Economía

Ruth Merino: la liberal que dejó Ciudadanos para tener las llaves de la Hacienda valenciana

  • Tiene el reto de ejecutar la supresión y bajada de impuestos de Mazón
  • Deberá cuadrar la pérdida de esos ingresos y el alza de tipos de interés
  • Es una de las comunidades autónomas más endeudadas de España
Ruth Merino, en su etapa en Ciudadanos.
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Apenas unas semanas es lo que ha durado la reincorporación de Ruth Merino a su puesto en la Agencia Tributaria después de que en enero pasado anunciase su renuncia a su escaño de Ciudadanos en el parlamento valenciano y, en principio, su abandono de la política. Ahora esta castellonense será la primera mujer consellera de Hacienda en la historia de la Generalitat Valenciana en el Gobierno de Carlos Mazón.

La nueva consellera, que además será la portavoz de un Ejecutivo que tendrá que rendir cuentas de las políticas del PP y de las de Vox, tuvo en su día la difícil papeleta de sustituir a Toni Cantó como portavoz de Ciudadanos en Les Corts Valencianes en una formación en descomposición.

Merino reúne un perfil completamente distinto al del actor que protagonizó series como Siete Vidas y que asestó un golpe de gracia a Ciudadanos en la Comunidad Valenciana con su marcha al PP en Madrid después de haber conseguido en las urnas que llegase a tener el tercer mayor grupo en el parlamento autonómico con 18 escaños.

En su trayectoria política presume de ser liberal, y destaca más por lo económico y técnico, algo derivado de su formación en el departamento de Hacienda. "Me gusta todo lo que suponga reducir el tamaño del estado y dar más libertad a las personas", llegó a asegurar hace unos meses.

Un perfil ha mucha distancia de un Cantó mucho más mediático, que utilizaba un tono político más estridente, y que lo mismo le servía para plantear acuerdos con Ximo Puig como para criticar vehementemente sus pactos con Compromís y Podemos.

Pese a estar muy lejos de ese tirón de popularidad de su predecesor, el actual presidente valenciano, Carlos Mazón, no dudó en ficharla e incorporarla a su equipo para el programa económico del PP valenciano, sin estar afiliada y apenas un mes después de su renuncia y dimisión en Cs. Una jugada con la que el alicantino ha buscado ganar una imagen de centro y moderada, a la que ahora ha vuelto a recurrir para lidiar con las continuas críticas por pactar y gobernar con la extrema derecha de Vox.

Menos impuestos y tipos de interés más altos

Merino tendrá el cometido de ser la ejecutora de los planes de bajada de impuestos que Mazón ha anunciado a diestro y siniestro. La exportavoz de Ciudadanos precisamente había basado buena parte de sus críticas al Gobierno de Puig en su política fiscal y las elevadas cargas para empresas y ciudadanos.

En sus manos estará hacer realidad las promesas de Mazón de eliminar el Impuesto de Sucesiones y Donaciones, el de Patrimonio, y de una reforma del IRPF para ahorrar hasta 1.000 millones de euros a los valencianos en el corto plazo. Todo una odisea técnica para la funcionaria de la Agencia Tributaria.

Pero además, eso supone el inmenso reto de lograr compensar la pérdida de ingresos que supondrá para las arcas autonómicas. El propio PP cifraba en su programa en 1.750 millones de euros esa cantidad. Y todo ello con el viento en contra, es decir, con los tipos de interés al alza en la comunidad autónoma con más deuda por PIB de España y con Europa retomando las exigencias de estabilidad presupuestaria. La deuda valenciana está por encima de los 55.000 millones de euros.

De hecho, buena parte de sus cartas dependerán de lo que pase el próximo domingo en las elecciones generales, ya que un Gobierno amigo en La Moncloa, es decir, que mantenga abierto el grifo del FLA y, lo que ya sería casi un milagro a estas alturas, reforme el modelo de financiación autonómica para poner fin a la histórica infrafinanciación valenciana, allanaría mucho su labor.

Árbitra de los presupuestos

A ello se sumará la urgencia por elaborar el nuevo presupuesto autonómico de un Gobierno de coalición, en que todos querrán dejar claro su cuota de poder y nadie estará dispuesto a renunciar a dinero. Una negociación en que le tocará ser árbitro, a la vez que tendrá que dar la cara semanalmente como portavoz del Gobierno.

Y todo ello con una nueva herramienta informática de gestión económica que acumula continuos retrasos y sobrecostes y que en principio debe ser la base para poder construir los primeros presupuestos del Ejecutivo de Mazón.

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