Economía

El año 2016 será determinante para el futuro de la economía mundial

Termina el año 2015 con dos hechos que tendrán consecuencias en los próximos ejercicios: primer pacto global contra el calentamiento del planeta y subida de tipos de interés por la FED.

El acuerdo de Paris materializa la necesidad de actuar sobre el cambio climático, petición largamente silenciada para favorecer ocultos objetivos. Con proyección a largo plazo, los avances realizados sobre financiación, compensación de emisiones y apoyo al desarrollo sostenible en los países emergentes y con economías más débiles, deberán, mejor decir deberían, superar la no concreción sobre plazos de entrada en vigor y la descarbonización.

La decisión de la Fed tendrá repercusiones inmediatas. Esta 'crónica de una subida anunciada' es técnicamente irreprochable con una inflación estabilizada, mercado laboral próximo al pleno empleo y mantenido crecimiento económico los últimos seis ejercicios. Otro cantar es inestabilidad colateral que esta medida monetaria provocará en los mercados emergentes.

La amenaza financiera

La débil cotización de la divisa estadounidense propició un elevado endeudamiento en dólares de este conjunto de países que a finales de año se situaba en 3,3 billones y suponía más de la tercera parte de la deuda en dólares de todo el mundo. La apreciación del dólar, traducida a moneda local, ha empeorado las condiciones financieras y deteriorado los balances.

A la amenaza financiera se une la caída de los precios de las materias primas, cuya cotización es la menor en casi dos décadas. El fuerte descenso de los índices se achaca en parte a la apreciación de la divisa USA y en parte a la ralentización en el crecimiento de China, comprador principal de productos primarios, en especial los minerales.

El petróleo, que algunas previsiones sitúan en 20 dólares el barril en el próximo ejercicio, da la espalda a la geopolítica y ha experimentado una caída continuada los últimos meses. ¿Dónde colocará su suelo?. No se dibuja en el horizonte un ajuste de oferta y demanda que estabilice los precios y los empuje al alza. Consecuencia directa de la globalización, confluyen causas y efectos macroeconómicos que se traducen en la ralentización de los flujos comerciales a nivel mundial.

El frenazo de los países emergentes afecta a la economía europea, cuyo PIB no reacciona a la expansiva política monetaria del BCE, anclada en promesas favorecedoras de inflación; ni a los bajos precios del crudo o; a favorable debilidad en la cotización del euro. El buen nivel del consumo interno y mayores exportaciones no son suficientes para tirar de la economía del continente, enfangada todavía en la Gran Recesión. Europa necesita algo más que los teóricos apoyos monetarios del BCE y apoyarse en una más activa política fiscal, que Berlín no ve con buenos ojos. Consecuencia directa: los niveles de empleo no terminan de recuperarse.

En un momento indefinidamente transitorio donde 'lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer' nadie se atreve a asumir la condición de locomotora de la economía internacional en 2016 y hasta el G-20 extrema su ambigüedad de 'tener que hacer más' para lograr un crecimiento económico mundial más igualitario. Veremos.

Javier de la Nava es profesor de Economía Internacional en el Centro de Estudios Financieros

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