Economía

La volatilidad laboral se enquista con más de millón y medio de entradas y salidas del empleo al mes

Foto: iStock

La reforma laboral ha tenido un impacto innegable en el comportamiento del mercado laboral, pero dos años después de la aprobación de la norma, el análisis de su alcance sigue plagado de incógnitas y no pocas contradicciones. La principal es la calidad real del empleo en un país que mantiene una volatilidad disparada, a pesar de que la entrada en vigor del cambio legal los asalariados con contratos temporales han caído del 27,9% al 12,7%. Sin embargo, las altas y bajas de afiliación siguen disparadas. Algo que muchos achacan a los contratos fijos discontinuos y al abuso de los despidos y al periodo de prueba.

El pasado mes de marzo se registraron 1,6 millones de altas de afiliación a la Seguridad Social frente a 1,4 millones de bajas. Esto se tradujo a un incremento neto de la afiliación media de 193.585 empleos, hasta situar el saldopor primera vez por encima de los 20,9 millones de empleos. Sin embargo, esta evolución no se tradujo en una rebaja proporcional del paro, que solo se redujo en 33.405 personas, menos que un año antes pese al adelanto de la Semana Santa.

Esta discrepancia entre los datos de Seguridad Social y los que publica el SEPE no es excepcional y se dio en el año pasado, cuando las festividades religiosas cayeron en abril. Además, hay que tener en cuenta que ambas estadísticas se elaboran de manera muy diferente y a la volatilidad de la afiliación impide que la creación media de empleo se traslada a unos datos de desempleo oficial. Pero cobra especial interés si la analizamos desde la óptica de los resultados de la reforma.

Y es que, aunque la norma ha propiciado en el último año un descenso histórico del número total de contratos, debido a que se firman menos temporales, el empleo no ha dejado de crecer. Eso sí, esto no impide que el volumen y la correlación entre altas y bajas se mantiene en niveles similares a los años previos a la pandemia, y con un carácter también marcadamente estacional. En concreto, el promedio para lo que va de año se sitúa en 1,6 millones de entradas y otras tantos de salidas de la afiliación al mes. Unas cifras que mejoran las de 2019 y 2018, pero siguen por encima de las de los ejercicios precedentes.

El enigma discontinuo

En este contexto, llama especialmente la atención que el 40% de la creación neta de empleo de marzo correspondiera a 77.694 nuevos afiliados medios con contrato fijo discontinuo, a pesar de que solo supusieron el 13,7% de los contratos firmados, con un total de 158.271. Supondría que apenas la mitad de estas firmas cuajaron en un empleo neto.

La característica principal de estos empleos es que se trata de indefinidos ligados a tareas eventuales, por lo que se ven interrumpidos por periodos de inactividad de duración variable en los que son dados de baja de afiliación y no cobran salario, pero no cuentan como parados registrados han sido el eje de las polémicas asociadas a la reforma laboral. Los 'populares' acusan al Gobierno de usar esta figura para 'maquillar' los datos de paro, si bien el tira y afloja entre Trabajo y las comunidades autónomas sobre la responsabilidad de publicar los datos clave para despejar estas dudas no hace prever que el choque político sirva para arrojar luz sobre el asunto.

En lo que se refiere al empleo, la relevancia de estos contratos está en que si cuando se reincorporan al puesto cuentan como una afiliación nueva. Los datos del SEPE muestran que marzo los demandantes con relación laboral, categoría en la que se registran estos trabajadores inactivos que se inscriben en los servicios públicos de empleo, cayeron en 73.115 personas. Una cifra que sí parece más cercana a la de su incremento de afiliación.

Aunque hay que recalcar las diferencias entre las estadísticas de demandas de empleo y contrato, que recopila el SEPE, y la de afiliación a la Seguridad Social, en el caso de los fijos discontinuos despiertan muchas dudas sobre la estabilidad de estos empleos. ¿Cuántos de estos empleos son nuevas contrataciones y cuántos trabajadores que vuelven a ser llamados por su empresa? ¿Y cuánto duran estos periodos de actividad?

En una respuesta parlamentaria al PP hace un año, Trabajo reconocía que "desconoce tanto la situación laboral que esos trabajadores puedan mantener durante la vigencia de su contrato de trabajo como la continuidad que su relación laboral pueda tener en el tiempo". Seguridad Social sí puede ofrecer información sobre la duración de altas y bajas, pero ofrece poca información.

En todo caso, ambos ministerios insisten en el reducido peso de los fijos discontinuos en el empleo. En marzo supusieron un 5,45% del total de los afilados al Régimen General, por debajo de los 900.000, frente al 73% de los indefinidos ordinarios. Pero esto solo confirma la volatilidad disparada de estos empleos si se compara con las altas y bajas de los asalariados. En marzo supusieron el 27,7% de los 1,6 millones de altas (frente al 22,6% que correspondieron a indefinidos ordinarios) y el 23,99% de los 1,45 millones de bajas de afiliación (misma cifra que los fijos ordinarios).

Pero es que, además, el pase a la inactividad de un fijo discontinuo es hoy la segunda causa individual de baja de afiliación, solo superada por el fin de un contrato temporal. Queda por encima de las dimisiones, los despidos o los ceses por no superar el periodo de prueba, que también están superando niveles récord, en especial entre los indefinidos. Pero la diferencia es que en estos casos el cese suele, además de definitivo, inesperado, con lo cual pasa más tiempo hasta el trabajador logra encontrar otro empleo.

Volatilidad indefinida

Esto dibuja un escenario en el que la precariedad asociada a los temporales parece haberse contagiado a los indefinidos, y no solo a los fijos discontinuos. La pregunta es si esto es una consecuencia de la reforma laboral o una tendencia endémica del mercado laboral que la ley no ha logrado corregir.

Algunos analistas defienden que es lógico que haya más ceses y despidos porque hay más empleos estables y menos temporales que, simplemente, caducan al cumplir su fecha límite. Otros apuntan a que el hecho de que el volumen de altas y bajas se mantenga en niveles similares a los anteriores a la pandemia, muestra que, los datos son positivos, el dinamismo del trabajo del que presume el Gobierno es sinónimo de una volatilidad que sigue lastrando la creación de empleo.

Esto se comprueba analizando la evolución de datos mensuales mensual de la afiliación. Aunque el peso que tienen los empleos temporales e indefinidos en los incrementos y descensos se han modificado tras la pandemia, la media general sigue registrando un comportamiento similar al registrado antes de la pandemia.

En cualquier caso, la evolución del mercado laboral parece responder a patrones estacionales similares a los que se producían antes de la reforma. Algo que no sería achacable tanto a la legislación, como a un modelo productivo que sigue anclado en actividades de baja productividad, lo que hace más volátiles los empleos con independencia del contrato bajo el que se constituyan. En ciclos de actividad al alza, como el que parece que España aún mantiene, se crea empleo. Cuando esta tendencia se invierta, el pronóstico seguramente no será tan optimista.

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