El juego de sombras se mantiene. Según el indicador que se refleje en la pared, un rápido giro de cabeza hace ver la recesión y lo contrario en EEUU. Los datos duros (estadísticas macro confirmadas) indican que la economía resiste pese a las agresivas subidas de tipos y el repiqueteo de la inflación entre los consumidores. Los datos blandos (indicadores adelantados, índices de confianza) siguen dibujando un panorama más gris. El consenso se balancea entre una recesión poco profunda y un 'aterrizaje suave' (control de la inflación sin daño en la economía, con el empleo a salvo). Estos días ha vuelto a hablarse de un indicador prácticamente desconocido que inclina la balanza hacia el deterioro económico.
Se trata del diferencial entre dos conocidas medidas del sentimiento de los consumidores en EEUU. Tal y como explica el conocido analista Mark Hulbert en una tribuna de opinión en MarketWatch, la resta entre el Índice de Confianza del Consumidor del Conference Board y el Índice de Sentimiento del Consumidor de la Universidad de Michigan puede suponer una fiable alerta temprana de recesión si se repasan los registros históricos desde 1979, año al que se remontan los datos mensuales de ambos índices.
La tesis es que las recesiones son inminentes siempre que este diferencial aumenta considerablemente y luego empieza a reducirse bruscamente. Estas condiciones previas parecen estarse cumpliendo. Tras alcanzar un récord de 49,3 puntos porcentuales en diciembre, el diferencial se sitúa actualmente en los 35,3 puntos, lo que supone una reducción de 14 puntos. En promedio, antes de las cinco recesiones desde 1979 hasta la crisis financiera mundial de 2008 inclusive, el diferencial había disminuido 9,7 puntos cuando comenzó la recesión. Se excluye de los cálculos la recesión inducida por el estallido del covid en 2020 dada su singularidad.
Este martes se publicaba precisamente el dato de septiembre del índice Conference Board, registrando una notable caída de la lectura de 108,7 puntos en agosto a 103 este mes, cuando el consenso de economistas esperaba una cifra en torno a los 105 puntos. En el caso del indicador de la Universidad de Michigan, la lectura de septiembre, conocida a mitad de mes, es de 67,7 puntos.
El fundamento de este diferencial como indicador temprano de recesión nace de los distintos matices que miden tanto el índice del Conferecen Board como el de la Universidad de Michigan. Como explica James Stack, de InvesTech Research, analista que dio a conocer a Hulbert la 'infalibilidad' de este spread, el índice del Conference Board refleja en mayor medida la actitud de los consumidores hacia la economía en general, mientras que el Michigan se centra más en sus circunstancias personales inmediatas.
Cuando la economía empieza a debilitarse, los consumidores empiezan a preocuparse por su situación personal, pero siguen siendo optimistas respecto a la economía en general, lo que hace que aumente la diferencia entre las dos medidas de consumo. La recesión se hace inminente cuando la preocupación por la situación personal de los consumidores se extiende a la preocupación por la economía en general, lo que reduce repentinamente el diferencial.

En su artículo, Hulbert reconoce que en mayo, el diferencial ya se había reducido 11,3 puntos desde su lectura de diciembre de 2022 y la recesión no ha aparecido por ningún sitio, algo que los escépticos del indicador parecen recordarle con vehemencia. Sin embargo, sale al paso el analista, suele haber un gran desfase entre el inicio de una recesión y el momento en que la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER por sus siglas en inglés) anuncia que ha comenzado. El órgano es el árbitro semioficial que dicta cuándo empiezan y acaban las recesiones en EEUU. Históricamente, según el NBER, este desfase ha sido de entre cuatro y 21 meses; en el caso de la recesión más reciente fue de 15 meses.
"Las respuestas por escrito mostraron que los consumidores seguían preocupados por el aumento de los precios en general, y de los comestibles y la gasolina en particular", dijo este martes en el comunicado con los datos Dana Peterson, economista jefe del Conference Board. "Los consumidores también expresaron su preocupación por la situación política y la subida de los tipos de interés".
"En un contexto de crecientes vientos en contra, el índice de confianza de los consumidores del Conference Board registra su segundo descenso mensual consecutivo, lo que refuerza nuestras expectativas de ralentización del consumo en el cuarto trimestre. El debilitamiento de las perspectivas del mercado laboral y la subida de los precios de la gasolina están pesando especialmente en las perspectivas de los consumidores para los próximos meses, siendo el índice de expectativas el que ha impulsado el descenso", valoraba tras el dato Matthew Martin, analista de Oxford Econoics.
Estos índices de confianza no son los únicos indicadores que avisan de temblores económicos. La renta interior bruta (un cálculo del Producto Interior Bruto por el lado de la renta) lleva trimestres dando lecturas negativas en contraposición al habitual cálculo del PIB por el lado de la demanda, que sigue mostrando fortaleza. Esta disonancia, cuando ambas métricas deberían ser iguales, han avivado los temores a un deterioro de la economía mayor que el que arrojan las cifras más observadas.
El PIB por el lado de la demanda ha aumentado en los últimos cuatro trimestres y es un 2,5% superior al de hace un año, mientras que la renta interior bruta se ha contraído en dos de los últimos cuatro trimestres y es un 0,5% inferior a la de hace un año. Este jueves, la Oficina de Análisis Económico (BEA) publicará nuevos datos actualizados.
En la conferencia de prensa tras la reunión de la Reserva Federal la semana pasada, su presidente, Jerome Powell, ofreció una postura de halcón precisamente porque las previsiones económicas actualizadas de los funcionarios en septiembre esbozan una senda optimista hacia un 'aterrizaje suave'. Las previsiones del PIB real se han revisado al alza hasta el 2,1% (desde el 1%) para 2023 y el 1,5% (desde el 1,1%) para 2024, mientras que las previsiones de inflación sólo han recibido ajustes menores. También se ha corregido al alza la mediana de las previsiones de la tasa de desempleo, que ahora se sitúa en el 4,1% en 2024-2025 (desde el 4,5%).
Pero existe cierto escepticismo con este rumbo tan optimista dibujado por la Fed. "La niebla de la incertidumbre puede hacer descarrilar los planes mejor trazados. Y aunque la incertidumbre aumenta cuanto mayor es el horizonte temporal, en este caso las cosas pueden torcerse fácilmente en los próximos meses, si no semanas. La lista de posibles acontecimientos perturbadores que pueden dar al traste con la marcha de la economía es larga", avisa Bob Schwartz, economista jefe para EEUU de Oxford Economics. El analista enumera la importante huelga en el sector automovilístico, un cierre de Gobierno en el aire para principios de octubre, el fin del periodo de gracia con los préstamos estudiantiles y la reciente subida del petróleo.
Obstáculos al crecimiento
"La huelga de United Auto Workers (UAW) ya está haciendo temblar a la industria automovilística y el sindicato está a punto de ampliar los paros más allá de las tres plantas en las que ya ha intervenido. La duración y el alcance de la huelga determinarán el impacto que tendrá en el sector manufacturero, ya que los efectos repercutirán en las empresas auxiliares que suministran piezas a los fabricantes de automóviles. Incluso si la huelga se resuelve más pronto que tarde, supondrá un fuerte aumento salarial para los trabajadores, lo que arrojará más luz sobre las presiones de los costes laborales, que la Reserva Federal considera un obstáculo clave en el último tramo de la lucha contra la inflación", afirma Schwartz.
La perspectiva de un aumento de las turbulencias financieras, añade el economista, se cierne en medio de un cierre del Gobierno que perturbaría la confianza si los republicanos de la Cámara de Representantes no llegan a un acuerdo sobre una resolución continuada antes del 30 de septiembre para financiar el Gobierno.
"Un cierre significaría que los trabajadores de la Administración perderían temporalmente sus nóminas y, lo que es más importante, los hogares con bajos ingresos perderían el pago de cupones para alimentos, un recorte que presagia un golpe abrupto al gasto de los consumidores, ya que estos receptores tienen pocos ahorros para ayudarles a sobrevivir", explica el experto de Oxford Economics.
El tercer flanco está en las decenas de millones de hogares que deberán empezar a reembolsar sus préstamos estudiantiles en octubre tras tumbar el Tribunal Supremo la mortaroria decretada por la Administración, lo que afectará a sus presupuestos y supondrá un lastre para el gasto de los consumidores. Además, están a punto de suprimirse las ayudas para el cuidado de los hijos, lo que no sólo merma el poder adquisitivo de los padres afectados, sino que también podría impedir que muchos se reincorporen a la población activa, apunta Schwartz.
Por último, señala, es difícil ignorar la subida de los precios del petróleo, que ha provocado un fuerte aumento de los precios que los automovilistas pagan en las gasolineras: "Los titulares lo presentan como un desencadenante de la inflación que refuerza el mantra de la Fed de 'tipos más altos por más tiempo'. Sin embargo, el encarecimiento de los carburantes también supone un aumento de los impuestos para millones de conductores, lo que representa otro posible lastre para el gasto".
"La mejora de las previsiones de crecimiento de la Fed para 2024 va más allá de estos impedimentos a corto plazo, pero creemos que son baches que dificultarán el avance en los próximos meses y, muy probablemente, frenarán el impulso de la economía a principios del próximo año", remacha Schwartz.
"Seguimos pensando que la subida de los tipos pasará más factura a la economía y al mercado laboral de lo que creen los responsables de la Fed. Una posible razón de por qué la economía ha resistido hasta ahora es la creciente prevalencia de la deuda a tipo fijo, que explica por qué los costes del servicio de la deuda de los hogares apenas han aumentado a pesar de la subida de los tipos hipotecarios. Sin embargo, esto sólo significa que algunos de los efectos del endurecimiento de la Fed tardarán más en hacerse sentir", valora Andrew Hunter, analista de Capital Economics.
En el marco telegrafiado por la Fed en el que los tipos se mantienen altos durante un período prolongado, un número creciente de hogares y empresas tendrán que refinanciar la deuda a corto plazo a tipos de interés mucho más altos en los próximos trimestres, lo que probablemente pesará sobre el gasto, adelanta Hunter. "Aunque Powell restó importancia a la idea el miércoles, la mayor proporción de deuda a tipo fijo también implica que se necesitarán recortes de tipos más agresivos cuando la economía acabe necesitando apoyo", apostilla.
"Aunque la economía evite una recesión franca, seguimos esperando que un mayor enfriamiento de las condiciones del mercado laboral y el inminente desplome de la inflación de los alquileres garanticen que la inflación subyacente siga cayendo más deprisa de lo que esperan los funcionarios de la Fed", concluye el experto.