
Los gobiernos europeos han concedido ayudas a las renovables desde finales de los años 80 y principios de los 90, y las fechas límite para seguir recibiéndolas están encima: unos 30.000 MW, la mayoría eólicos, las pierden esta década, afrontando la adaptación al mercado puro y duro, o el cierre y el desmantelamiento. España, con más de 6.200 MW históricos generando sin ayudas desde 2014, puede enseñar muchas cosas a los vecinos del norte del continente.
La duración de las ayudas a las instalaciones renovables se miden por décadas, porque se instauraron para que abarcasen la mayoría de su vida útil, al objeto de garantizar unos mercados que permitieran madurar a las tecnologías verdes para reducir sus costes; en España, sin ir más lejos, las centrales eólicas históricas las tiene reconocidas 20 años y las fotovoltaicas 30 años.
Esa política ha sido un éxito, porque la eólica y la fotovoltaica ya son las fuentes más baratas. Y por otro lado ha resultado que las tecnologías tienen mucha más calidad de lo previsto originalmente: hoy los parques eólicos bien mantenidos se espera que tengan una vida útil de 40 años, por lo que pueden funcionar cuando dejen de recibir ayudas; además, ya amortizados, no precisan el mismo nivel de ingresos para ser rentables.
Obligaciones del mercado
Ahora bien, al dejar de recibir los pagos directos por la producción -Feed-in tariff en inglés, las célebres primas- y someterse al mercado, surgen una serie de obligaciones que no todos los productores pueden o están dispuestos a soportar, y es fácil que muchas plantas cierren: además de la súbita reducción de ingresos, deben gestionar sus ofertas al mercado y deben asumir penalizaciones si la producción final no coincide con la oferta previa -los denominados desvíos-, que bien pueden comerse los beneficios.
El problema es particularmente grave en Alemania, donde el primer desarrollo eólico lo protagonizaron granjeros y otros actores ajenos al sector energético propiamente dicho, que no tienen en los parques eólicos sus principales vías de ingresos. Por añadidura, las plantas son pequeñas, sin la escala necesaria para abordar con éxito el paso al mercado.
El Consejo de los Reguladores Europeos de Energía (CEER por sus siglas en inglés) ha publicado un informe sobre el vencimiento de las ayudas a las renovables en 18 países de la UE que calcula en más de 30.000 MW la potencia verde que las pierde durante la presente década.
El documento igualmente aborda las soluciones existentes para que las plantas sigan operando a régimen de mercado, como el uso de herramientas predictivas eólicas para hacer buenas ofertas o la agregación de dichas ofertas para minimizar los desvíos.
Grandes empresas en España
Todas estas soluciones son bien conocidas en España, en primer lugar porque nuestro esquema de apoyos ha vinculado más las instalaciones al mercado que en el resto del continente -las plantas llevan años gestionando los desvíos-, porque aquí el perfil de productor es profesional -la mayoría son grandes empresas, con volúmenes de potencia relevantes- y porque ya tenemos los 6.200 MW eólicos más antiguos operando a régimen de mercado desde 2014, después de que el Gobierno de la época les suprimiera las ayudas, al entender que ya habían cobrado suficiente.
La Asociación Empresarial Eólica (AEE) señala que la supresión fue traumática: hubo problemas para hacer frente a los gastos recurrentes -operación y mantenimiento, amortización, alquileres, salarios, impuestos, etcétera-, que se solucionaron con provisiones de años anteriores o renegociando créditos con la banca, aunque también hubo quien tuvo que vender las plantas. Para evitarlo, la Asociación recomienda que se establezca un período transitorio cuando venzan los apoyos.
Pero una vez superado el choque, el principal efecto ha sido que esas instalaciones han elevado el precio de las ofertas al mercado eléctrico para recuperar al menos una parte de los costes operativos, situados en el entorno de los 20 euros por MWh; como consecuencia, desde 2014 no se han vuelto a ver un precio de casación cero, aunque hemos estado muy cerca en las semanas de confinamiento. Además, las plantas también han hallado otras vías de ingresos menores al vender energía verde certificada en el extranjero y participar en los servicios de ajuste del sistema.
CEER también apunta otras soluciones reclamadas por las empresas, como facilitar la sustitución de máquinas viejas por nuevas -práctica conocida como repotenciación- para aprovechar mejor los emplazamientos con buen recurso eólico.
Con vistas a los próximos años, en 2024 vencerán las primeras ayudas eólicas en España y en 2032 ya no quedará ninguna. En el caso de la energía solar, el grueso no caduca hasta mucho después: 2038.