Economía

El Banco de España pide mantener la competitividad salarial pese a la menor inflación

  • España resiste la incertidumbre global gracias a la demanda interna
  • Mantiene la previsión de crecimiento para el 2,2% en 2019
  • El BdE alerta de una ralentización en la creación de empleo

El Banco de España ha revisado a la baja las proyecciones de inflación para 2019 en cuatro décimas, hasta el 1,2% y además constata una menor traslación de los salarios al índice de precios. Algo que revela que, por el momento, las alzas salariales y la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) no se han trasladado a los precios, lo que sí sucederá en los dos próximos ejercicios, cuando la inflación escalará al 1,5% y 1,6%, respectivamente.

Ese espejismo inicial de menor inflación daría alas al contexto de alzas retributivas buscado por los agentes sociales y propiciado por la reciente subida, histórica, del SMI, del 22,5%.

El BdE advierte de que los "efectos adversos" sobre el crecimiento del empleo y la competitividad por las subidas salariales no ligadas a la productividad

Por ello, el supervisor avisa a los agentes económicos de que "han de mantener las mejoras competitivas que han estado en el origen de la recuperación" -básicamente la devaluación interna vía salarios que protagonizó la economía española durante la crisis- y, en aras de la prudencia y la previsible subida de los costes laborales reflejada en el informe, el supervisor demanda que se asuma la coyuntura de incertidumbre y los agentes "internalicen las circunstancias concretas de cada sector o empresa a la hora de fijar precios y salarios".

De hecho, la institución previene ante los "efectos adversos" sobre el crecimiento del empleo y la competitividad de las subidas salariales no ligadas a la productividad, al haber detectado subidas medias, y muy generalizadas, en los convenios del orden del 2,2% en febrero, así como "desacoples" entre la evolución de los salarios y la productividad.

Además, el informe evidencia, sin alertar, una ralentización del ritmo de avance del empleo que no impedirá que la economía española logre lucir una tasa de paro del 12% a finales de 2021, frente al 14,45% de cierre de 2018.

En cualquier caso, el estudio de la autoridad monetaria, consciente de la coyuntura de desaceleración mundial, presenta un tono optimista respecto a la economía española. El Banco de España estima que el PIB creció un 0,6% en el primer trimestre de este año, en línea con los anteriores (en 2018, el PIB avanzó al 0,6% en los tres primeros trimestres y aceleró una décima el cuarto). Este dinamismo de la economía española que constata el supervisor deriva en que no haya revisado a la baja la previsión de crecimiento española hasta 2021.

Demanda reanudar la consolidación fiscal y proteger a la economía de futuras "perturbaciones"

Así, mantiene la proyección de hace tres meses, según la cual España crecerá un 2,2% este año, un 1,9% en 2020, y un 1,7% en 2021. No obstante, la institución que encabeza Fernández de Cos puja por una reanudación de la consolidación fiscal, lógica en un contexto en que la ausencia de nuevos Presupuestos aboca a un déficit de cierre de 2019 del 2,5%, frente al objetivo del 1,3%.

También recomienda que se tenga en cuenta la incertidumbre global a la hora de preparar a las economías para "perturbaciones" futuras, entre las que se encuentran los inciertos desenlaces de situaciones como el Brexit, el auge del proteccionismo o las negociaciones comerciales entre China y EEUU.

La coyuntura española mantendrá su dinamismo, según el supervisor, aunque éste constata un debilitamiento del sector exterior, especialmente de las exportaciones, y concretamente de las de bienes. Destaca la merma de los costes de financiación, la positiva evolución bursátil reciente, con avances del 8% en el Ibex 35, así como el buen acceso a la financiación bancaria que apuntala el crecimiento del consumo privado en un 0,5%.

El peligro viene de fuera

El director general de Economía y Estadística del Banco de España, Óscar Arce, resaltó durante la presentación del informe la mejora de la tónica reciente que ha llevado a que se vaya a crecer una décima más este trimestre del 0,5% contemplado inicialmente por la institución.

Arce desgranó los elementos económicos que han ido a mejor (tipos de interés y precio del petróleo) y los que han ido a peor, principalmente las ventas de España al exterior, así como la mayor virulencia de la inflación subyacente (que excluye los elementos más volátiles: energía y alimentos). En cualquier caso, la institución prevé una recuperación de la demanda exterior neta, tras la desaceleración comercial de 2018.

Los principales riesgos que enfrenta la economía española proceden del contexto internacional, en concreto del 'Brexit'. En el plano interno, la mayor desestabilización surge de la indefinición sobre las políticas económicas que se van a aplicar, ante la convocatoria de elecciones el 28-A y la incertidumbre sobre la formación de Gobierno.

Evolución internacional

Respecto a la ralentización de la zona euro, los factores debilitadores tienen origen en países como Reino Unido o Turquía, a los que está más expuesta que China y Estados Unidos. La recomposición de las cadenas de valor en el sector del automóvil es otro de los factores que frena a la eurozona, según la institución.

Por otra parte, la acumulación de noticias macroeconómicas negativas, ha ralentizado el calendario previsto de actuación de los bancos centrales y el ritmo de subidas en los tipos de interés es más lento que el que anticipaban los mercados en ciclos pasados en el área euro y en Estados Unidos.

El problema es que esa inmunidad que presenta España al contexto global puede no ser permanente. El supervisor contempla que la desaceleración global puede acabar transmitiéndose a nuestro país en mayor medida que hasta ahora. Máxime con la exposición significativa que España tiene a Reino Unido vía exportaciones de servicios, del 1,6% del PIB.

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