Economía

El 'plan C' de May para el Brexit entra en juego: qué es el 'compromiso Malthouse'

  • May presentará la 'lista de deseos' de los Brexiteros, ya rechazadas
Theresa May. Foto: Archivo.

En su búsqueda desesperada por un acuerdo de salida de la UE que logre convencer a las dos alas del Partido Conservador -la proeuropea y la pro-Brexit duro-, Theresa May cree haber encontrado la solución: el 'compromiso Malthouse' (por Kit Malthouse, ministro de Vivienda). El plan consiste en una marcha atrás a las garantías sobre la fontera irlandesa y propuestas para una ruptura sin acuerdo de forma "ordenada" en un plazo de tres años.  Aunque todo indica que la UE lo rechazará de plano, May se ha agarrado a él como su 'plan C' para al menos intentar unir a sus diputados en torno a un plan que le sirva de punto de partida para convencerles de que apoyen su acuerdo inicial. Pero, ¿qué supone ese plan, exctamente?

Día de la marmota

La principal clave del compromiso es dar un mandato a May para que vuelva a poner en la mesa de Bruselas dos opciones ya presentadas y rechazadas por la UE en su momento, con tres supuestas soluciones para evitar una salida sin acuerdo, lo que han llamado un "triple cerrojo". Un 'día de la marmota' del Brexit.

Una, parte de la 'enmienda Brady' que se votará esta tarde, supondría cambiar la llamada 'salvaguarda' para la frontera de Irlanda para obligar a ambas partes a acordar "soluciones alternativas" que permitan evitar los controles fronterizos sin atar a Irlanda del Norte -o al país entero- a las normas europeas. Esta propuesta, ya presentada en 2017, fue rechazada de plano por la UE, que exigía garantías reales y no promesas indefinidas. Este mecanismo, además, caducaría en 10 años, rompiendo otra línea roja europea.

Además, en vez de garantizar que los ciudadanos irlandeses podrán seguir viajando libremente a Reino Unido -como ocurre desde la separación de ambos países en 1921-, promete "las mejores intenciones" para que eso siga ocurriendo, una clara rebaja legal que intuye la posible ruptura del tratado de libre movimiento entre ambos países.

La segunda parte, que se activaría si no hay acuerdo con las condiciones anteriores, es una propuesta de relación futura que, de entrada, rompe las exigencias de la UE. Según este acuerdo, Reino Unido pagaría su 'factura de salida', las obligaciones de pago a funcionarios y para gastos presupuestarios de la Unión ya comprometidos, solo a cambio de un plazo de transición de tres años (uno menos que en el acuerdo firmado por la UE y May). Esto es inaceptable para la UE, que ya en 2017 insistió en que las deudas británicas debían pagarse como parte del acuerdo de salida ordenada, y que sin él no negociaría un acuerdo comercial ni una transición. May aceptó entonces la condición.

Durante ese plazo, la propuesta habla de presentar a la UE un "acuerdo comercial compatible con el artículo 24 de la Organización Mundial del Comercio", una teoría popular en grupos pro-Brexit que cree, erroneamente, que ese mecanismo obligaría a la UE a mantener sus condiciones comerciales actuales mientras se negocia un nuevo acuerdo comercial, o una "salida ordenada sin acuerdo".

En realidad, según señalaron expertos como Steve Peers, profesor de Ley Europea en la Universidad de Essex, ese artículo permite que dos socios que estén negociando una unión aduanera mantengan aranceles más bajos entre ellos durante "un periodo de tiempo razonable" sin verse obligados a rebajarlos al resto del mundo. Es decir, no tiene nada que ver con la situación actual, y dependería, en todo caso, de la aprobación del otro socio, es decir, la UE, que podría limitarse a rechazarlo de plano sin más.

Entre tanto, la UE ya ha rechazado la posibilidad de negociar nada más allá del acuerdo ya cerrado. Según informa Bloomberg, fuentes comunitarias han vuelto a repetir esta misma tarde que no van a negociar nada más.

Entonces, ¿de qué sirve esto?

En la práctica, este acuerdo es una pérdida de tiempo que la UE no va a admitir y que ni siquiera hace lo que sus creadores creen que hace. Sin embargo, tiene una utilidad política para May: confrontar a los extremistas pro-Brexit duro con la realidad de sus planes.

Este proyecto ha sido negociado por algunos de los líderes del grupo más radical, como el exministro de Exteriores Boris Johnson o el diputado Jacob Rees-Mogg, y contiene sus principales propuestas de salida. Una vez rechazadas de plano por la UE, como ocurriría de forma casi inmediata, May tendría dos salidas. Podría decirle a los diputados en cuestión que este plan no llegará ninguna parte y que la única solución es aceptar el que ya negoció en su día y, si insisten en ir a por una salida sin acuerdo, decir que se ha visto obligada a negociar con la oposición. En el primer caso, mantendría unido a su partido. En el segundo, podría justificar las negociaciones con la oposición sin ser tildada de "traidora".

De cualquier forma, la confianza de May en el éxito de esta propuesta es tal que apenas ha dado dos semanas de plazo para negociarlo con la UE: el 13 de febrero volverá al Parlamento, con malas noticias para los 'brexiteros' y quizá con el plan D, o de nuevo con el A.

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