Internacional

Los aranceles invertidos: la jugada maestra de China para tumbar el proteccionismo de Trump

Parecía que Pekín se había quedado sin munición para responder a la última remesa de aranceles de EEUU. Y mucho menos iba a tener capacidad de contragolpear a la amenaza del presidente Donald Trump de gravar todos los productos chinos. Pero Pekín maneja una jugada maestra de aranceles a la inversa, para recortar todas las restricciones al comercio exterior a excepción de las exportaciones estadounidenses. El movimiento supondría abrir su economía al resto del mundo con una medida sin precedentes.

Todavía no está confirmado, pero el primer ministro chino Li Keqiang ha dejado entrever que China podría bajar sus propios aranceles para productos de países que no fueran de EEUU. Una especie de aranceles a la inversa para atacar a Trump y gravar a los productos made in USA de manera indirecta.

"Podría lograr el mejor de los mundos en mitad de la guerra comercial: haría los productos norteamericanos menos competitivos en China y quedaría como un paladín del libre comercio y de la apertura de los mercados propios a los demás", indica Juan Ignacio Crespo, analista financiero y asesor de fondos de Renta 4.

La decisión tendría su contraparte con un movimiento sin precedentes en el aperturismo económico de China. Abriría las puertas al resto de países, que en estos momentos se encuentran expectantes de cómo puede terminar el crecimiento del proteccionismo.

China tiene uno de los aranceles medios más elevados del mundo industrializado

A pesar de que durante los últimos años China ha realizado una fuerte apuesta por el aperturismo económico, sigue manteniendo una tasa media de aranceles alrededor del 10%, uno de los niveles más altos entre los países industrializados, según datos recopilados por Bloomberg.

Aún no está claro cómo el Gobierno de China ejecutará esta rebaja de aranceles. Cualquier reducción de aranceles normalmente debe ofrecerse a todos los países por igual según las normas de la Organización Mundial del Comercio, después de elaborar una lista de productos en los que se reducirán las tasas.

"Al reducir los impuestos a las importaciones, China está enviando un mensaje a la comunidad internacional" de que abraza el libre mercado y las reformas económicas, subraya Tommy Xie, economista de Oversea-Chinese Banking. El gesto todavía es más meritorio en plena guerra comercial con EEUU y con los países refugiándose en prácticas más proteccionistas.

La obsesión de Trump es terminar con el déficit comercial que mantiene EEUU con sus socios comerciales, incluidos vecinos como Canadá o México y la Unión Europea. La respuesta inmediata, tras los disparos de Trump al acero, aluminio, lavadoras..., fue aplicar la misma medicina gravando productos estadounidenses.

China rompería con esta inercia que iba abocada a congelar el comercio internacional y dañar a las economías desarrolladas y emergentes. Pese al tamaño del gigante asiático y que es el principal socio comercial de EEUU, la realidad es que no tiene suficiente fuerza para un intercambio directo de aranceles con Trump. EEUU importa mucho más productos de China, que China productos estadounidenses.

Tiene la ventaja adicional de que hará que las empresas estadounidenses carguen contra la estrategia de Trump

Para Chang Shu, economista de Bloomberg Economics, de aprobarse el recorte arancelario sería un alivio para las tensiones comerciales a nivel global, aunque insiste en que no se olvide que la iniciativa no terminará con el enfrentamiento de Trump con China, ya que es una herramienta más en mitad de la guerra comercial.

Sin embargo, la medida es menos agresiva y lesiva para el comercio respecto a la que ha llegado a deslizar los medios chinos cercanos al Gobierno. Directamente, planteaban represalias sobre las empresas estadounidenses asentadas en el país.

Ese tipo de medida iría en contra de la política desplegada por China, que además de encajar las embestidas de EEUU, tiene que manejar una desaceleración que amenaza su economía. Pekín está aplicando medidas de estímulos para que el consumo interno no caiga, y los aranceles invertidos irían en la línea de fomentar las importaciones.

Nicholas Lardy, analista de China del Peterson Institute for International Economics en Washington, opina que la rebaja de tasas comerciales siguen la lógica de los últimos años de ir adaptándose al capitalismo global. Pero con el añadido de que supone una bofetada para Trump. "Tiene la ventaja adicional de que hará que las empresas estadounidenses carguen contra la estrategia de Trump por bloquear el acceso al mercado chino".

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