
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, resaltó en el pistoletazo de salida a su reconquista de la Casa Blanca en 2020 que solo logrará un acuerdo comercial con China si este es "bueno y favorable". De lo contrario, su administración se conformará con seguir recibiendo "miles de millones" de dólares tras la retahíla de aranceles impuestos al gigante asiático.
Con las miras puesta ya en la Cumbre del G20 que se celebrará el próximo 28 y 29 de junio en Osaka, Japón, donde Trump y su homólogo chino abordarán las tensiones comerciales entre las dos economías más grandes del mundo, el Peterson Institute for International Economics (PIIE, por sus siglas en inglés) publica un análisis donde recalca cómo la guerra comercial instigada por el mandatario republicano ha logrado que China rebaje los aranceles, pero no a EEUU sino al resto de socios comerciales.
"Mientras China aumentó sus aranceles a exportaciones estadounidenses el pasado 1 de junio en respuesta a la última escalada de la guerra comercial del presidente Trump, el país comienza a desplegar la alfombra roja al resto del mundo", apuntan Chad P. Bown, Euijin Jung y Eva Zhang, autores del estudio de este think tank con sede en Washington.
De esta forma, aliados y socios comerciales de EEUU, como Canadá, Japón o Alemania han visto como Pekín ha reducido repetidamente los aranceles a sus productos ofreciendo a estos un mayor acceso a los 1.400 millones de consumidores chinos.
A lo largo del año pasado, mientras Washington y Pekín imponían aranceles sobre productos de ambos países por valor de más de 360.000 millones de dólares, China rebajaba sus gravámenes a las importaciones del resto de miembros de la Organización Mundial de Comercio (OMC). El gigante asiático no solo redujo sus tasas a las importaciones automotrices el 1 de julio de 2018. También hizo lo propio con otros 1.449 bienes de consumo como productos agrícolas, cosméticos, ropa y electrodomésticos. Algo más tarde, el 1 de noviembre del año pasado recortó los aranceles a 1.585 productos industriales, incluidos productos químicos y maquinaria.
Para entonces, el gigante asiático había reducido sus gravámenes a las importaciones del resto del mundo del 8% al 6,7%, lo que fomentó que los consumidores chinos contasen con una razón de peso para alejarse de los proveedores estadounidenses. En comparación, a lo largo de 2018, los aranceles medios a los productos estadounidenses subieron del 8% hasta casi el 20% actual.
La tregua que cayó en saco roto
Tras la tregua comercial alcanzada por Trump y Xi en Buenos Aires en diciembre del año pasado, China extendió su reducción arancelaria a los exportadores de coches estadounidenses el pasado 1 de enero de 2019. Fruto de esta decisión, el gravamen medio de Pekín a los bienes procedentes de EEUU se redujo del 18,2% al 16,5%.
No obstante, tras cuatro meses de negociaciones, el alto el fuego arancelario cayó en saco roto. El pasado 10 de mayo, la administración Trump aumentó los aranceles del 10% al 25% sobre importaciones chinas por valor de 200.000 millones de dólares alegando que Pekín no estaba negociando de buena fe y se había alejado de los compromisos alcanzados hasta entonces.
Paralelamente, el 17 de mayo, la Casa Blanca arrancó el proceso para imponer un arancel del 25% a cerca de 300.000 millones de dólares de bienes chinos, lo que supondría tasar la totalidad de productos procedentes del gigante asiático que llegan al país. Como respuesta a estas acciones, China aumentó sus aranceles sobre sus importaciones procedentes de EEUU hasta una media de casi el 21% el pasado 1 de junio de 2019.
Un impacto mayor para EEUU
"Las provocaciones de Trump y la doble respuesta de China hacen que las compañías y los trabajadores estadounidenses se encuentren en una desventaja de costes considerable en relación con las empresas chinas y las empresas en terceros países", destacan los autores del análisis.
El informe indica que es probable que las reducciones arancelarias de China hacia el resto de socios comerciales han ayudado a frenar la disminución de las importaciones de dichos países a medida que la guerra comercial con EEUU ha debilitado el crecimiento y la demanda interna del gigante asiático.
Entre algunos ejemplos mencionados destacan por ejemplo, los criadores de langosta estadounidenses. La industria estadounidense ha visto caer sus exportaciones en un 70% después de que China impusiera un arancel del 25% el pasado 6 de julio de 2018. Por el contrario, las exportaciones de langosta de Canadá a China casi se han duplicado, ya que se beneficiaron de un recorte arancelario de 3% el año pasado.
Algo similar ocurrió con los exportadores estadounidenses de salmón del Pacífico, que han sufrido una caída de sus ventas a China a medida que Pekín ha reemplazado sus importaciones por las procedentes de Japón, agraciando a exportadores nipones de salmón con una rebaja de 3% a las tasas de importación. China trasladó gran parte de sus importaciones de soja estadounidense el año pasado a Brasil y Argentina incluso sin reducir su arancel del 3% sobre las importaciones de soja de estos países.