La presión sobre el Banco Central Europeo (BCE) para que suba tipos se acrecienta por momentos. La subida de 50 puntos básicos en EEUU por la Reserva Federal (Fed) y la previsión de que escale sus tasas al 3% al fin de año fortalece a un dólar frente al euro añadiendo argumentos para lanzar el proceso. El mercado espera que los tipos de depósitos oficiales del BCE acaben el año en el 0,3-0,25% frente al -0,5% actual y a largo plazo, servicios de estudios como el de CaixaBank, ven el euríbor en el entorno del 2% en 2024, lo que encarecerá el coste de financiación. Sin embargo, las empresas no muestran inquietud por ahora.
"No hay percepción de preocupación entre el empresariado con esto. Lo que les preocupa es la inflación y el impacto en sus negocios y cuentas de los costes de las materias primas", explican desde la división de Empresas de un gran banco. Un banquero de otra entidad indica que los tipos subirán "gradualmente" y de manera "suave"", por lo que "no debería suponer una carga para las empresas" e irá además "irá acompañada de incremento de actividad, que permitirá reducir su ratio de endeudamiento".
No obstante, sí observan algunos pequeños movimientos según el tipo de endeudamiento. "Para operaciones en el corto plazo no estamos percibiendo una especial preocupación. En cambio, en las operaciones a plazo sí se manifiesta mayor inquietud por la evolución de los tipos, y las empresas optan preferentemente por cerrar operaciones a tipo fijo" o "contratar derivados de tipos de interés", apuntan en otra entidad. Reconocen además que que el hecho de que los tipos se estén "modificándose con mucha rapidez" en el último mes y medio, "provoca mayor urgencia en las empresas por firmar las operaciones antes de que los tipos continúen con su escala".
Ninguno de los bancos consultados ve una demanda mayor de refinanciaciones, pero sí interés en adelantarla si vence pronto: "Sí percibimos en algunos casos en los que las estructuras vencen en un plazo relativamente corto que se está anticipando la renovación para intentar obtener tipos mejores a los que se esperan dentro de un año", refieren, aunque admiten que "los próximos meses serán claves" para confirmar si las subidas de tipos producen un aumento de las refinanciaciones.
Refinanciaciones y bajos tipos
En la banca relativizan el potencial efecto del encarecimiento de los costes porque se parte de niveles históricamente bajos. Si el BCE subiese los tipos al 3%, algo que no esperan, los precios del crédito retornarían a cotas del 2014 o 2013. Hoy la TAE para nuevas operaciones por cuantías inferiores a los 250.000 euros está en el 2,13% con cifras del pasado marzo -en el 2014 rebasaba el 5%-, en operaciones de importes entre 250.000 euros y el millón ronda el 1,488% y un 1,120% en cuantías superiores. En estos últimos dos casos, la TAE rondaba el 4% y 3%, respectivamente, en 2013.
"Se está hablando de que pueda sumar un punto en un par de años y, con la inflación actual, sigue pareciendo que está muy barata porque el tipo de interés nominal sería además negativo", reflexiona un banquero.
Al sector tampoco le inquieta que vaya a provocar problemas de impagos gracias al desapalancamiento acometido por las compañías. En plena crisis financiera, las empresas arrastraban una deuda equivalente al 140,8% del PIB, muy superior al 90-100% de medida en empresas del área euro. Pero hasta 2020, corrigieron su carga aprovechando "la situación macro favorable y una financiación con tipos de interés históricamente bajos", aunque volvió a subir ligeramente en la pandemia con el acopio de liquidez por miedo a qué podría pasar. Con todo, su deuda representa aún hoy el 104,8% del PIB, inferior al 110,5% medio de Europa o el 164% de Francia.

"A partir del inicio de la pandemia han incrementado su endeudamiento, pero este aumento de deuda va ligado a un problema coyuntural y de falta de liquidez, mientras que en la crisis financiera del 2008 el aumento de deuda en las empresas estaba ocasionado por el boom inmobiliario y un sobreendeudamiento difícil de digerir", refieren desde la división de empresas de otra gran entidad.
Y precisamente ese colchón da cierto confort: "La ayuda del ICO a las empresas se ha materializado en préstamos a plazos largos de amortización que permiten una capacidad de repago más holgada y poder asumir este periodo transitorio de falta de actividad", agregan. Sí están, sin embargo, atentos al vencimiento de los créditos otorgados con aval del ICO y será a partir del segundo trimestre del 2022, cuando finalizan sus carencias, "cuando nos podremos encontrar reestructuraciones de deuda", indican, subrayando que, en cualquier caso, no hay indicios preocupantes. El programa de avales movilizó 131.600 millones de euros en financiación, de los que un 39% se acogieron a la carencia del pago en el principal -el 61% restante se pagaba con normalidad-. Y solo hay 3.000 millones en morosidad.
A pesar del tsunami que supuso el Covid, por el cierre radical de algunos negocios y las restricciones posteriores, no cambió la pauta en las prácticas crediticias al margen de las líneas del ICO. Un banquero explica que la cartera financiada corporativa está "al 50%" a tipo fijo y tipo variable, con plazos en su mayor parte "entre los 4, 5 y 7 años" para la amortización. Lo que sí ha cambiado en las últimas décadas es la vulnerabilidad frente a oscilaciones de tipos porque las empresas, sobre todo de gran tamaño, han aprovechado para realizar emisiones a precios históricamente bajos aunque ahora están repuntando. Si en 2008, obtenían el 75,62% de sus fondos vía crédito tradicional, ahora supone un 51,19% del total de su deuda. El relevo lo ha tomado con fuerza las emisiones de bonos y ahora representan un 15,21% de su financiación frente al 3,16% de entonces.
Lejos de temer daños en su solvencia
"Creemos que estamos lejos de una situación donde las subidas esperadas de tipos afecten a solvencia de las compañías y su eventual reestructuración. Este tipo de procesos están más relacionados con indicadores más directos de actividad económica como la evolución del PIB", sostiene un banquero. Un diagnóstico coincidente en el sector es que, "en términos generales", "hay bastante holgura para soportar subidas sin que afecte a la solvencia" gracias al desapalancamiento realizado por las empresas en los últimos años y una concesión de crédito muy prudente desde la crisis de 2028.
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