Ángel Ron cesará como presidente de Banco Popular tras la junta de accionistas de la entidad que se celebrará en el primer trimestre de 2017. Será entonces cuando abandonará sus funciones en la presidencia y en el consejo de administración y serán asumidas por Emilio Saracho, el nuevo presidente. Las acciones de la entidad subieron hoy con fuerza en el Ibex 35, con un avance del 13,66%, aunque aún se dejan más del 60% en el año. | Perfil de Ron: el banquero tranquilo que deja el timón en el momento más difícil.
La propuesta se produce después de muchos rumores, que apuntaban al descontento de algunos consejeros, como la familia mexicana Del Valle o la consejera independiente Reyes Calderón, con la gestión de Ron, y con la pérdida de valor en bolsa de la entidad, entre otras razones.
En su reunión extraordinaria de hoy, el consejo de administración ha agradecido a Ron los servicios prestados al banco y ha destacado su esfuerzo y determinación por conducir a la entidad "a través de una crisis de duración y proporciones sin precedentes". Además, le ha solicitado que, hasta su sustitución, siga dirigiendo el banco con la misma dedicación.
Todo parece indicar que el ministro de Economía, Luis de Guindos, ha sido clave en esta salida. Guindos consideró que el banco debería completar su saneamiento de una forma más rápida y que para ello era imprescindible una nueva ampliación de capital. Con la capitalización del banco en torno a unos 3.200 millones, tras haber obtenido 2.500 millones en la reciente ampliación de junio, el titular de Economía no vio forma de que el banco acometa esta operación.
No estaba dispuesto a que el Estado saliese al rescate de otra entidad financiera y, por tanto, su intención fue explorar el interés de otras entidades para controlar el Popular. Según fuentes consultadas por elEconomista, se contacta con las principales entidades bancarias del país, las que podrían tener músculo suficiente para absorber los 128.000 millones de su balance, pero no encontró respuesta positiva.
El nulo compromiso de la banca nacional se reprodujo con un tanteo a las entidades extranjeras, que tampoco mostraron interés por desembarcar en el Popular. La única propuesta provino del círculo de Antonio del Valle, el empresario mexicano, séptima fortuna del país azteca, que ha encabezado la oposición a Ángel Ron.
Del Valle acudió a Economía para exponer su plan de tomar el control del Popular, y manifestó su voluntad de lanzar una OPA al banco español. El periplo del mexicano también incluyó al resto de reguladores, como el Banco de España y la respuesta que obtuvo fue que el conflicto en una entidad privada debe resolverse desde dentro, lo que al fin y al cabo, ha propiciado el acuerdo para la salida de Ron.
¿Qué se espera del nuevo presidente?
Así las cosas, en los últimos días, el nombre de Saracho, hasta ahora vicepresidente de JP Morgan, ya estaba en todas las quinielas y parecía el candidato más probable. De 61 años, Emilio Saracho se incorporó a JP Morgan en 1998 procedente del Banco Santander, y fue nombrado director de banca corporativa y de inversión para Europa. | Aquí el perfil completo del nuevo presidente.
¿Qué le espera a Saracho? El nuevo presidente de la entidad se enfrentará a importantes retos. El mercado ha perdido la paciencia con la entidad y le exige que el objetivo marcado en el plan estratégico, el de desembarazarse de 15.000 millones de euros en activos improductivos en 2018 se acelere y dé muestras de que su cumplimiento es factible.
El banco se ha empleado en los últimos meses en avanzar en el proyecto Sunrise, una inmobiliaria independiente cotizada por la que quitará de su balance 6.000 millones de euros brutos. Pero la materialización de este plan, previsto para principios de 2017 y cuya financiación se perfila estos días, está pendiente aún de la aprobación del Banco de España, CNMV y Banco Central Europeo y no será suficiente para que el banco recupere la confianza de los inversores.
La banca de inversión, como los informes de Bank of America y Credit Suisse de la semana pasada, ha dejado claro que el banco necesita tomar medidas adicionales para quitarse buena parte del lastre de los activos tóxicos, que le impide tener unos niveles de rentabilidad que garanticen la viabilidad de la entidad.
Con nuevo presidente, no se descarta que esa manera de potenciar las desinversiones en inmuebles y créditos dudosos asociados al sector promotor venga de una ampliación de capital, lo que le proporcionaría fondos extra para elevar aún más las provisiones (en octubre las subió al 50% de los activos) y facilitaría ventas en bloque, a la vez que podría ser la vía para la entrada de nuevos socios en la entidad.
Con algo más de 4.700 millones de provisiones aplicadas en el último tramo de 2016, Saracho tendrá un estrecho margen de tiempo para demostrar a los mercados que el engranaje del banco vuelve a funcionar y su ventaja competitiva en pymes se va reflejando en los resultados, menos esclavos ya de los activos improductivos.
Ajuste de la entidad
No menos importante es que Saracho tome el pulso a la actividad comercial del banco, ya que tras la realización del ERE por el cual se cierran 302 sucursales y sale casi el 20 por ciento de la plantilla, hay dudas sobre si en el corto plazo tendrá efectos negativos en la actividad del Popular, si bien nadie duda de la ganancia de eficiencia futura.
Del golpe de timón de Saracho dependerá también que se elimine el factor que ha desencadenado la lucha interna en el seno del consejo del banco y que ha propiciado la salida de su predecesor: la cotización de la acción. Los títulos, con la desconfianza de la banca de inversión y en plena rebelión del consejo, ha llegado a caer hasta 0,77 euros, a la vez que la posición de los inversores bajistas se multiplicaba hasta 8,6% del capital.
Se trata, en definitiva, de borrar todas las dudas que periódicamente provoca el Popular desde 2012, tras suspender los test de estrés europeos de ese año, de completar de una forma rápida el total saneamiento de la entidad y de recuperar, de una vez por todas, la rentabilidad perdida hace ya un lustro.