
La última Encuesta de Población Activa revela que 498.300 parados contactaron con una "oficina privada de empleo", una cifra que supone un 16,7% del total y un 14,3% menos que los 581.500 que recurrieron a un servicio público. Estos datos suponen una verdad incómoda para las empresas de trabajo temporal, de colocación y selección de personal e incluso portales de empleo en un país en el que el 54% de los parados recurre a familiares y amigos para encontrar trabajo, y el 36,3% contacta directamente con los empleadores.
Habitualmente, el foco en la ineficacia de la búsqueda de empleo se pone en las administraciones (Estado y comunidades autónomas se reparten aquí las competencias y las culpas) y el diseño de las políticas de empleo. Una de las voces más críticas corresponde a su 'competencia' del sector privado, pese a que sus datos son aún peores, al menos si nos guiamos por la confianza que depositan los desempleados.
Y eso que los resultados de arranque de 2024 son relativamente positivos. El paro ha retrocedido en 208.000 personas (según cifras EPA) en términos interanuales, lo que ha reducido el número de personas que buscan empleo. Sin embargo, los que recurren a empresas privadas han aumentado en cerca de 50.000 (un 14,6%). No lo suficiente para cerrar su brecha con los servicios públicos.
La industria de los recursos humanos es compleja y lleva años inmersa en un proceso de transformación que la ha llevado a dividirse en varios tipos de actividades, con frecuencia realizadas por la misma empresa bajo diversas marcas. La rama más conocida y 'exitosa' es la de las empresas de trabajo temporal. Según los datos de la EPA generan el 4,3% de los empleos asalariados, 768.100, más del doble que los servicios públicos de empleo.
Aunque hay que tener en cuenta que la alta rotación de las ETTs (firman 5 contratos de puesta a disposición para crear un afiliado neto) no solo distorsiona este impacto. También supone que muchos de estas personas no sean parados que han encontrado empleo, sino ocupados que encadenan empleos eventuales. Como sería el caso de los fijos discontinuos.
En este sentido, que las ETTs han superado la prueba de la reforma laboral no significa una mejora su capacidad de sacar a las personas del desempleo. Su peso es reducido en el mercado laboral español, sobre todo si lo comparamos con otros países europeos como Países Bajos o Reino Unido y esto ha abierto una vía hacia una vía alternativa de negocio: la selección de personal.
Mientras muchas la compaginan con el segmento del trabajo temporal, otras se dedican desde su inicio a esta actividad, pero todas tiene en común que en los últimos años parecen haber vivido una 'época dorada' bajo la sombra de la 'Gran Renuncia', el supuesto fenómeno que ha complicado sobremanera a las compañías no solo contratar sino retener a los que ya tienen en plantilla. Pero la actividad de empresas de selección y 'headhunters' se centran en puestos muy específicos. No olvidemos que el pago de sus clientes depende de los candidatos que encuentren, una búsqueda de beneficio que les lleva fijarse más en profesionales de alta cualificación y que ya tienen trabajo, que en parados.
Pero, además, priorizan sectores muy bien retribuidos pero con un menor peso en el mercado laboral en términos de creció de empleo, como el tecnológico. Por todo ello, la efectividad de estos negocios tiene un reducido peso estadístico en los desempleados, ya que no los consideran su 'caladero' prioritario. Aunque el 26 % de los parados tiene educación superior.
'Pinchazo' de las agencias de colocación
Ello explica en buena parte el 'fracaso' de las iniciativas para impulsar la colaboración público-privada entre los servicios públicos de empleo y las empresas de selección. Tras varios años de trabajo el Gobierno del PP puso en marcha de manera definitiva en 2013 el sistema que permite a 1.787 empresas y entidades sin ánimo de lucro que pueden colaborar con los servicios públicos de empleo para ayudar a la empleabilidad de los parados y en 2014 arrancó un portal público que pretendía, a imagen del servicio de empleo francés, recoger todas las vacantes de empleo en España.
La idea era que esta colaboración sirviera para combinar esfuerzos y sobre todo, mejorar la intermediación de los servicios públicos, que apenas reciben registro de ofertas por parte de las empresas. Pero los resultados han sido poco satisfactorios en las dos vías elegidas, por la falta de incentivos para atraer a las grandes empresas del sector, y el desinterés de los principales portales de empleo en un proyecto que supone competir consigo mismos.
Así, las mayoría de las agencias de colocación corresponde a patronales, sindicatos y ONGs. Y un 21% del total ni siquiera ha actuado como agencias de colocación en los últimos 30 días, según reflejan los datos del Sistema Nacional de Empleo. Por su parte, el portal Empleate.gob apenas recoge 54.606 en el momento de redactar estas líneas, frente a los 1,28 millones de su equivalente francés.
El Ministerio de Trabajo de Yolanda Díaz ha reactivado esta idea con la nueva Ley de Empleo, que implica la obligación de las empresas de compartir todas sus vacantes de empleo. Sin embargo, la lentitud del desarrollo reglamentario de la norma mantiene esta cuestión en un limbo.
Sin embargo, la confianza en los portales privados de empleo parece ser limitada. Solo un 34% de los parados "ha puesto o o actualizado su curricular en Internet", según el INE. Y aunque un 46% revisa ofertas de empleo, solo el 32% contesta alguna, menos que el 36% de los que se ponen en contacto directamente con empresas y empleadores.
Estos datos parecen bajos en un momento en el que el acceso a Internet está más generalizado que nunca y las herramientas digitales para buscar trabajo están a la orden del día. Una explicación puede estar en que las ofertas de empleo no reflejan la demanda real de puestos de trabajo.
¿Existe una 'oferta oculta'?
Un argumento recurrente utilizado por las empresas de selección es que el 80% de la oferta de empleo está 'oculta', es decir: no se publica en portales de empleo. Aunque este dato es más un tópico que una realidad.
Al margen del profundo desajuste estadístico entre vacantes que publica el INE y colocaciones que registran la Seguridad Social y el Servicio Público de Empleo, que suponen que no hay datos oficiales que permitan analizar la realidad de los puestos por cubrir, lo cierto es que este análisis es más sencillo con las ofertas publicadas.
Basta con comparar los datos de Indeed, el mayor buscador de empleo del mundo, con los de nuevas contrataciones que recoge la Oficina Europea de Estadísticas (Eurostat). A principios de 2024, el economista jefe de Indeed para Europa, Pawel Adrjan, analizó esta distorsión en un estudio elaborado junto a Reamonn Lydon, economista del Banco de Irlanda.
Una de las conclusiones es que ciertos sectores están "sobrerrepresentados" en las ofertas, muy por encima de lo que supone su tasa de contratación efectiva. En el caso de España, el sector más llamativo es el del sector tecnológico, cuyo peso en las ofertas triplica el que tienen en las contrataciones. Exactamente lo contrario ocurre con la hostelería.

Este sesgo de las ofertas de empleo impone cierta distorsión al analizarlas como referencia de las tendencias del mercado laboral, lo que lleva a muchos desempleados a buscar otras vías, como contactar directamente con las empresas para preguntar si tienen vacantes. Algo cada vez más fácil gracias a Internet: cada vez más compañías publican sus propias bolsas de trabajo. Lo que traduce una competencia adicional para los portales.
En este contexto, se produce el auge de plataformas como LinkedIn, que introduce funcionalidades de red social para fomentar la conexión directa de entre usuarios para la búsqueda de empleo, en lugar de recurrir a las ofertas de trabajo que también publica como un portal tradicional. Una estrategia especialmente atractiva cuando más de la mitad de los desempleados usa contactos para buscar trabajo.
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