Economía

La pequeña victoria del BCE contra la inflación: duerme el consumo, pero aviva el ahorro del miedo

  • El exceso de ahorro no se usará en bienes y servicios fuera de lo básico
  • Las reservas de los hogares se han movido del efectivo a activos poco líquidos
  • Esto implica que el consumo privado no moverá la economía
El BCE logra apagar el consumo y activar el ahorro del miedo. Foto: Bloomberg.

Los elevados tipos de interés se han fundido el exceso de ahorro acumulado desde la pandemia que usaban las familias para el consumo privado. Los elevados costes de financiación han cambiado las dinámicas de tesorería de las familias y su gasto, a favor de la inflación y del Banco Central Europeo (BCE). El propio organismo ha avisado de que ya no será ese dinero el que sostenga la economía de la eurozona, ya que una gran parte está invertido en activos ilíquidos o está guardado ante la expectativa de que vengan tiempos peores, el ahorro del miedo.

Una de las razones es que gran parte de ese dinero lo tienen las rentas más altas de la eurozona, que son las menos propensas a gastar más cuanto más incrementan sus rentas. Es decir, utilizan menos el dinero extra. Por eso, un acumulación del ahorro en los más pudientes limita el movimiento del dinero en bienes y servicios. Además, el exceso de ahorro en su conjunto se ha estancado y sigue reservado en los hogares. Este influirá en las próximas recuperaciones de la economía y en el Producto Interior Bruto (PIB). Todo depende de en qué medida y cuándo se libere, ya que actualmente la actividad atraviesa un parón. Justo lo contrario que ocurre Estados Unidos, ya que sus hogares son los que más gastan del mundo y su PIB roza el 5%.

Desde finales de 2019 hasta mediados de este año, se ha generado un exceso de ahorro de un billón gracias a la pandemia, lo que supone el 12% de la renta anual disponible de la zona euro, según una publicación del BCE de esta semana, 'Exceso de ahorro: gastar o no gastar'. Esa es la cuestión ahora clave para el organismo, si esta cifra se va a reservar o si se tirará de ella para gastos comunes. En función de lo que ocurra, se logrará frenar la demanda y controlar la inflación o se alejará el objetivo de estabilidad de precios.

Para anticiparse, el organismo analiza dos cosas a la vez, la cantidad de exceso de ahorro y el uso que se le da. "Necesitamos entender de dónde procede el ahorro de la gente antes de hablar de adónde irá", resumen.

Por eso, estudian estos flujos del dinero desde que estalló la pandemia. En ese momento, las familias consiguieron ahorrar mucho porque no gastaban, es decir, gracias a que no se podía consumir. Básicamente, los desplazamientos y el ocio estaban muy limitados e, incluso, fueron prácticamente nulos durante la cuarentena. Además, aumentaron las reservas de los hogares gracias a los beneficios fiscales (ERTEs, ingresos por impuestos o permisos familiares remunerados). Ambas partidas sostuvieron el "ahorro forzoso", el que no se podía emplear, hasta finales de 2021 y principios de 2022.

De hecho, se esperaba que fuera esa dinámica la que impulsara una recuperación poscoronavirus en 'V'. Algo que el tiempo descartó, ya que el ahorro no se usó en modo desmadre con el final de las restricciones, sino que se siguió guardando y usando poco a poco.

En todo caso, fue a partir del segundo trimestre de 2022 cuando empezó a desaparecer esa contención en el consumo. Ya no servía para ayudar a ahorrar a los hogares, sino todo lo contrario: el consumo privado volvía a pesar en los bolsillos. Fue cambiando la composición de las huchas de las familias de la zona euro y, actualmente, el exceso de ahorro procede de los salarios, de otros ingresos y de los beneficios fiscales.

Así, ese excedente ha ido variando en los últimos años, con sus altos y bajos, pero, una vez han desaparecido por completo las limitaciones del coronavirus y el factor "forzoso", el ahorro de más se ha estancado. Y la cuestión no reside solo en que no vaya a aumentar, sino en que lo queda en las huchas tras estos años no se va a gastar y se guardará, según el análisis del BCE. Por tanto, el consumo no va a mover la economía.

Aunque los hogares no vayan a usar ese dinero en bienes y servicios fuera de los básicos, ello no implica que no vayan a hacer nada con esos fondos. Mientras que en los años más duros de la pandemia ese exceso se guardaba en efectivo o en depósitos bancarios, esa tendencia ha ido cambiando. A partir de 2021, esos extras se empezaron a mover hacia otros activos financieros menos líquidos y activos no financieros, como la vivienda, además de usarse para pagar préstamos.

Esa transición, dejando atrás el efectivo y los depósitos, se ha ido consolidando hasta ahora. Desde que empezó el curso, cada vez se usa más dinero para las tres partidas mencionadas a las que se empezó a rotar hace dos años. "Este giro en la distribución del exceso de efectivo se ha acelerado recientemente, probablemente, reflejado las subidas de los tipos de interés", resume el informe.

La inflación y la restricción monetaria hacen que el dinero pierda valor. Se necesita más para comprar lo mismo, por lo que baja el poder adquisitivo. Aparte, sube el propio precio del dinero con las alzas en los tipos de interés. En ese contexto, lo adecuado es no esperar a que se produzca esa pérdida de valor y buscar rendimientos en el mercado, que es lo que ha ocurrido.

Así, el exceso de ahorro se está depositando en inversiones ilíquidas, según el BCE. Es el 20% de la población más rica de la zona euro la que tiene la mitad (el 49,3%) de ese excedente y se puede permitir invertir a largo plazo. "No todos los grupos pueden permitírselo", avisa el informe. Mientras, el siguiente sector más acaudalado tiene el 19,8% de las reservas, pero el 20% de menores recursos apenas tiene el 8,9% del exceso de ahorro. Y esto importa porque son las mayores fortunas las que gastan menos en cada euro adicional que no dedican al consumo básico, a sus gastos habituales.

Con esto, se tendría una fotografía completa de lo que sucede y sucederá en la eurozona. Quienes tienen el grueso del ahorro, la mitad, lo tienen en activos ilíquidos y, además, no son quienes tradicionalmente muevan más el gasto discrecional. Por otra parte, las rentas más bajas apenas tienen reservas disponibles.

"Esto sugiere que la mayoría de ese ahorro ha llegado para quedarse y no para gastarse, es decir, como reservas para tiempos peores. En otras palabras, quienes esperan que ese dinero que se guardó durante la pandemia vaya a apoyar el consumo en el corto plazo se llevarán una decepción. Esto es muy importante para entender qué va a mover la inflación y cómo debe responder la política monetaria", concluye el blog.

El propio BCE anticipa que habrá un freno en el consumo y la demanda, un factor esencial para controlar la inflación. Los tipos de interés han hecho su trabajo y han acabado con los ahorros que se usaban para el día a día, mientras que el dinero extra que queda se ha ido moviendo fuera del efectivo y de los depósitos. Así el BCE ha conseguido, con el ciclo restrictivo, incidir en los ahorros de las familias y rotar sus carteras. El ahorro forzoso se ha convertido en ahorro del miedo.

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