
La ingente cantidad de datos macroeconómicos oficiales recientes evidencian que la recuperación económica de China no es tan fuerte como se esperaba con la apertura de la economía a comienzos de año tras el fin de la política Covid cero.
El principal impulso que recibió la economía del gigante asiático tras la salida del confinamiento fue el consumo. Pero ya en el mes de abril los expertos apuntaban a un "espejismo" de recuperación.
En concreto, en el mes de mayo, las ventas minoristas (indicador clave del consumo) se desaceleraron al 12,7% interanual en mayo, frente al 18,4% de abril, según los datos de la Oficina Nacional de Estadística (NBS, por sus siglas en inglés). A esto se suma que la actividad manufacturera entró en el terreno de la contracción en el quinto mes del año. Según el índice PMI de Caixin, el sector cayó por segundo mes consecutivo en abril hasta el 49,5 (la línea por debajo de 50 significa contracción) desde los 50 puntos registrados en el mes anterior y los 51,6 del mes de febrero.
Pero la segunda economía más grande del mundo se enfrenta a varios elementos que están lastrando su desempeño y que han hecho que los principales analistas macroeconómicos a rebajar el crecimiento del PIB del país al entorno del 5%. En un informe emitido por el Bank of America, las economistas para China y Asia de Merrill Lynch, Helen Quiao y Miao Ouyang, aseguran que a la vista de los "decepcionantes" datos de crecimiento del segundo trimestre, que revelan un crecimiento de solo el 0,8% del PIB, y "de un retraso en la respuesta política contundente" rebajan sus previsiones de expansión de la economía china al 5,1% para 2023 y al 4,8% para el año 2024.
Por su parte, Cosmo Zhang y Carlos de Sousa, analista de Investigación y estratega y gestor de Cartera en Vontobel respectivamente, aseguraron en un informe que la tasa de crecimiento del PIB superior al 5% "es alcanzable para 2023" pero advierten que existen "fuertes vientos en contra para un crecimiento sostenible en los próximos años", principalmente debido al envejecimiento demográfico y las nuevas tendencias desinflacionistas.
Los datos de inflación de junio demuestran que China está entrando en esa espiral deflacionaria. El Índice de Precios al Consumo se estancó al crecer un 0% interanual y cayó un 0,2% con respecto al mes de mayo. Esta es la tasa más baja desde el mes de febrero de 2021.
Ante este paradigma, el Banco Popular de China (CBP) anunció el pasado jueves que mantendrá su tipo de interés de referencia en el 3,55% por segundo mes consecutivo, tras la bajada de diez puntos básicos que llevó a cabo en junio, la primera desde agosto de 2022.
Por su parte, la LPR a cinco años o más -de referencia para préstamos hipotecarios- tampoco registró cambios al permanecer en el 4,2% después de haber experimentado también su último recorte el mes pasado, de diez puntos básicos igualmente.
Colapso del inmobiliario
La intención del gobierno de Xi Jinping es generar un estímulo a una economía que ve como su sector inmobiliario, que supone alrededor del 20% del PIB, multiplicó la incertidumbre tras la quiebra del gigante de la construcción Evergrande y la negativa de los hipotecados a pagar sus hipotecas ante pisos que no les entregaban.
A esto hay que añadir la caída de los activos fijos y el desempleo juvenil, que alcanzó el 20,4% durante el mes de abril, una cifra récord según el histórico de los datos de la Oficina Nacional de Estadística de China.
Pero los analistas no son muy halagüeños con estas políticas. Consideran que China necesita algo más que un estímulo monetario para impulsar una economía "que está en declive", aseguran.
El economista jefe de BOC Internacional (China) declaró en el mes de junio a la agencia independiente Caixin que la ralentización de la economía de la economía del gigante asiático "no es consecuencia de los tipos de interés, sino de la infraestructura limitada y la inversión inmobiliaria".
Los promotores inmobiliarios y los vehículos de financiación de los gobiernos locales (LGFV), que normalmente financian la inversión en infraestructura, representan gran parte de la financiación en la economía real, pero su demanda se ha reducido drásticamente en los últimos años a medida que Pekín intensificó los esfuerzos para frenar la especulación y el endeudamiento excesivo.
"Con la financiación tanto de los desarrolladores como de los LGFV tan limitada, la economía real de China ahora es mucho menos sensible a los cambios en las tasas de interés", escribió Xu. "Por lo tanto, reducir las tasas por sí solo no es una solución a la desaceleración económica".
Ahora, el Politburó está preparando una serie de estímulos al consumo, al mismo tiempo que busca atajar la caída del inmobiliario con la moratoria de los préstamos, pero parece que la falta de acción les va a pasar factura.