigir las empresas francesas, con Dassault Aviation a la cabeza, mayor protagonismo. En la parte alemana, liderada por Airbus, están furiosos con sus vecinos al otro lado del Rin por su desprecio a la cooperación transeuropea.
La situación no podría ser más grave para España, que ha decidido hasta el momento no entrar en el conflicto. Indra complementa el trío que está detrás del proyecto, marcado desde su nacimiento por los problemas constantes. De no resolverse, el programa FCAS puede saltar por los aires dejando el futuro de la aviación militar europea en la completa incógnita. 7.500 millones de euros públicos ya gastados por los tres países se pueden ir por el sumidero.
Una nube de combate llena de truenos
El Futuro Sistema de Combate Aéreo (FCAS, por sus siglas en inglés) pretende ser la joya de la corona de la aviación europea. El proyecto se inició en 2018 de la mano de Airbus y Dassault en un proyecto francoalemán. España se unió un año más tarde a través de Indra. La principal característica del programa es diseñar una "nube de combate", que permitirá coordinar distintas aeronaves en el cielo: un caza de combate tripulado, drones que acompañarán como alas de escuadrón y la comunicación con otros aviones de apoyo como los Airbus A400M.
Desde que se inició el programa, el avión europeo ha estado rodeado por la polémica, tanto dentro como fuera del proyecto. Reino Unido decidió aliarse con Italia para diseñar su propio avión de combate de sexta generación, el Tempest, dentro del Programa Aéreo de Combate Global (GCAP). Actualmente, las británicas BAE Systems, MBDA y Rolls-Royce; la italiana Leonardo, y la japonesa JAIEC están detrás, con posibles nuevos aliados en el futuro. El rechazo de BAE y Leonardo, que desarrollaron con Airbus el Eurofighter Typhoon, ha alimentado el relato de Francia contra Alemania.
En los hangares del FCAS los cruces de acusaciones han sido constantes entre Dassault y la división alemana de Airbus por el futuro del programa. El objetivo, según la firma europea, es que el programa esté terminado para 2040 y que los primeros vuelos comiencen a finales de esta década. Cada una de las tres empresas lidera diferentes partes del programa: Dassault se ha centrado en el caza de combate tripulado; Airbus, en los drones, e Indra, en los sistemas de sensores y comunicaciones entre las diferentes aeronaves.
En 2022, Dassault ya mostró sus discrepancias con Airbus por los retrasos. El CEO de la aeronáutica francesa, Eric Trappier, llegó a criticar que esperaba "la firma de Airbus" para continuar con el proyecto. La tensión siguió aumentando y en abril de este año, Trappier insinuó ante la Asamblea Nacional que Francia debía abandonar el proyecto del FCAS.
Escalada hasta las cancillerías
En la feria aeronáutica de París celebrada el mes pasado, Trappier volvió a la carga con declaraciones en las que aseguraba que Dassault Aviation podía desarrollar el caza de combate por sí misma, sin la necesidad de cooperar con Airbus e Indra. La tensión ha seguido aumentado hasta que hace una semana se filtró a la prensa que el conglomerado de compañías francesas quería gestionar "el 80% del programa".
Para Airbus, estas declaraciones, que no han podido ser confirmadas, junto a la actitud hostil de Dassault, han sido el colmo. Thomas Pretzel, presidente del comité de empresa de Airbus Defence & Space en Alemania, dijo que la empresa debía buscar nuevos aliados: "La asociación se basa en la cooperación y no en la competencia. Hay socios más atractivos y adecuados en Europa".
La situación ha llevado a que el propio canciller alemán admita que hay discrepancias con Francia. A preguntas de la prensa en una rueda con el secretario general de la OTAN, Merz indicó que existen "conversaciones" con París para "resolver esta cuestión en los próximos meses". El mandatario alemán aseguró que su intención es continuar con el programa como hasta ahora: "Quiero que nos atengamos al acuerdo que hicimos con España y Francia respecto al FCAS".
España, en la encrucijada
Hasta el momento, ni el Gobierno, ni Indra han realizado declaraciones acerca de este asunto. Sin embargo, la amenaza de que el proyecto cierre supone la pérdida del programa militar más importante de España, valorado en más de 100.000 millones de euros. El ministerio de Defensa aprobó en 2022 una inversión de 2.500 millones de euros hasta 2027, mismo importe que Alemania y Francia.
Sin un futuro caza de combate, España tendría que reorientar su estrategia aérea: o bien, continuar a solas con Airbus; o bien, esperar nuevos proveedores como el Tempest italobritánico; o bien, adquirir aviones de combate F-35 Lightning II, de quinta generación. En cualquier caso, una ruptura entre Dassault y Airbus situaría al país mediterráneo en la casilla de salida en la nueva guerra aérea.
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