Uno de los fenómenos más llamativos del mercado laboral español en último año y medio ha sido el espectacular incremento de las dimisiones de trabajadores. Las bajas voluntarias están asociadas a nuevas oportunidades laborales para el empleado. Las dimisiones mantienen una tendencia alcista desde el inicio de 2021, cuando el empleo se comenzó a recuperar de la pandemia. En el primer trimestre de 2023, fueron casi 600.000 dimisiones registradas, de las que la gran mayoría, 450.000, corresponden a asalariados con contratos indefinidos. ¿Significan estos datos que el empleo se ha sobrecalentado hasta el punto en que en un país con tres millones de parados saltar voluntariamente de un empleo a otro se ha convertido en la nueva normalidad?
Hablar de personas que dejan voluntariamente un trabajo conlleva invocar el fantasma de la Gran Renuncia y la tentadora idea de que la mentalidad de los trabajadores ha experimentado un cambio tal tras la pandemia por el que cientos miles de ellos han perdido el miedo a abandonar su puesto de trabajo para buscar nuevos horizontes profesionales y una mejora de sus condiciones.
Pero el perfil del mercado laboral español no parece ajustarse al de los países que han sufrido un fenómeno similar. La clave está en la ratio de vacantes por cubrir. Así, los 140.000 puestos disponibles que detecta el INE solo darían empleo a un 5% de los parados registrados, cuando en Estados Unidos y varios países europeos, como Alemania, superan con creces el 100%. De hecho, el dato de España está a la cola de la OCDE.
¿A dónde van los que dimiten?
Entonces, ¿a dónde van los trabajadores que dimiten en España? Porque el hecho es que poca gente renuncia a un trabajo para irse a su casa, la mayoría renuncian a su trabajo por una oferta mejor. Pero lo cierto es que el dato de vacantes, tal y como recopilan las estadísticas oficiales, debería revelar un rechazo a aceptar empleos, pero no recoge por completo las dinámicas de un mercado laboral, donde el flujo es continuo de trabajadores que empiezan en un nuevo puestos y otros muchos que lo abandonan.
El número real de puestos por cubrir es una variable objeto de polémica entre patronales, sindicatos e incluso entre los ministerios de Inclusión y Seguridad Social y el de Trabajo. Pero en lo que todos están de acuerdo es que, aunque en algunos sectores y puestos de mayor demanda, como los tecnológicos, exista una gran rotación de trabajadores provocada por cambio de empleo, el problema de las empresas españolas es que no encuentran trabajadores para determinados puestos, no una dimisión en masa de trabajadores. Las vacantes son siempre las mismas, según recogen las estadísticas oficiales.
Pero ¿qué dicen los datos de la Seguridad Social? Las cifras han llegado a generar cierta confusión. En primer lugar, solo se publicaba las bajas de afiliación media, lo que no permitía sacar conclusiones claras. Por eso el departamento que dirige José Luis Escrivá empezó a publicar el registro mensual, que además se asemeja más a la forma de contar las renuncias en Estados Unidos. Lo que permite tener una visión más clara del asunto.
Y estas cifras son contundentes. En el primer trimestre del año se han registrado un total acumulado de 597.000 bajas voluntarias de afiliación por dimisión, según los datos de Seguridad Social. Es un 10% más que hace un año y un 31% más que en 2019. Un dato que responde a un incremento interanual del 94% de las renuncias de trabajadores con contratos indefinidos (un 157% respecto a 2019), hasta las 450.000. Solo en abril se registraron 171.000, el segundo mayor dato de la serie histórica después de septiembre de 2022.
Sin embargo, esta evolución incluye también un importante trasvase entre las bajas de trabajadores con contratos fijos eventuales e indefinidos. Aquí está una de las claves del récord de las dimisiones. Tradicionalmente, los contratos temporales acumulaban el mayor número de dimisiones. Pero ahora se han desplomado un 58,4% desde 2019 y un 49% desde 2022.
La explicación la tiene la entrada en vigor de la reforma laboral con un incremento del empleo indefinido a costa del recorte del temporal. Los afiliados con contrato indefinido han crecido con fuerza por esta circunstancia y por la mejora generalizada del empleo. Para las contrataciones ha tenido un efecto multiplicador. Desde febrero del año pasado, un mes antes de la entrada en vigor de la nueva normativa, este tipo de contrato, que también incluye a los fijos discontinuos, han llegado a duplicarse y triplicarse.
El anterior gráfico demuestra que la evolución, a partir de la reforma laboral, de los contratos indefinidos ha ido de la mano de las dimisiones, cuando los datos de la Tesorería de la Seguridad Social y el SEPE se trasladan a base cien.
No ocurre lo mismo, con los afiliados con contrato temporal. Están cayendo a una velocidad de vértigo al pasar a mejor vida los contratos temporales de obra y servicio. Mientras la afiliación y contratos disminuyen al mismo ritmo, las dimisiones descienden, pero a distinta velocidad.
¿Síntomas de 'fuga masiva'?
Hay más dimisiones, sí, pero la pregunta clave es si esto supone también un sobrecalentamiento del mercado laboral es simple. Es decir: ¿la propensión a dimitir es mayor ahora que antes de la pandemia?
Los datos muestran que la tasa de dimisiones mensuales sobre el total de afiliados sí ha aumentado desde la reforma laboral. De hecho, ha pasado del 0,6% al 1,38%. Sin embargo, la de los temporales, que era y sigue siendo más elevada, ha retrocedido del 2,7% al 2,1%. En este sentido, el dato parece responder a la evolución que ha seguido el empleo de ambos tipos.
La mejor buena manera de comprobarlo es analizar cómo ha evolucionado la relación entre el número de dimisiones y el número de contratos que se realizan mensualmente. Esto permite despejar este 'efecto composición' de la contratación y la afiliación tras la reforma.
Como se puede observar en el gráfico de debajo, a partir de 2022, comienza a subir la tasa para el total de contratos. Pero lo hace por tirón de los indefinidos, que siempre han registrado una tasa mucho mayor que los temporales. De hecho, estos llevaban creciendo ininterrumpidamente desde 2012, cuando se inicia la serie histórica. Y ni siquiera se vieron afectados por la pandemia, cuando se alcanzaron niveles cercanos al 40%.
Pero con la reforma laboral sí se produce un cambio: la tasa retrocede abruptamente entre los indefinidos, más que entre los temporales, y un año y tres meses después sigue sin recuperarse.
La explicación puede ser que el aumento de los contratos indefinidos ha llevado que haya muchos nuevos trabajadores fijos que son menos propensos a pensar en cambiar de trabajo nada más llegar a un nuevo puesto. O que la situación económica provocada por la guerra de Ucrania, la subida de tipos y el repunte de la inflación haga que se lo piensen más.
En cualquier caso, no hay síntomas de que el incremento de las dimisiones responda a algo más que el propio aumento de los contratos indefinidos. Desde luego, los datos no concuerdan con la hipótesis de una 'fuga masiva' de asalariados.
Pero lo que también muestra el análisis de las renuncias es que las mayores tensiones del mercado laboral están muy concentradas en los meses de verano. Se podría pensar que la evolución de los contratos indefinidos y las bajas no están condicionadas estacionalmente. Pero nada más lejos de la realidad. Cuando hay más dimisiones por número de contrato es durante los meses de verano. Está por ver cómo ha condicionado la reforma laboral este comportamiento.