
El precio de los alimentos desde su origen en el campo hasta que se vende al consumidor en las tiendas se multiplica ya por cinco, lo que supone la mayor diferencia que ha habido desde el año 2014. Según explican desde la Coordinadora de Organizaciones Agrarias y Ganaderas (Coag) Coag, esta diferencia se explica por la subida de los costes en la distribución a raíz de la pandemia y la caída de precios, en muchos casos, en el campo.
En la agricultura la diferencia es de 5,51 veces mientras que en la ganadería es de 3,29, existiendo además disparidades muy significativas entre unos productos y otros.
De acuerdo con el estudio que elabora de forma mensual Coag, el producto que más se encarece desde el campo al supermercado es la patata, pasando de 0,10 euros el kilo a 1,17, lo que supone un incremento del 1070%. Y en la misma línea también, la lechuga sube un 892%, el brócoli un 842%, la naranja un 688%, la berenjena un 596 y el limón un 593%.
En cuanto al resto de alimentos, en el caso de las carnes, destaca el incremento del precio de la carne de cerdo, con una diferencia entre los supermercados y las granjas del 388%; la ternera, con un incremento del 339%; el pollo, con un 249% y el cordero con un 238%. Algo menores en cambio son las diferencias existentes en la leche, del 159%, y sobre todo del aceite de oliva y los huevos. En el primer caso, el encarecimiento en el proceso de venta es del 46% y el segundo del 36%.

Andrés Góngora, responsable de frutas y hortalizas de Coag, explica que "el mes de diciembre ha sido muy complicado porque, al margen de las incertidumbres generadas por el Brexit, ha salido al mercado mucho volumen de producto debido a una maduración temprana, lo que ha facilitado que los intermediarios lo hayan aprovechado para comprar a precios muy bajos mientras que los supermercados han mantenido la misma línea que en otras campañas de Navidad, encareciendo determinados alimentos respecto a octubre o noviembre".
Encarecimiento
Los precios de los alimentos comenzaron a encarecerse de forma muy significativa a partir de marzo, cuando a raíz del comienzo de la pandemia y la declaración del estado de alarma se decretó el confinamiento de la población. En ese momento, los problemas logísticos para garantizar el abastecimiento y la necesidad de asumir costes muy elevados para garantizar la seguridad tanto de los trabajadores como del consumidor, obligó a las empresas de distribución a llevar cabo subidas muy significativas.
Y, aunque con el paso de los meses, esas subidas se han ido suavizando y los supermercados han intentado en la medida de lo posible contener los precios, la diferencia entre lo que se paga en las tiendas y lo que se retribuye al agricultor o al ganadero se ha ido estrechando.
Marca blanca
De forma paralela, la pandemia por el coronavirus y el confinamiento decretado por el Gobierno el 14 de marzo está provocando un vuelco sin precedentes en el sector de la distribución desde el año 2002. Por primera vez, y salvo un pequeño estancamiento entre 2015 y 2017, las marcas blancas de gran consumo, incluyendo alimentación envasada, droguería y perfumería, están cediendo terreno frente a las de los fabricantes.
A la espera de lo que pase ahora con el agravamiento de la crisis y el crecimiento del paro, si bien en enero y febrero hubo todavía un crecimiento de la marca blanca, a partir de marzo, con el confinamiento se produjo un punto de inflexión. Así, en el acumulado de los seis primeros meses del año, mientras que las enseñas de los fabricantes crecieron a un ritmo del 10%, las de la distribución se quedaron en el 8%, con lo que han perdido parte de la cuota que tenían.