
Aunque Donald Trump y Elon Musk se divorciaron políticamente hace un par de meses, el presidente de EEUU sigue necesitando los extensos recursos del empresario. Toda la arquitectura de defensa espacial, incluida su Cúpula Dorada, descansa en la tecnología de SpaceX, la firma de cohetes y satélites de Musk. Al menos tres programas de espionaje y comunicaciones militares por satélite dependen directamente de los aparatos e ingenieros del tecnoempresario. Las cifras completas son una incógnita, pero los diferentes proyectos arrojan una estimación inicial de ingresos para SpaceX superior a los 11.000 millones de dólares en los últimos cuatro años.
A pesar de la polémica entre sudafricano y neoyorquino, Trump sigue necesitando de Musk para acometer sus aventuras espaciales. El empresario, por su parte, se beneficia enormemente de una Administración que no tiene miramientos en engordar el presupuesto de Defensa a costa del resto de partidas públicas.
¿Enemigos? Hasta cierto punto
SpaceX es el principal contratista del Gobierno de Estados Unidos a la hora de proveer tecnología para explorar el cosmos. En abril, justo cuando Trump puso el mundo patas arriba con sus aranceles mundiales y la relación entre el presidente y el magnate comenzó a resquebrajarse, la firma de Musk se hizo con un contrato para responsabilizarse de los lanzamientos de la Fuerza Espacial de EEUU.
Valorado en 6.000 millones de dólares, SpaceX pondría a disposición de la división sideral del ejército norteamericano los cohetes Falcon Heavy y el módulo Starship para colocar en órbita satélites y otros activos militares. Aunque el contrato del Gobierno contemplaba utilizar otras firmas como Blue Origin o United Launch Services, el dominio de SpaceX es indiscutible, con el 60% de las misiones adjudicadas a la empresa de Musk.
A este primer contrato se le añadirán dos más, según ha revelado el medio norteamericano Breaking Defense:
- Proyecto Cobertura de Transporte: una red de satélites especializada en transmisiones militares entre sensores y sistemas de ataque. Por ejemplo; fuerzas avanzadas que envíen datos para que se disparen misiles con más precisión.
- Programa MILNET: una constelación de satélites de comunicaciones de órbita baja como la red Starlink. Se desconoce el propósito o más detalles de este programa.
Según los medios estadounidenses, el secretismo que rodea a MILNET se debe al supervisor del programa: la Oficina Nacional de Reconocimiento (NRO, por sus siglas en inglés). La NRO es el servicio de espionaje que gestiona la red de satélites militares de EEUU. Según The Wall Street Journal, SpaceX firmó un contrato clasificado en 2021 por valor de 1.800 millones de dólares, que tendría conexión directa con el NRO.
Tanto el proyecto MILNET como el contrato del NRO se basan en utilizar la red de satélites militares Starshield (hermana de Starlink) para operaciones de inteligencia, vigilancia y reconocimiento. La vinculación entre el proyecto Cobertura de Transporte, el programa MILNET y la propia NRO (u otras agencias de inteligencia, como la CIA) es incierto.
Darpa se rinde y la NASA espera
El impacto que el sector privado está teniendo en los desarrollos tecnológicos ha llevado a que Darpa, la agencia que diseñó Internet hace casi 70 años, haya desechado uno de sus proyectos más ambiciosos. La división de I+D del Ejército de EEUU ha enterrado un programa quinquenal para desarrollar un motor termonuclear para naves espaciales, que agilizarían los viajes y disminuirían los costes de combustible. La razón es que los cohetes de SpaceX son mucho más baratos que la inversión científica, lo que puede suponer más ingresos para la firma en el futuro.
Los tentáculos de Musk se extienden sobre todos los programas celestiales de Washington. El proyecto más importante de la empresa es su colaboración con la NASA en el programa Artemis, cuyo objetivo es llevar de nuevo a la humanidad a la Luna. El plan pasa por utilizar los módulos Starship, sin embargo, la cascada de explosiones de las últimas semanas en diferentes pruebas auguran un considerable retraso del programa estrella de la NASA.
Aunque Musk ha criticado duramente el programa lunar, ya que su prioridad es llegar a Marte, Artemis supone una suculenta fuente de ingresos para SpaceX. El contrato de la compañía privada con la agencia espacial para desarrollar un módulo donde puedan viajar los astronautas asciende a unos 3.000 millones de dólares, según ABC News.
Nueva era espacial
SpaceX lleva siendo la referencia de la industria espacial occidental dos décadas. Después del último alunizaje estadounidense en 1972, los países se desinteresaron por la exploración espacial. Las inversiones públicas en agencias reconocidas mundialmente como la NASA o Roscosmos se recortaron, lo que apagó el desarrollo espacial.
Una mezcla de visión empresarial y pasión por el universo animó a una serie de ricos empresarios a lanzarse a una nueva carrera espacial. Esta maratón tecnológica, de carácter privado, buscaría cazar la mayor parte de los contratos públicos del Gobierno de EEUU, así como las necesidades de otras firmas privadas de poseer telecomunicaciones por satélite auspiciadas por el rápido desarrollo de Internet.
Empresas como Blue Origin o SpaceX lapidaron miles de millones de dólares, según las estimaciones, en desarrollar prototipos funcionales mediante modelos de ensayo y error, o sistemas de desarrollo iterativos. Los dueños de estas firmas, como Jeff Bezos o Elon Musk, utilizaban los beneficios provenientes de otras compañías para impulsar sus empresas aeroespaciales.
Con la nueva competición entre diferentes naciones por el firmamento, el interés de EEUU ha regresado mediante el desarrollo de programas espectaculares y muy costosos, más basados en la propaganda que en un avance real. El mejor ejemplo es la Cúpula Dorada, que puede desembocar en una militarización del cosmos. Los empresarios de la órbita de Silicon Valley han aprovechado este volumen de gasto para captar los contratos federales tanto de administraciones civiles como del siempre lucrativo Ejército de los Estados Unidos de América. Y la mejor posicionada es la firma de Musk.
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