Nada le sale bien a Theresa May. El parlamento británico rechazó un Brexit sin acuerdo con la UE bajo cualquier circunstancia y añadió una enmienda que prohíbe al Gobierno amenazar con esta opción en las negociaciones, propinando una nueva derrota a la primera ministra en un debate que esperaba ganar con tranquilidad. La enmienda, que May pidió rechazar, fue aprobada por apenas 4 votos (312 a 308) en una primera votación y 43 (321 a 278) en la segunda y definitiva, y dejó a su Gobierno al borde de la explosión. La respuesta de May fue tan simple como increíble: fingir que nada había ocurrido y resucitar su acuerdo, ya rechazado dos veces, para un tercer intento antes del día 20.
Por contra, la moción para salir de la UE sin un acuerdo y buscar pequeños "acuerdos puntuales" con Bruselas para evitar los peores efectos del Brexit fue rechazada por 374 a 164 votos, lo que demuestra la fuerza considerable, aunque minoritaria, de los 'brexiteros' más radicales.
¿A la tercera va la vencida?
Tras este resultado, mañana se celebrará una nueva votación para pedir a la UE una prórroga del Brexit. Pero May ha decidido morir matando: en su plan anuncia que pedirá a la UE una prórroga "si no se aprueba [su acuerdo] antes del 20 de marzo", lo que apunta a que May presentará su plan por tercera vez. Si eso no ocurre, "habrá que pedir una extensión más larga y celebrar las elecciones europeas". "Este Parlamento debe responsabilizarse de las consecuencias de sus acciones, afirmó".
Poco antes, con la sospecha de que algo así ocurriría, el diputado independiente Chuka Ummuna recordó que el reglamento parlamentario prohíbe volver a votar un proyecto ya rechazado en la misma sesión, y el propio presidente de la Cámara, el 'tory' John Bercow, advirtió de que actuaría si el Gobierno 'resucita' el plan sin cambios.
Bercow también señaló que la moción de mañana "puede ser enmendada", por lo que los diputados podrían retirar esa mención y obligarla a optar por una extensión incondicional de forma automática. Tras sus últimas derrotas, nada hace indicar que tenga la fuerza para controlar a nadie, mucho menos a sus propios diputados.
De entrada, el jefe parlamentario del grupo 'brexitero', Steve Baker, afirmó que "pase lo que pase", se asegurará de que sus miembros no pasen a apoyar el acuerdo de May. Algunos otros, sin embargo, sugirieron estar dispuestos a apoyarlo a condición de que May dimita automáticamente tras su aprobación.
La UE ha señalado que solo aceptará una prórroga -que también se votará mañana- si el Parlamento da su apoyo explícito a algún tipo de plan distinto -desde una salida 'a la noruega' a un segundo referéndum- que evite repetir estas mismas escenas al final del nuevo plazo. Así, el líder de la oposición, Jeremy Corbyn, anunció que se reunirá con diputados de todos los partidos "para hallar una solución para la crisis que sufre el país" y "hacer el trabajo que May se ha negado a hacer".
La jornada se vivió en un ambiente extraño, con todas las miradas fijas en las reacciones del Gobierno tras su sonora derrota de ayer. May, que se dejó por completo la voz en una sesión de control más de trámite que de otra cosa, le pasó el testigo en el debate sobre la salida sin acuerdo a su ministro de Agricultura, Michael Gove, y al de Comercio Internacional, Liam Fox. En el debate, prácticamente todos los diputados hablaron en contra de una salida sin acuerdo. Pero Fox, en nombre del Gobierno, rechazó cualquier alternativa que no sea el acuerdo de May, incluso después de una prórroga.
Por la mañana, el ministro de Hacienda, Phillip Hammond, hizo un mensaje que atrajo la atención durante su discurso sobre el estado de la economía, lleno de advertencias contra una salida sin acuerdo y anuncios de nuevos aranceles en ese caso. Hammond advirtió de que "es necesario encontrar un consenso parlamentario", lo que se interpretó como una llamada a la negociación con los laboristas. Más tarde, Gove sugirió que se podrían permitir las "votaciones indicativas" para descubrir qué opción podría tener un apoyo mayoritario.
Guerra 'tory' por las enmiendas
Pero la clave del día estaba en la batalla interna por el control del Partido Conservador. La moción presentada por el Gobierno, para la que la primera ministra anunció que daría libertad de voto, rechazaba la salida sin acuerdo "reconociendo que ese sería el resultado por defecto si no se aprueba antes un acuerdo". Su idea era conseguir un apoyo aplastante que reforzara su posición. Pero todo le salió mal por la crisis que vive el Partido Conservador, como parece ser la norma para May.
Inmediatamente tras conocerla, sus diputados se dividieron en dos. El bando más europeísta volvió a presentar una enmienda -ya aprobada hace unas semanas- que retiraba la parte final de la moción y ordenaba al Gobierno buscar "un acuerdo con la UE" para salir, prohibiéndole usar la amenaza de una salida sin acuerdo en sus negociaciones con la UE y, fundamentalmente, con sus propios diputados.
Por su parte, los brexiteros del Grupo de Estudios Europeos (ERG), una corriente interna de los 'tories' que desea una salida sin acuerdo, volvió a presentar el 'Compromiso Malthouse'. Esta opción supondría pedir "miniacuerdos" para evitar crisis en sectores como la alimentación o el transporte aéreo, tras una ruptura dura. En respuesta, la número dos del equipo negociador de la UE, Sabine Weyand, advirtió en su Twitter de que no aceptarían esta opción, y de que apoyarla sería equivalente a votar a favor de un Brexit caótico.
May anunció que permitiría una votación libre en su moción y en el Compromiso Malthouse, pero que pediría el voto en contra de eliminar la amenaza de una salida sin acuerdo como táctica de negociación. Además, mandó a su equipo parlamentario a presionar a los pro-europeos, para que retiraran su enmienda contra una salida sin acuerdo, ante el miedo a que varios de sus ministros votaran a favor de él y ampliaran la humillación del Gobierno. Finalmente, la diputada que había presentado el texto, Caroline Spelman, dio su brazo a torcer y anunció que retiraba la propuesta. Pero Bercow se lo impidió: "La enmienda ahora pertenece a la Cámara. Cualquier otro diputado podrá presentarla en su lugar", como así ocurrió, para desgracia de la primera ministra.
No solo eso, sino que, tras perder la primera enmienda, el Gobierno intentó retirar la moción al completo. Bercow le respondió con la misma frase -"la moción pertenece a la Cámara"- y la condenó a una nueva humillación. May no gana una votación ni intentándolo.