Economía

May se gana a los empresarios en la semana crucial para el Brexit

  • España vetará el pacto si no hay estatus diferenciado para Gibraltar
La primera ministra de Reino Unido, Theresa May, ayer, ante los empresario que aglutina la principal patronal del país. Autor: EFE.

Theresa May se ha asegurado el crucial apoyo de los empresarios a su pacto para el Brexit, justo a tiempo para las jornadas más decisivas de la negociación del divorcio, cuando Bruselas apela a la "calma", los rebeldes siguen maquinando para desalojarla de Downing Street y España amenaza con bloquear el entendimiento por sus reservas sobre las implicaciones para Gibraltar.

Tras el abismo experimentado desde la presentación, la semana pasada, de los documentos que marcarán la salida, la premier disfrutó ayer del inusual respiro de una audiencia favorable en su comparecencia ante el congreso anual de la patronal de Reino Unido, que no solo ha amparado la propuesta pactada con la Unión Europea (UE), sino que ha instado al Parlamento a aprobarla.

Más difícil resultó su encuentro en Downing Street con un grupo de diputados conservadores del núcleo duro eurófobo, cuya preocupación por los vínculos aduaneros intentó mitigar con la promesa de que la declaración política de la futura relación abordará los aspectos más polémicos de la interacción con la unión tarifaria. Este es, de hecho, uno de los aspectos fundamentales de la reunión prevista esta semana con el líder de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, antes de la cita del domingo con los Veintisiete. Al respecto, España se ha convertido, inesperadamente, en uno de los potenciales obstáculos, si el veto que se le había garantizado en materia de Gibraltar no es aplicable a la futura relación comercial entre Reino Unido y la UE.

Durante la reunión que Michel Barnier mantuvo ayer con los ministros de Exteriores, Josep Borrell advirtió de "sorpresas de última hora" si las conversaciones relacionadas con el Peñón no se abordan de manera independiente. Según él, es necesaria más claridad sobre el estatus de Gibraltar, tras la inquietud generada el pasado miércoles por dos artículos del acuerdo de divorcio (concretamente el 184 y el 3) que, en opinión del Gobierno español, podrían concluir que queda permanentemente como territorio británico. "Queremos asegurar que la interpretación es clara y muestra que lo que se está negociando no se aplica a Gibraltar", recalcó Borrell, frente a la visión de los demás Estados miembro y de la propia UE, que no comparten la lectura y, por tanto, han intentando transmitir garantías a Madrid.

El negociador jefe comunitario apeló a todas las partes a "mantener la calma", no solo al Ejecutivo de Pedro Sánchez, sino a los eurófobos que, al norte del Canal de la Mancha, maniobran para intentar deshacerse de May, convencidos de que apartarla de Downing Street les dará el Brexit duro que ansían. Su disgusto con la primera ministra se extenderá, inevitablemente, al titular de Empresas, quien ayer amparó la propuesta de Michel Barnier de ampliar la fase de transición más allá de diciembre de 2020.

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