El Parlamento británico aprobó, por el escaso margen de 8 votos (318 a 310), exigir al Gobierno "un acuerdo de salida" antes de realizar el Brexit, una medida simbólica cuyo principal efecto es dar a Theresa May dos semanas más para renegociar el acuerdo ya rechazado. A continuación, los diputados votaron por 317 a 301 a favor de una enmienda para que el Gobierno pida a Bruselas reabrir el acuerdo de salida para eliminar la polémica salvaguarda para la frontera irlandesa y reemplazarla por "mecanismos alternativos", una petición rechazada inmediatamente por la UE.
Los diputados pro-brexit de su partido explicaron que esperan que este resultado lleve a May a negociar el llamado 'plan C', el 'Compromiso Malthouse'. Esta opción, que implicaría renegociar el acuerdo de salida, se acerca más a una salida sin acuerdo que a otra cosa, lo que defienden con entusiasmo los 'brexiteros'.
"El Parlamento ha insistido en que no deberíamos abandonar la UE sin un acuerdo, pero hace falta aprobar un acuerdo a favor (...) Con este mandato iré a la UE para exponerles qué cambios harían falta para conseguir la aprobación de este acuerdo por una mayoría", en referencia a la salvaguarda. May ofreció de nuevo al líder de la oposición, Jeremy Corbyn, una reunión para negociar un acuerdo que su partido pueda apoyar, una oferta aceptada por el líder laborista.
Minutos después de conocerse el resultado, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, rechazó de plano tanto la enmienda aprobada hoy como el plan Malthouse. "El acuerdo [ya firmado] es la única forma de conseguir una salida ordenada. La salvaguarda es parte del acuerdo y no se va a renegociar el acuerdo", dijo Tusk en un comunicado acordado con los Veintisiete. El resultado es retrasar la patata caliente otras dos semanas, hasta el 13/14 de febrero. En esos dos días, May presentará de nuevo otra declaración sobre las negociaciones y los diputados votarán nuevos pasos.
No a la prórroga
Por el camino, el Parlamento británico rechazó una serie de posibles enmiendas para obligar, precisamente, al Gobierno a realizar un acuerdo diferente y tomar el poder para evitar una salida caótica si este -o la UE- se negaba. Entre las propuestas rechazadas, el 'plan Noruega' de permanecer en el mercado común, presentado por los laboristas, así como la prórroga del artículo 50 durante al menos tres meses o una serie de votaciones indicativas en el que los diputados pudieran expresar sus preferencias. En estos dos casos, May argumentó que los diputados podrían votar por ellas en el siguiente debate sobre el Brexit.
Inmediatamente tras conocerse estos resultados, la libra se hundió de 1,152 euros por unidad a 1,144, una brusca caída que indica la creciente desconfianza de los mercados acerca de las posibilidades de que se alcance un acuerdo en los exactamente dos meses restantes.
Esta votación se produce después de que Theresa May sufriera la mayor derrota de un primer ministro en la historia británica en su intento de aprobar el acuerdo de salida de la UE. Tras el resultado, May inició una ronda de negociaciones con otros partidos, pero insistió en mantener sus líneas rojas en todo momento. El líder laborista, Corbyn, se negó siquiera a reunirse con ella mientras no "retirara la amenaza de una salida sin acuerdo" de la mesa.
Finalmente, May decidió insistir en las bases de su acuerdo de salida y limitarse a buscar el apoyo de los diputados de su partido y sus socios de legislatura, los unionistas norirlandeses. Especialmente después de superar una moción de censura gracias, precisamente, al apoyo unánime de los dos partidos.