
Brian O'Kelley es un exitoso empresario del sector tecnológico que cosechó su fortuna millonaria gracias a su participación como cofundador de la plataforma de publicidad digital AppNexus. Pero pese a tener todo lo que la mayoría de gente desea, O'Kelley decidió dar un cambio radical a su vida. Vendió su empresa a AT&T por una cifra de 1.600 millones de dólares.
Lo que para muchos sería el sueño de su vida, tener tanto dinero que puedes hacer lo que quieras, era una pesadilla para O'Kelley. Él no quería ser millonario, no quería nada de aquello que todos anhelan. Por ello sorprendió al mundo entero cuando se quedó menos de 100 millones de dólares y donó el resto a obras benéficas.
La conclusión de O'Kelley
Tal y como explicaba el director ejecutivo al medio 'Fortune', no quería nada de lo que tanto dinero podía ofrecerle. "Los millonarios con yates y múltiples mansiones son detestables", afirmaba O'Kelley. "No entiendo por qué se necesitan 200.000 millones, 500.000 millones o incluso 1.000 millones de dólares", sentencia.
Según explica, un día se sentó a hablar con su mujer en lo que el llamó una "conversación realmente interesante" para llegar a la conclusión de cuánto dinero era suficiente para tener una vida plena. "Simplemente calculamos una cantidad que consideramos suficiente para comprar una casa y cosas así, la duplicamos y regalamos el resto", afirmaba en 'Fortune'.
"No creo en los multimillonarios. Me parece ridículo", afirma el empresario de 48 años que conservó menos de 100 millones de dólares de su participación del 10 % en la startup tras su adquisición. Aunque actualmente está construyendo su tercera startup llamada Scope3, O'Kelley asegura que "nunca seré tan rico. Aunque Scope3 tenga un éxito rotundo, donaremos ese dinero."
No se trata únicamente de generosidad
Aunque se trata de una decisión altruista y generosa, O'Kelley explica que va mucho más allá. "Nunca quisimos tener tanto dinero que no tuviéramos que tomar decisiones. Significa que no podemos ser completamente ridículos con nuestra vida", afirma. "Tenemos una vida increíble, podemos hacer casi todo lo que queremos. Pero no podemos hacer todo lo que queremos; tenemos que hablar de nuestro presupuesto como cualquier otra persona", lamenta el empresario.
Además, el exitoso director ejecutivo, afirma que no quiere malcriar a sus hijos y que le gustaría que entendieran que nada es sencillo en esta vida. "Me siento fatal porque pueden volar en clase ejecutiva. He volado por todo el mundo en clase turista tantas veces que me estoy consintiendo, pero no quiero consentir a mis hijos. Y mucho de esto me lleva a pensar en cómo ven la vida desde sus ojos. Quiero que compartan un poco de esa lucha que yo tuve", explica.
"Hay algo en mantenerse conectado con la normalidad que es realmente muy importante", afirma el emprendedor a 'Fortune'. "No quiero un yate y no quiero vivir sin consecuencias. Creo que ese es el mayor riesgo: ¿Cómo podemos ser responsables cuando tenemos tanto dinero que podemos comprar cualquier cosa?", concluye el hombre que donó una fortuna millonaria.