Empresas y finanzas

El honor y la jubilación tranquila de Francisco González, en riesgo por el 'caso Villarejo'

  • La presidencia de honor de BBVA de González está en el aire
Francisco González. Foto: Reuters.

"Que todo lo que hagamos sea legal, publicable y moralmente aceptable para la sociedad". Estas palabras fueron pronunciadas hace exactamente tres semanas por el todavía presidente ejecutivo de BBVA, Francisco González (FG), en un acto interno de despedida del banco tras dos decenios en el cargo. Hacía referencia a uno de los tres pilares que, a su juicio, la entidad había implantado hace más de veinte años en su forma de actuar.

Diez días después de que González hiciera estas declaraciones dejó las riendas de BBVA, pero accedió a un puesto de honor con el que el segundo grupo financiero de este país quiso premiar su trabajo y dedicación a lo largo de todo su mandato.

Esta semana el valor de los principios de actuación a los que hacía referencia el banquero se han puesto más que en entredicho al destaparse episodios de un pasado oscuro, casi de serie televisiva de intrigas o policiaca.

Los contratos de BBVA al comisario Villarejo -hoy en prisión preventiva por casos de espionaje- para abortar a finales de 2004 la operación de asalto que orquestó Sacyr con el apoyo del recién estrenado Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero no sólo están cuestionando el mensaje de que todo lo hecho durante su gestión ha sido legal o ético, sino que amenaza el aura de honorabilidad con la que el banco quiso brindar a González en el momento de su jubilación. Un retiro en el que, además de contar con los 79 millones de euros de su fondo de pensiones, podrá acceder a un despacho y un coche oficial ante tal puesto de distinción otorgado por el consejo de administración.

Solo las sospechas de que el banco, bajo su dirección, reclamara a Villarejo el pinchazo masivo de los teléfonos de importantes empresarios, políticos y periodistas sin orden judicial están arruinando sus primeros días de descanso vitalicio. La relevancia de las escuchas, en las que participó el director de Seguridad del banco, Julio Corrochano Peña, es tal que la posición de privilegio de González podría terminar más pronto que tarde.

La Audiencia Nacional investiga en una pieza separada los pinchazos telefónicos que alcanzaron La Moncloa, el Congreso, la sede de los partidos políticos y determinados medios de comunicación. En particular llegaron, entre otros, al jefe de la Oficina Económica de Zapatero, Miguel Sebastián; al expresidente de Sacyr, Luis del Rivero; al empresario y accionista de esta constructora, Juan Abelló; al entonces director gerente del FMI, Rodrigo Rato; y al expresidente de BBVA, Emilio Ybarra, tal y como publicó el miércoles elEconomista.

Investigación interna

El caso también está siendo analizado por los supervisores. La CNMV por las repercusiones que podría tener la trama de espionaje en el propio banco y porque las escuchas afectaron a algunos antiguos altos cargos de este organismo, como a sus máximos responsables de la época, Manuel Conthe y Carlos Arenillas.

BBVA, asimismo, tiene en curso desde el pasado junio una investigación interna para detectar posibles irregularidades en los contratos a Villarejo y tomar las decisiones oportunas. No descarta demandar en los tribunales, incluso, al propio González. Sorprende, sin embargo, que la entidad haya hecho público este rastreo y sobre todo la fecha de su comienzo, ya que el banquero gallego estaba al frente del mismo con todos los poderes y en su recta final de mandato. Un mandato, eso sí, que ha culminado antes de lo previsto.

En septiembre la entidad anunció la salida anticipada de González y la sustitución de éste por su mano derecha Carlos Torres a partir del 1 de enero. En principio, su marcha estaba prevista para finales de 2019, una vez cumplidos los 75 años que marcan los estatutos del grupo financiero para permanecer en el consejo.

En los últimos días el caso de las escuchas de BBVA ha corrido como la pólvora en todas las altas esferas de la vida empresarial, política e institucional. Todo el mundo recuerda la batalla de Sacyr y el banco en 2004 y algunos recuerdan cómo González tomó el poder absoluto de la entidad en 2001 gracias a la denuncia que hizo él mismo contra el entonces copresidente de la misma, Emilio Ybarra, y el clan de los Neguri.

González tuvo conocimiento de la existencia de cuentas secretas en paraísos del banco para pagar la pensiones de la cúpula del antiguo Banco Bilbao Vizcaya (BBV) y no tardó en darlo a conocer a la opinión pública y a los estamentos judiciales. Esta revelación obligó a Ybarra a dejar su cargo, lo que permitió al banquero de Chantada alzarse con el mando único del grupo al que había llegado de la mano de José María Aznar en 1996, que le nombró presidente del antiguo banco público Argentaria, que se fusionó con la entidad vasca en el año 2000.

En el mundo financiero se hace referencia estos días a las ansias de poder e influencia de González, quien nunca le ha temblado el pulso para despedir a sus principales colaboradores si comenzaban a hacerle sombra, como al que desde 2001 y hasta 2009 fue consejero delegado, José Ignacio Goirigolzarri, hoy sentado en la presidencia de Bankia. De hecho, el nombramiento de éste en 2012 en la entidad nacionalizada provocó un enfrentamiento del presidente de honor de BBVA con el ministro Luis de Guindos que dura hasta la fecha.

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