El mercado del petróleo se prepara para atravesar una de la mayores interrupciones de suministro desde la Segunda Guerra Mundial. Los analistas de Goldman Sachs prevén una interrupción de alrededor de 1,6 millones de barriles en el escenario base, lo que llevaría los precios del crudo a los 135 dólares por barril, frente a los 113 dólares a los que cotiza en estos momentos.
Las exportaciones rusas de petróleo han caído desde la invasión de Ucrania por parte del país, ya que las entidades financieras han sido reticentes a la hora de otorgar garantías para operaciones de compra a la espera de conocer el nivel de las sanciones que se estaban preparando, según indican expertos consultados por este diario, un extremo que no sólo se ha sentido en China sino que también se ha visto en la banca europea.
Aunque los datos de carga tienen carencias, los informes que maneja Goldman Sachs apuntan a que más de la mitad de los cargamentos de marzo no se han vendido, lo que concuerda con el excepcional descuento de los barriles de exportación rusos en relación con el Brent.
Si se mantiene este escenario, esto representaría un descenso de 3 mb/d en las exportaciones marítimas rusas de crudo y productos petrolíferos, la quinta mayor mayor interrupción en un mes desde la Segunda Guerra Mundial, después del Embargo Petrolero Árabe (1973), la revolución iraní (1978), la guerra Irán-Iraq (1980) y la guerra Irak-Kuwait (1990).
Esta interrupción podría empezar a afectar a los barriles transportados por oleoductos de Kazajistán, que suelen mezclarse con el crudo ruso en el oleoducto CPC.
Aunque las actuales sanciones en Europa no se han impuesto directamente al sector petrolero ruso, la intensificación del conflicto militar y las sanciones más amplias sobre el Banco Central de Rusia están reduciendo de forma significativa el incentivo de Rusia para exportar energía.
La decisión de utilizar las reservas estratégicas de crudo por parte de la Agencia Internacional de la Energía servirá durante un tiempo para equilibrar la desaparición de este petróleo del mercado, a la espera de ver si se suavizan las sanciones sobre Irán y Venezuela para recuperar parte de su producción.
Este movimiento, además, no resulta inmediato. La falta de inversión en los últimos años y el declino natural de la producción de los pozos puede conllevar un retraso adicional de la puesta en el mercado de una mayor producción de crudo.
Arabia Saudí, los Emiratos Árabes y Kuwait podrían aumentar la producción en 2,1 mb/d desde los niveles actuales en un par de meses. Su capacidad productiva a corto plazo es probablemente inferior a la de abril de 2020, ya que la actividad de perforación ha sido la mitad de su nivel desde el primer trimestre de 2020.
Con el silencio de la OPEP hasta ahora, una respuesta de este tipo requeriría probablemente una caída sostenida de las exportaciones rusas y un aumento de los precios que presagiaría un crecimiento económico mucho más débil, en opinión de Goldman Sachs.
El carácter unánime de las decisiones de la OPEP crea dos obstáculos adicionales, que refuerzan su dependencia de los precios: es probable que sólo se considere un aumento después de que se hayan cerrado acuerdos con Irán y Venezuela y probablemente implicaría el fin del acuerdo OPEP+ con Rusia. De entrar en escena, Irán podría devolver al mercado hasta un millón de barriles por día.
Aunque este resultado es cada vez más probable cuanto más se excluye a Rusia de la economía mundial, lo que hace que el núcleo de la OPEP, Irán y Occidente, es probable que se tarde semanas en alcanzarla y un mes para que la oferta comience a aumentar.
Por este motivo, China jugará un papel importante en la medida que siga o no comprando petróleo a Rusia. El país puede beneficiarse de los importantes descuentos que se estaban registrando para el crudo de calidad Ural y facilitar la exportación de otros cargamentos.
Goldman Sachs además advierte que los precios del petróleo a largo plazo están infravalorados, ya que siguen incluso por debajo de su previsión antes de la escalada de Ucrania y llama la atención sobre un riesgo adicional clave para las exportaciones rusas que provendría de cualquier posible impago por parte de sus exportadores privados, ya que reduciría aún más el incentivo para exportar.