
Los datos macroeconómicos de China durante el mes de mayo han provocado un aluvión de revisiones a la baja en el crecimiento del PIB del gigante asiático para este año. El último ha sido Goldman Satch, que recortó su estimación desde 6% hasta el 5,4% en 2023 y revisaron sus previsiones para 2024: desde el 4,6% al 4,5%.
Goldman se suma a una extensa lista de analistas que han modificado sus pronósticos para la segunda economía del mundo. Por ejemplo, los economistas de UBS Investment Bank redujeron su pronóstico desde el 5,7% al 5,2%. Por su parte, Nomura Holdings hizo un movimiento similar, con una bajada hasta el 5,1%, partiendo de un 5,5% para este año en su anterior predicción. Para el año que viene, UBS también se muestra pesimista, ya que prevé que la expansión del PIB chino se quedará en el 5%, frente al 5,2% que hicieron en su anterior revisión. En esa misma línea ha actuado Nomura Holdings, que bajó del 4,2% para 2024 al 3,9%.
Pero estas revisiones no parecen preocupar mucho a Pekín. Desde el gabinete de Xi Jinping ya habían anunciado una previsión de crecimiento del PIB para este año muy cautelosa. En la asamblea Popular Nacional, el máximo órgano legislativo de China que se celebró en marzo de este año, anunciaron que sus previsiones del PIB para este año serían de "alrededor del 5%", por lo que se mantiene dentro de la horquilla de los analistas y parece que veían venir esta ralentización.
Aunque el gabinete de Xi Jinping, ante estas rebajas, realizó una Reunión Ejecutiva el pasado viernes, presidida por el primer ministro Li Qiang, de la que salió un proyecto de normas administrativas que regirán la industria y el capital privado del país. Sin embargo, el Consejo de Estado no publicó ni concretó cuáles iban a ser estas medidas. Además, Li Quiang está de gira esta semana, visitando Alemania y Francia, por lo que no parece que vaya a haber un anuncio de medidas concretas de estímulo de carácter inmediato.
Habrá estímulos, pero no será igual que en otros ciclos
Como resaltan en la nota de Goldman, "la recuperación china tras la reapertura parece haberse desvanecido". Es cierto que, en un principio, cuando el país abrió súbitamente su economía en enero de este año (tras tres años parada), el consumo se reactivó rápidamente y eso provocó un espejismo, provocado por el denominado "gasto de venganza". Es decir, los ciudadanos chinos consiguieron ahorrar mucho durante los tres años de encierro y utilizaron de golpe y sin mesura ese dinero una vez volvió el ocio y se permitieron los viajes.
Esto provocó un ecosistema de dinamismo que hizo que la economía del gigante asiático se reavivase y recuperase su habitual dinámica en lo que respecta al consumo y el sector servicios. Pero por detrás el sector industrial y la construcción, entre otros, ya estaban avisando de la ralentización de la economía.
En lo concreto, China tiene mucho pendiente. El grupo de economistas de Goldman, encabezado por Hui Sahn, asegura en su informe que cualquier paquete de medidas "será de menor alcance que en las recesiones anteriores", donde el Estado aumentó la inversión en infraestructuras y bienes raíces "como forma de estimular el crecimiento".
Todos los analistas coinciden en que Pekín está frente a un 'dique económico' construido con una disminución de la población, que a su vez está más envejecida, y lo que se añade el incremento del paro juvenil, que registró en mayo una tasa del 20,8%, cuatro décimas más que en abril y la cifra más alta de la serie histórica. Además, existe un nivel muy elevado de endeudamiento de las administraciones locales y las familias, lo que hace que caiga la demanda de vivienda, entre otras cosas.
Por tanto, los economistas apuntan a una serie de estímulos a la propiedad y las infraestructuras pero "dirigido y moderado". "Seguir la misma vieja ruta de usar la propiedad y las infraestructuras para diseñar un fuerte repunte económico sería inconsciente si quieren un crecimiento económico de calidad", dicen desde Goldman. El mantra de 'crecimiento económico de calidad' lo han explotado los líderes chinos desde el final de las restricciones, pero no parece que tengan muy claro cómo conseguirlo.
En este sentido, el economista para China de TS Lombard, Rory Green, aseguró que el presidente Xi Jinping "ha mantenido su impulso por un crecimiento 'de mayor calidad' y es poco probable que cambie de postura ahora, especialmente con respecto a la propiedad". El experto reiteró que las medidas de estímulo existirán, pero se espera que estén "en el enfoque del ajuste cíclico cruzado gradual que China ha mantenido en los últimos cinco años".
Lo cierto es que las primeras medidas de estímulo han sido pequeñas y muy concretas. El Banco Popular de China (PBOC, por sus siglas en inglés) cumplió las previsiones y bajó este martes los tipos del interés en diez puntos básicos, del 3,65% al 3,55% la tasa referencial para créditos (LPR por sus siglas en inglés) a un año. Al mismo tiempo, también bajó la tasa a corto plazo a principios de esta semana.
Todo esto mientras la Fed y le Banco Central Europeo siguen aumentando el precio del dinero para contener la inflación. Este diferencial de tipos lo que provoca es que el yuan chino siga debilitándose frente al dólar.