Economía

Nómadas, 'trabacaciones' y otros bulos que distorsionan la realidad del teletrabajo

  • Las redes sociales muestran una visión ficticia del trabajo en remoto
  • El teletrabajo recupera posiciones en 2023 entre los asalariados españoles
  • Patronal y sindicatos acuerdan ponerlo en el foco de los convenios
Supuesto n?mada digital Foto: Dreamstime

El verano es sinónimo de álbumes fotos registrando nuestras estancias en la playa, el pueblo o la piscina, pero también, cada vez más, de gente que incorpora a sus posados un elemento que se antoja totalmente incompatible con el resto: un ordenador portátil. Los protagonistas pretenden mostrar, por un lado, su profesionalidad y por otro la flexibilidad que le permiten sus empleadores para dar lo mejor de sí en ambientes idílicos. Son las denominadas 'trabacaciones', un palabro que traduce el inglés 'workation' y que, más allá del postureo, se mezcla con el 'mito' del nómada digital para convertirse en un lastre para la verdadera implantación del teletrabajo.

Los dos últimos años no ha sido los mejores para la consolidación del trabajo en remoto ni en España ni en el resto del mundo. Según los confinamientos provocados por la pandemia iban quedando atrás, las empresas y los trabajadores también digerían los pros y contras de una medida en la que hubo que improvisar y que en países como el nuestro obligaron incluso a crear una nueva legislación. A esto se suma que incluso las grandes compañías del sector tecnológico que lo impulsaron (el caso quizá más llamativo es el de Zoom) parecen renegar de él.

Los motivos de esta 'retirada' del teletrabajo son variados. Por ejemplo, en Estados Unidos, la fiscalidad cambio tanto según donde viva un trabajador que se pueden convertir en un problema serio. En sectores tan competitivos como el tecnológico, además, incide la necesidad de tener más 'controlados' a los trabajadores para asegurase de que no se pluriemplean para la competencia.

En España, por otro lado, los reparos derivan tanto de los costes derivados de la Ley del Trabajo a Distancia y de la complejidad de las obligaciones legales. Aunque el reciente V Acuerdo de Negociación Colectiva puede suponer una buena noticia, ya que insta a sindicatos y patronales a impulsar los pactos del teletrabajo en los convenios colectivos. Esto quizá explique el repute del teletrabajo en los dos primeros trimestres del año: alcanzó al 11,1% de los trabajadores, el nivel más alto desde finales de 2021.

Aunque en este repunte influye el auge del teletrabajo 'ocasional', aunque quedan por debajo del 50% de la jornada semanal. En la práctica son puestos que ni siquiera superan el 30%, lo que obligaría, según la Ley del Teletrabajo, a compensar al teletrabajador por los gastos de luz y otros. En cualquier caso, la legislación sigue siendo clara en lo que se refiere a las condiciones de desconexión digital y otros riesgos laborales.

Ello cuando el teletrabajo de un día a la semana no se mezcla con otras 'tendencias' como la de la jornada de cuatro días, de manera que las 32 horas semanales se convierten en 32 en la oficina más ocho en casa pegado al ordenador.

Los 'influencers' del teletrabajo

En cualquier caso, si el lector se ha encontrado con alguna de las imágenes mencionadas en el primer párrafo, y que son muy habituales en redes como LinkedIn, tenga por seguro que en la mayoría de los casos su protagonista será un trabajador autónomo. Son el colectivo con el mayor porcentaje de teletrabajadores, un 28,7% del total, y no tiene las limitaciones de los asalariados para trabajar donde quieran.

Aunque en su caso no han experimentado grandes cambios durante la pandemia, ni siquiera en los meses de verano, algo que casa mal con la idea de un supuesto 'boom' de nómadas digitales que viajan por el mundo mezclando turismo y trabajo. La realidad, incluso para los que trabajan para clientes internacionales, es mucho más prosaica y, como en el caso de los asalariados, depende mucho más de la ecuación entre costes e ingresos que del glamour de la vida itinerante.

Porque en este ámbito hay un elemento que no se tiene en cuenta: el glamour. En un mundo marcado por las redes sociales la apariencia lo es todo, también en el ámbito profesional. Los 'turistas laborales' laborales, igual que otros 'influencers' venden un estilo de vida que a la hora de la verdad no tiene nada que ver con la realidad de los teletrabajadores, sean por cuenta ajena o propia. Un problema, en el fondo, de percepciones distorsionadas.

Son percepciones que perjudican a los trabajadores, que ven que no se parece en nada a su realidad y acaban considerando que el teletrabajo es un bulo, Ocurrió algo parecido durante la pandemia, cuando el teletrabajo abrió una doble brecha: la más evidente, entre las profesiones que podían aplicarlo y las que no. Pero también se produjo una entre los teletrabajodres que tenían una segunda residencia y los que no.

Una decepción necesaria

No fueron pocos los urbanitas que aprovecharon los primeros días de confinamiento para irse a su pueblo o a la casa de la playa, un ambiente menos opresivo que en las grandes ciudades. Y desde allí empezaron a predicar el teletrabajo como un motor para cambiar el modelo productivo y económico de España.

La progresiva vuelta a la normalidad fue una decepción para muchos de ellos. Una decepción necesaria quizá para poner los pies en la tierra, pero que además coincidió con unos cambios legales bien intencionados pero tan rígidos que convirtieron el teletrabajo en una opción mucho menos apetecible para las empresas. Unas empresas que convertían esa visión utópica del teletrabajo en dudas más que razonables sobre la productividad de sus empleados, lo que ha acabado disparando la desconfianza entre dirección y plantilla.

A ello se suma a que España tiene un tejido de pymes que estaba poco digitalizado y preparado para abrazar esta transformación que, por otro lado, ni siquiera ha sido bendecida con el apoyo del Gobierno, más allá de la retórica.

A la hora de la verdad, el repunte del teletrabajo en 2023 entre los asalariados es una buena noticia que significa que esta modalidad se va implantando, si bien muy lentamente y menos de lo que permite la tecnología. De hecho, según un estudio de la OCDE el teletrabajo en España quedó 3,6 veces por debajo de su potencial

En cualquier caso, la legislación europea (que la ministra de Trabajo en funciones, Yolanda Díaz, aspiraba a convertir en un reflejo de la española, aprovechando la presidencia española de la UE) está en marcha y clarificará la implantación de la modalidad a nivel europeo, más allá de los acuerdos parciales entre países.

Unos cambios legales que también afectan a los nómadas digitales, una figura en el punto de mira de los legisladores también en España, tras los tímidos pasos dados con la Ley de Startups española. 

Se trata de un escenario al que conviene mirar más que a los gurús e 'influencers' que en muchos casos solo venden fantasías sobre un trabajo perpetuo disfrazado de vacaciones. Una idea que no solo es irreal, sino ilegal.

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