Empresas y finanzas

La inteligencia artificial abre brecha en los móviles

  • Los smartphones de gama alta encuentra el reclamo para diferenciarse

No todos los smartphones son inteligentes. Ya lo quisieran. Aunque ostenten el prefijo smart, la industria de las telecomunicaciones está replanteándose el verdadero significado de inteligencia artificial (IA) aplicada a la telefonía móvil.

Ya no basta con que los dispositivos estén conectados a la Red, la nube o a otros equipos igualmente superdotados. El reto consiste en que las máquinas sean capaces de procesar cientos de miles de datos como lo haría el cerebro humano, con resultados dignos de semejante altura. La brecha en el sector salta a la vista: a un lado estarán los dispositivos realmente avanzados, y a otro, se amontonará el resto. Según un reciente estudio de Gartner, el 80% de los móviles dispondrá de capacidades cognitivas en 2022, frente al 10% que disponía el año pasado.

El arma para combatir en este nuevo campo de batalla son los procesadores. Los chips de siete nanómetros se han quedado desfasados tras el acelerón de Apple, con su A12, fabricado por TSMC, al que ahora se suma Huawei con su Kirin 980, orgullo del nuevo Mate 20 presentado esta semana en Londres.

Mientras que la mayor parte de la industria se defiende con sus cerebros de 10, 12 y 14 nanómetros, los fabricantes y proveedores con más pulmón financiero e innovador rebajan el tamaño de estos componentes al tiempo que multiplican su capacidad.

Tras los referidos Apple y Huawei, se sumarán a la carrera Qualcomm, AMD e Intel. No les queda otra. Las ventajas son abrumadoras en cuanto a capacidad de proceso y, especialmente, eficiencia energética. Con este tipo de mejoras, los móviles podrán prolongar su batería hasta niveles gracias a la optimización de los procesos y cargas de trabajo.

Los dispositivos dotados con estas habilidades también recargarán sus pilas en menos tiempo que sus competidores tradicionales y permitirán un manejo más fluido y ágil en todas sus tareas. Salvando las distancias, podría compararse su uso como conducir un deportivo o un utilitario. Ambos vehículos sirven básicamente para lo mismo, pero las diferencias son enormes a poco que se entre en profundidad.

Comercialmente, pocos clientes mirarán el dato de los gigahercios como resorte de compra, pero no ocurrirá lo mismo con la fotografía móvil. Gracias a las nuevas prestaciones de la inteligencia artificial, la imagen captada por el móvil pasará en una centésima de segundo por el tamiz de miles algoritmos para realzar los valores, corregir los defectos y lucir esplendorosa incluso en las condiciones más adversas.

Sirva como ejemplo la reciente apuesta del Pixel 3 de Google, que incorpora la aplicación de inteligencia artificial Súper Res Zoom, para las fotografías ampliadas, o el Group Selfie, para afinar los autorretratos de grupos. Entre otros virtuosismos, el smartphone es capaz de activar el obturador de la cámara cuando todos los modelos de la foto lucen de forma coincidente con el gesto más favorecedor para cada uno de ellos.

Por su parte, los algoritmos de Bixby permiten a los equipos de Samsung identificar objetos, paisajes, monumentos o productos susceptibles de comprar con un solo clic. Este tipo de funciones ya forman parte de la normalidad de millones de usuarios, convencidos de la utilidad de estos nuevos usos.

La inteligencia artificial y los procesadores de gran potencia forman un tándem idóneo para que los móviles más avanzados puedan traducir en tiempo real las frases que escuchan en lenguaje natural y ejecuten al instante las órdenes orales que reciben.

5G, machine learning y reconocimiento biométrico mejorado

El reconocimiento facial, así como de otros sistemas biométricos de acceso a los equipos, también adquiere una nueva dimensión con la inteligencia artificial, ahora capaz de reconocer al usuario con gafas o sin ellas, con barba o lampiño. Y siempre de forma rápida, sin titubeos que valgan.

La inminencia de la telefonía 5G también pondrá en valor a los equipos dotados con procesadores de mayores prestaciones, dada la multiplicación de datos que se avecina, no sólo procedentes de personas sino, especialmente, de objetos conectados.

El denominado machine learning, es decir, la capacidad de las máquinas de aprender sobre la marcha de todo lo que les acontece, es otra de las asignaturas que suben la nota de la IA. La habilidad para predecir situaciones y actuar en consecuencia es otro de los activos de los smartphones de nuevo cuño. Así, en poco tiempo, los automóviles estarán conectados con el móvil para medir el nivel de fatiga de un conductor en función de los gestos que percibe la cámara.

Gartner también aventura las probables habilidades de los smartphones con IA para evitar los ronquidos más molestos. Basta con detectar este tipo de sonidos durante el sueño para activar un leve estímulo a través de una pulsera inteligente que estimula un sutil cambio en la posición del usuario.

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