
El debate sobre el uso del cigarrillo electrónico para dejar de fumar vuelve a estar en primera línea. Mientras distintas organizaciones científicas e incluso sanitarias de distintos países avalan la efectividad del uso de los vapeadores frente a los parches o chicles de nicotina, la industria farmacéutica, que busca proteger su oferta de productos antitabaco, se ha posicionado radicalmente en contra.
Pero no siempre fue así. Hace años, defendió su uso como medicamentos y una regulación similar a la del resto de productos para dejar de fumar. De fondo, había un negocio que llega ya a 35.000 millones de dólares, que no quería dejar de lado.
De acuerdo con correos internos y documentos a los que ha tenido acceso elEconomista, el sector defendió hace años que los denominados NCP -productos que contienen nicotina, incluido el cigarrillo electrónico- debían de ser considerados medicamentos y sometidos a la misma regulación.
Una de las primeras en pronunciarse en este sentido fue GlaxoSmithKline, conocida como GSK, que en 2013 remitió un detallado estudio directamente a Dominik Schnichels, director de SANCO (la actual Dirección General de Salud y Seguridad Alimentaria de la Comisión Europea), en el que se mostraba partidaria "de una regulación responsable y proporcionada" de que todos estos productos se regularan como medicamentos.
Documento común
Este documento, de común acuerdo entre Johnson & Johnson y Novartis, exigía así la Comisión Europea que los NPC se sometieran a las mismas pruebas y requisitos.
"Creemos en un sistema de acceso único, sin diferenciación en las ventajas clínicas/regulatorias y de distribución (...). Creemos que los dispositivos que introducen la nicotina en el cuerpo humano deben tener un alto nivel de calidad único y constante. Creemos en la publicidad y la amplia distribución de productos diseñados para mejorar la salud ayudando a las personas a reducir y dejar de fumar", aseguraba en uno de los correo remitido por Sophie Crousse, directora de Asuntos Públicos en Europa, a Schnichels.

En mayo de ese mismo año se sentaron a un lado de la mesa la industria farmacéutica (la propia GSK, Johnson & Johnson y Novartis) y otros representantes de empresas productoras de los llamados NRT (terapias de reemplazo de nicotina) frente a los miembros de la ya extinta SANCO por parte de la Comisión Europea. En el marco de aquella reunión, la industria farmacéutica habría dejado constancia de su firme intención por entrar de lleno al mercado de los NCP – es decir, el cigarrillo electrónico – como gama de productos con categoría de medicamento y destinado a los fumadores que quisieran abandonar el hábito. "Esta apuesta venía avalada, según ellos, por su amplia experiencia en la comercialización de los NRT desde la década de los años 70 y sus conocimientos aplicados en estas alternativas destinadas para dicho fin", aseguran las fuentes consultadas.
A pesar de la iniciativa liderada por la GSK, la Comisión Europea decidió, sin embargo, no someter a todos los cigarrillos electrónicos a su aprobación como medicamentos.
¿Podríamos haber visto al cigarrillo electrónico en las estanterías de las farmacias? En última instancia, todo indica así que esa hubiera sido la intención de la industria farmacéutica. En 2015, Andrew Witty, director ejecutivo de GSK, confesó de hecho que su equipo había explorado la posibilidad de que la firma británica produjera y compitiera directamente con el cigarrillo electrónico.
Paso atrás
"Lo hemos pensado en profundidad, pero no vamos a jugar. Definitivamente los nuevos dispositivos nos han comido terreno, sin duda alguna, pero hay demasiada competencia en ese mercado", sentenció Witty en una entrevista en el diario británico The Guardian. El hecho es que tras su defensa como medicamentos, la industria farmacéutica dio un giro radical. Así, en Alemania, la multinacional Pfizer realizó donaciones millonarias para apoyar, por ejemplo, campañas contra el cigarrillo electrónico. La compañía, que cuenta con un mercado muy potente de productos sustitutivos de la nicotina, financió iniciativas, en concreto, de la Alianza para la Acción Alemana contra el Tabaco (ABNR).
Ya en 2016, algunos medios alemanes descubrieron los vínculos entre el Centro Alemán de Investigación del Cáncer (DKFZ) y el Grupo de Acción Científica sobre el abandono del tabaco con la industria farmacéutica, estableciendo en ese momento vínculos con Novartis, GlaxoSmithKline y Johnson & Johnson., según destapó en 2019 el diario alemán Der Spiegel.
El hecho es que ahora la situación se ha vuelto del lado de las tababaqueras. Porque, aunque se necesitan más pruebas sobre sus posibles impactos a largo plazo, un estudio a nivel mundial ha concluido recientemente que los vapeadores que contienen nicotina y que calientan el tabaco, en lugar de llevar a cabo un proceso de combustión, son más efectivos para ayudar a las personas a dejar de fumar que los parches o el chicle y más seguros que los cigarrillos.
El informe, que incluyó evidencias de 50 estudios en el mundo, sugiere así que el vapeo podría aumentar la cantidad de personas que dejan de fumar. "Ahora hay evidencia de que es probable que los cigarrillos electrónicos con nicotina aumenten las posibilidades de dejar de fumar con éxito en comparación con el chicle o los parches de nicotina", asegura Jamie Hartmann-Boyce, experta del Grupo Cochrane de Adicción al Tabaco, que codirigió la publicación.
Son cada vez más, asimismo, las sociedades científicas de todo el mundo que están avalando el hecho de que los cigarrillos electrónicos o vapeadores pueden ser una alternativa eficaz para poder dejar el tabaco o, al menos, reducir su consumo.