El año 2017 pasará a la historia por la recuperación del Producto Interior Bruto (PIB) previo a la crisis. Tras una década por debajo, la economía ha vuelto al nivel que tenía en 2008, aunque con una composición muy diferente a la que tenía entonces. Si entonces, el tirón de la economía era el ladrillo, este año el turismo, el consumo y el sector exterior han sido los motores. Aunque el saldo del año es positivo, muchos de los problemas que tenía España hace un año persisten, e incluso se han agudizado.
Empecemos por lo bueno: el Producto Interior Bruto (PIB) va a cerrar el ejercicio con un crecimiento en torno al 3,1%. El efecto de la crisis de Cataluña por ahora no se nota demasiado ni en las cuentas nacionales ni en las autonómicas y el Banco de España apuesta por un avance del 0,8% en el último trimestre del año. Gracias a ello, será un hecho que este año se superará el récord de PIB registrado en 2008.
La buena marcha del sector exterior es uno de los motivos de la recuperación, aunque también han ayudado los buenos datos de consumo, que ya están a menos de un 5% del récord de 2008 de la mano del turismo. Según el INE, el año 2017 cerrará por primera vez en la historia con más de 80 millones de visitantes extranjeros.
Incluso la construcción vuelve a dar alegrías a la economía. Aunque su aportación al PIB nacional aún sigue siendo de poco más de la mitad que en los años de la burbuja, acumula 11 trimestres consecutivos de crecimiento y está cerca de los niveles que tenía en 2011.
Quizá lo mejor de este dato de crecimiento haya sido que su traslado prácticamente en su totalidad al empleo. El año 2017 va a cerrar con una creación de empleo de unos 600.000 puestos de trabajo, lo que permitirá a la tasa de paro bajar del 16% por primera vez desde el año 2008 y superar los 19 millones de ocupados por primera vez en esta década.
El empleo crece, pero es precario y mal pagado
Pero eso no significa que todos nuestros problemas laborales se hayan resuelto en este 2017. Para empezar, a pesar de haberse recuperado el nivel de PIB previo a la crisis, el de empleo es un 8% inferior y sólo una comunidad autónoma, Baleares tiene más ocupados que hace diez años. Esto significa que España es capaz de producir lo mismo que antes, pero con menos empleo, con las consecuencias de ello tiene.
Además, España sigue teniendo más de 3,7 millones de desempleados y, de ellos, más de 1,3 millones llevan más de dos años sin pisar el mercado laboral, lo que les ha dejado en muchos casos sin apenas prestaciones públicas y con serios problemas para regresar a él incluso aunque se mantuviera el ritmo de creación de empleo de este último año.
Otro de los problemas que no se ha resuelto este año es la llamada precariedad del empleo creado, ese concepto bajo el que se aglutinan defectos como la temporalidad, los bajos salarios o la rotación excesiva en los contratos. La tasa de temporalidad ha subido hasta rozar el 23%, su nivel más alto desde 2008, debido en parte a la rotación del mercado laboral.
Según los datos de Empleo, la duración media de los contratos temporales ha bajado hasta los 52 días, un 33% menos que en 2008 y más de una cuarta parte de los contratos que se han firmado en 2017 han durado siete días o menos. La subida del empleo en el turismo, especialmente en la hostelería, que ha pasado de representar el 5% de los puestos a más del 8%, estarían lógicamente detrás de esta alta rotación.
Esta alta temporalidad y contratos de quita y pon, incluso en sectores donde antes era una excepción, como la Educación, provoca que las condiciones de los nuevos contratos sean peores que las ya existentes. Según un estudio de David Fernández Kanz, los nuevos sueldos son un 12% menores que los que se pagaban en 2008. Esta situación es especialmente difícil para los jóvenes ya que los salarios de entrada en el mercado laboral han caído un 14% frente a los años previos a la crisis.
Los jóvenes se quedan fuera de la recuperación
Estas condiciones hacen que, a pesar de la recuperación del nivel de PIB previo a la crisis, la renta siga sin hacerlo. Según los datos del INE, la renta disponible de los hogares es ahora un 3% más baja que antes de la crisis. Es decir, España produce más con menos trabajadores, lo que hace que el récord de PIB no se traslade a los bolsillos de los ciudadanos, sobre todo los de los jóvenes, que sigue lejos de los niveles precrisis.
Además, 2017 también será recordado por la rebaja del déficit público, que, si no sucede nada extraño, llevará a que España abandone el protocolo de déficit excesivo el próximo año, cuando su desfase presupuestario bajará del 3% del PIB por primera vez desde el año 2010. Pero tampoco este logro puede ocultar las sombras que se esconden detrás de él.
A pesar de las previsiones del Gobierno, la deuda pública sigue rondando el 100% del PIB y el porcentaje sólo se reduce por la mejoría del PIB, ya que el saldo total no deja de aumentar. Por el momento, este altísimo nivel de deuda no es un problema debido a los bajos tipos de interés de las emisiones del Tesoro, pero podría llegar a serlo si la retirada de estímulos del BCE y la subida de la inflación elevan los tipos sin que España haya hecho nada por rebajar su endeudamiento, como sucede hasta ahora.
Sin presupuestos ni reformas a la vista
Además, el Gobierno afronta 2018 sin ni siquiera haber llevado los presupuestos del próximo año al Congreso de los Diputados. La crisis de Cataluña hizo que el PNV se lo pensara dos veces antes de apoyar las cuentas de 2018, lo que provocó que Montoro decidiera no presentar el proyecto de presupuestos en el último momento. Así que el Ejecutivo afronta el próximo año debilitado y con dudas sobre su capacidad para sacar adelante unas nuevas cuentas, incluso tras dar luz verde a las nuevas cifras del cupo vasco para atraer al PNV.
Esta debilidad parlamentaria también se ha traducido en la parálisis reformista del Gobierno. Si en 2016 no se aprobó medida alguna por estar el Ejecutivo en funciones durante la mayor parte del año, en 2017 han sido las dificultades parlamentarias las que han llevado a postergar buena parte de las reformas prometidas por Rajoy en la investidura. Ni la educación, ni las pensiones, ni el sistema fiscal han visto ningún avance en este 2017. Sólo la financiación autonómica ha registrado un mínimo avance, pero por el momento parece lejana una reforma también en este aspecto.
Además de la educación, quizá la reforma que parece ahora más urgente es la de las pensiones. El Gobierno ha recurrido a un préstamo de 10.000 millones de euros hacia la Seguridad Social para no agotar el fondo de reserva de las pensiones, pero el año termina con un importe que ya no da ni para pagar una nómina y un déficit que apenas se ha corregido a pesar de que los ingresos del sistema podrían alcanzar la cifra más alta de su historia.