
La inflación interanual en Turquía alcanzó en septiembre el 24,5%, la cifra más alta de los últimos 15 años, según los datos oficiales difundidos hoy por el Instituto de Estadísticas (TUIK). Concretamente, este dato de inflación interanual ha sido el más alto desde enero de 2003. Ahora habrá que esperar a la respuesta del Banco Central de Turquía, que se reúne el próximo 25 de octubre.
El incremento mensual de los precios se situó en septiembre en el 6,3% frente al 3,6% pronosticado por las autoridades económicas del país, indicó TUIK.
Desde el banco de inversión Nomura creen que los precios podrían no haber tocado techo, sobre todo ahora que la subida del petróleo ha ganado fuerza en los últimos meses: "Las presiones inflacionarias van desde la gasolina hasta el pan", explican los expertos del banco.
Los economistas de Nomura creen que el Banco Central de Turquía volverá a subir los tipos el próximo 25 de octubre, "porque mantener los tipos por debajo de la inflación no ayudará a recuperar la credibilidad".
Con la inflación en el 24,5%, los tipos de interés reales vuelven a entrar en terreno negativo (-0,5%), lo que podrían volver a crear turbulencias en los mercados del país, con los inversores buscando salir de los activos en liras hacia otros activos con rentabilidades reales positivas. Este tipo de movimientos han causado importantes estragos en los mercados del país, unas heridas que ya se dejan ver en la economía real.
El Ministerio de Finanzas y del Tesoro de Turquía ya recortó a finales de septiembre la previsión de crecimiento del PIB del país hasta el 3,8% en 2018 desde el 5,5% anterior, según figura en el nuevo plan económico del Gobierno turco.
La previsión para 2019 también sufrió una revisión a la baja, hasta el 2,3% desde el 5,5% anterior. El objetivo del Ejecutivo del país otomano es acompañar el crecimiento de la economía con una "disciplina fiscal".
Una inflación desbocada
La inflación acumulada respecto al septiembre del año pasado es la más alta desde que el presidente, Recep Tayyip Erdogan, llegó al poder hace 15 años y se produce tras un desplome de la moneda nacional, la lira.
La divisa turca se ha depreciado cerca de un 40% frente al dólar desde principios de año debido a las preocupaciones sobre las políticas económicas de Erdogan y la disputa diplomática y comercial con Estados Unidos.
El mes pasado, el Banco Central de Turquía elevó considerablemente los tipos de interés, del 17,75 al 24%, en un intento por contener la inflación, a pesar de la oposición de Erdogan a una política monetaria restrictiva.
En la próxima reunión el banco central podría elevar los tipos de interés por encima de la inflación, pero a esos niveles, un precio del dinero tan elevado puede causar daño a la economía. Unos tipos de interés muy altos desincentivan la inversión ante el incremento del coste del crédito. Por eso, el banco central se enfrenta a un dilema importante. Erdogan defiende una política monetaria que estimule el crecimiento, pero los economistas del banco central dejaron entrever con su última decisión que el control de la inflación sigue siendo el principal objetivo para crear un marco financiero estable.
El ministro de Finanzas, Berat Albayrak, reconoció en declaraciones a la prensa que la inflación "está por encima de las expectativas", y agregó que la semana que viene se tomarán medidas concretas para hacerle frente.
El precio de la energía, de los alimentos y sobre la producción fueron los que más aumentaron en septiembre, entre un 6 y un 10%.