
El Banco Mundial acaba de recortar las previsiones de crecimiento en 2024 hasta el 2,4% en su último informe de Perspectivas económicas mundiales publicado este martes. El organismo internacional calificó, en boca de su economista jefe, Indermit Gill, la década de 2020 como la de "las oportunidades desperdiciadas". Esto lo dijo refiriéndose a que no se pudo reducir la contaminación o reducir las desigualdades.
En la rueda de prensa de presentación desde Washington, Gill reiteró que esta revisión a la baja corre el riesgo de batir "el lamentable récord" a finales de año de marcar los cinco años con el menor crecimiento del PIB de las últimas décadas. De cara a 2025 realizaron un recorte de su previsión de tres décimas, hasta el 2,7%.
Es cierto que reiteran que la economía mundial está "en mejor situación que hace un año" ya que el riesgo de una posible recesión mundial ha bajado "en gran parte debido a la fortaleza de la economía de los Estados Unidos", destacaron en el comunicado emitido a medios. Esta parece ser la bomba de oxígeno a la que se tienen que enchufar el resto de economías, ya que han mejorado en ocho décimas, hasta el 1,6%, su previsión de crecimiento del PIB.
En el caso de la zona euro hablan de una economía estancada este 2024 pero sin recesión. En concreto, crecerá un 0,7%, seis décimas menos que la estimación realizada en junio y en 2025 cerrará en el 1,6%, es decir, siete décimas menos. Pero es normal, Alemania no está pasando por su mejor momneto económico y a Francia, otro grande de Europa, ya se le conoce como "el hombre enfermo". España, en cambio, tendrá un comportamiento algo mejor, con un crecimiento algo más robusto, pero tampoco está para tirar cohetes ni para dormirse en los laureles.
Esta revisión a la baja de sus predicciones la achacan a las recientes tensiones geopolíticas globales "podrían generar nuevos peligros a corto plazo" para la economía mundial, advierten. Y en el medio plazo hacen una especial mención a las economías en desarrollo que "se han ensombrecido" en medio de una desaceleración del crecimiento en la gran mayoría de las principales potencias, la guerra fría comercial y el incremento de los tipos de interés que generan condiciones financieras más restrictivas.
El conflicto en Oriente Medio y la escalada de violencia en la región preocupa, y mucho, al Banco Mundial. El encarecmiento de la energía que provocó la invasión de Rusia a Ucrania puede venir acompañado de complicaciones en el comercio mundial, señala el documento.
En concreto, se refieren a los peligros que suponen ahora para las navieras atravesar el Mar Rojo para atravesar el Canal de Suez debido a los ataques de los rebeldes hutíes. Una corrección de ruta que añade 12 días a la travesía desde Asia y que puede encarecer el coste del transporte entre un 40% y un 60%, según los expertos. Algo que desembocará, seguramente, en un incremento de los precios, en general.
Es cierto que estos datos no están cargados de optimismo, ni mucho menos. Aún así Gill apuntó que la economía mundial se mostró "sorprendentemente resiliente" ante la adversidad. "Se está controlando la inflación mundial sin llevar al mundo a una recesión". Reiteró que "es raro" que los países bajen sus tasas de inflación sin provocar una profunda desaceleración de sus economías y ve "cada vez más posible" ese aterrizaje suave de los grandes pero advierte: "Más allá de los próximos dos años, el panorama es sombrío".
Todo esto ha hecho, por ejemplo, que el Banco Mundial haya revisado al alza de sus previsiones de crecimiento del globo en el año 2023 hasta el 2,6%, cinco décimas más que la revisión que hicieron en el mes de junio.
China irá con el freno puesto
En líneas generales, desde el Banco Mundial lamentan que las economías emergentes se vean afectadas por esta dicotomía de los grandes. Aún así mantuvieron sus estimaciones de junio. De este modo, está previsto que este año cierren con una expansión del PIB del 3,9% y que para 2025 solo se modifique una décima el crecimiento (4%), frente al 7% que experimentaron en 2021.
Pero la mayor preocupación del organismo está en China, la principal potencia emergente y segunda potencia mundial. La economía del gigante asiático está con el freno puesto y solo se expandirá un 4,5% este año y el que viene lo cerrará en el 4,3%, una décima menos que lo estimado por el BM en ambos períodos.
Gill fue muy claro en la rueda de prensa: "Existen múltiples riesgos de que las previsiones empeoren". A lo anteriormente mencionado añade también la posibilidad de "una inflación persistente", el débil crecimiento de China y los desastres relacionados con el cambio climático.
Para el dirigente "es importante que haya una corrección de rumbo" para que esta década no se convierta en la de las oportunidades desperdiciadas. Fue sincero y tajante, si no se aporta alguna solución no se va a llegar al objetivo de descarbonizar la economía en 2050 y no se van a poder alcanzar otros objetivos clave de desarrollo para 2030 . En este sentido, apuntó un aumento de la inversión de 2,4 billones de dólares por año para que los países en desarrollo puedan cumplir sus objetivos.