
La polémica entre los socios de Distrito Castellana Norte (DCN), promotora del desarrollo urbanístico Madrid Nuevo Norte, está servida después de que BBVA, el socio mayoritario con el 75,5% del capital, haya logrado aprobar en la junta de accionistas de DCN celebrada esta mañana, eliminar el derecho de tanteo de los socios minoritarios: Merlin y Sanjose.
La socimi y la constructora, que han votado en contra de este cambio en los estatutos de DCN, se van a poner manos a la obra para revertir esta decisión y poder mantener así su derecho de compra preferente de acciones en la compañía, que se encargará de impulsar el que será uno de los mayores desarrollos urbanísticos de Europa.
La única vía que tienen ambas compañías para subsanar esta situación es recurrir la decisión de la Junta de Accionistas a la corte de arbitraje de la Cámara de Comercio de Madrid y así prevén hacerlo en pocos días.
Mediante este arbitraje deberá aclararse si el objetivo de BBVA al modificar los estatutos responde a un interés particular de la entidad o supondría un beneficio real para la compañía y sus accionistas, tal y como han apuntado desde el banco, que ven positiva "la entrada de nuevos accionistas".
Apuesta de Merlin por el proyecto
Desde la socimi se ha dejado claro en repetidas ocasiones que tienen "un compromiso absoluto con Madrid Nuevo Norte". Así lo apuntó recientementa Ismael Clemente, CEO de Merlin, durante la junta de accionistas, donde explicó que se trata de un proyecto estratégico para la compañía, ya que una vez finalizado su plan de oficinas actual, bautizado como Landmark I, y tras inicial y acabar con Landmark II, Madrid Nuevo Norte se convertirá en "el tercer paso de crecimiento orgánico de la compañía".
"Creemos que este desarrollo será el futuro CBD (Central Business District) prime de Madrid y nosotros seremos propietarios en el de 964.000 m2 de oficinas, lo que sumado a la cartera actual de la compañía nos convertirá en el principal propietario de activos prime en este segmento de la ciudad", explicó Clemente.
El atractivo de este proyecto, que llevaba encallado más de 26 años, es tal que incluso antes de su aprobación definitiva fueron varios los inversores que se acercaron a los accionistas para mostrar su interés por entrar en el accionariado. Así, entre los nombres que sonaron hace dos años destacaban inversores como el fondo soberano de Qatar, Brookfield o Mitsubishi.