Economía

La fórmula del éxito del mercado laboral en Francia: el paro baja a niveles de 1982

  • La tasa de paro cae al 7,1% en el último trimestre de 2022 y primero de 2023
  • El empleo total se sitúa ya un 5,8% por encima de su nivel anterior al covid
  • Las reformas parecen estar funcionando, sobre todo en el empleo juvenil
Imagen: Dreamstime

En medio de las protestas por la reforma de las pensiones impulsada por Emmanuel Macron, el presidente francés ha recibido este miércoles una alegría desde el frente macroeconómico: la tasa de paro en el último trimestre de 2022 y el primero de 2023 bajó hasta el 7,1%, niveles no vistos desde 1982, en los primeros años del mandato del histórico presidente François Mitterrand. Solo una pequeña 'anomalía' contable fruto del estallido de la pandemia arrojó esta misma tasa en el segundo trimestre de 2020. Los datos, en cualquier caso, confirma la buena tendencia del mercado laboral galo en los últimos años.

Según las cifras publicadas por el Instituto Nacional de Estadística y de Estudios Económicos (Insee), el número de desempleados, según la definición de la Oficina Internacional del Trabajo (OIT) apenas disminuyó durante el primer trimestre (-7.000), y alcanzó los 2,2 millones de personas. La tasa de paro, también según la definición de la OIT, se revisó del 7,2% al 7,1% para el último trimestre de 2022 y se mantuvo estable durante el primero de 2023. La estadística es ahora 1,1 puntos porcentuales inferior a su nivel precovid del 8,2% y 3,4 puntos porcentuales inferior a su máximo de 2015.

Su descenso al 7,1% permite la comparativa con las métricas del período del socialista Mitterrand, ya que en el primer trimestre de 2008, con Nicolas Sarkozy de presidente y justo antes de la gran crisis financiera, el mínimo llegó al 7,2%.

La tasa global de desempleo no es la única estadística positiva del informe. El desempleo juvenil cayó 0,2 puntos porcentuales en el primer trimestre hasta el 16,6%, más de cinco puntos porcentuales por debajo de los niveles precovid. Mientras tanto, el desempleo de larga duración se situó en el 1,8% de la población activa, su nivel más bajo desde principios de 2009, excluyendo de nuevo el segundo trimestre de 2020, cuando los datos estaban sesgados porque las restricciones por el coronavirus impidieron a la gente registrarse como demandantes de empleo.

Los números confirman una tendencia positiva en el mercado laboral francés en los últimos años. Macron heredó una tasa de paro del 9,5% cuando accedió al Elíseo en 2017 y ha hecho desde entonces la reducción de la cifra por debajo del 7% un objetivo central de sus reformas. La mejor lectura en el desempleo en 41 años ayuda a Macron a reforzar su mensaje de que sus impopulares reformas consideradas proempresariales y sus esfuerzos por atraer la inversión extranjera han dado sus frutos en medio de una fuerte contestación sindical y ciudadana a su reforma de las pensiones que está sacudiendo su segundo y último mandato.

Lo cierto es que el empleo en Francia ha aumentado considerablemente desde la pandemia hasta una tasa ajustada estacionalmente del 68,6% de la población en edad de trabajar, prácticamente dos puntos por encima que en el primer trimestre de 2021. También con datos del Insee, el empleo total reflejó un incremento del 0,2% intertrimestral en el primer trimestre de este año, hasta situarse un 5,8% por encima de su nivel anterior a la pandemia.

Desde principios de 2020, se han creado 1,2 millones de empleos adicionales en Francia, el 85% de ellos en el sector servicios. Esto supone un aumento del 5,8% en el periodo, mucho más rápido que el crecimiento del PIB (del 1,7% en el periodo), lo que indica que, desde la pandemia, el crecimiento ha sido especialmente intensivo en empleo.

Una razón de peso en esta inercia es que la tasa de actividad (proporción de personas empleadas respecto a la población en edad de trabajar) ha aumentado considerablemente, invirtiendo el descenso que se produjo durante varios años antes de la pandemia. A su vez, el aumento de la participación se ha visto impulsado por un repunte de la tasa de participación de los jóvenes que, entre otras cosas, puede haberse visto favorecido por el éxito de los planes de aprendizaje impulsados por las últimas administraciones.

"En los últimos años, Francia ha sido una excepción a la tendencia observada en muchos otros países de disminución de la oferta de mano de obra y de la tasa de actividad", señala Andrew Kenningham, analista de Capital Economics. El experto apunta como tesis de esta fortaleza "el efecto acumulativo de las reformas aplicadas durante la presidencia de François Hollande y el primer mandato de Macron".

Hace unos meses, cuando las estadísticas del mercado laboral francés ya descollaban, Charlotte de Montpellier, economista de ING para Francia, apuntaba que el aumento de la tasa de empleo venía acompañado de una caída en el número de personas cuya oferta de mano de obra está restringida, ya sea sin utilizar (desean un trabajo) o infrautilizada (subempleados). "Por lo tanto, contrariamente a lo que se observó en algunos momentos de la crisis sanitaria, la mejora de las estadísticas del mercado laboral no son un trampantojo consecuencia de una caída de las horas trabajadas (empleo parcial) o de una salida del mercado laboral por imposibilidad de encontrar trabajo".

De Montpellier también hacía énfasis en el empleo juvenil: la tasa de empleo para personas de entre 15 y 24 años ha pasado del 30,5% en el primer trimestre de 2021 al 35,3% dos años después. "Se trata de toda una evolución muy positiva, que va de la mano del auge del aprendizaje (formación en empresas) entre los jóvenes, consecuencia de los planes 'Un joven, una solución' y 'Contrato de compromiso juvenil' puestos en marcha por el gobierno desde el inicio de la crisis sanitaria bajo la dirección de la entonces ministra de Trabajo, Elisabeth Borne", indica la experta de ING. Precisamente Macron eligió tras su victoria el año pasado a Bourne, considerada un perfil tecnócrata, como primera ministra. 

La cuestión ahora es si la tendencia se mantendrá, con la sombra de la recesión tras un endurecimiento de las condiciones financieras por parte de los bancos centrales que no acaba de aplacar la inflación. Kenningham no ve indicios de que esta mejora en el empleo francés se esté agotando y cree que seguirá en el segundo trimestre. Para defender su argumento, el economista se fija en el componente de empleo del PMI compuesto, que saltó a 55,8 en abril, lo que a primera vista apunta a una aceleración del crecimiento del empleo.

El analista reconoce la dificultad de mantener durante mucho más tiempo esta dinámica, "dado que es probable que el lastre del endurecimiento de las condiciones financieras siga repercutiendo en la economía en los próximos meses". No obstante, muestra su confianza en que la actividad económica en Francia pueda resistir mejor que en la mayor parte de la zona euro a corto plazo.

Signos de enfriamiento

Más pesimista es De Montpellier, quien ya denota signos de enfriamiento del mercado laboral. Por ejemplo, explica en una nota de este miércoles, la ralentización de la contratación temporal se ha acelerado recientemente, lo que suele ser "un presagio de un debilitamiento más generalizado del mercado laboral, ya que las empresas primero reducen el empleo temporal ante la ralentización de la demanda antes de recurrir al empleo interno".

De hecho, agrega la economista, el número de solicitantes de empleo procedentes del final de un trabajo temporal ha aumentado considerablemente en los últimos seis meses. Además, según las encuestas, las intenciones de contratación de las empresas de todos los sectores vienen disminuyendo desde hace varios meses y el descenso se acentuó en abril, señal de un debilitamiento previsto de la coyuntura. El descenso es especialmente acusado en los sectores de los servicios y la construcción.

Por último, enumera la estratega de ING, la proporción de empresas que consideran que la falta de mano de obra es un factor que limita su producción está disminuyendo en todos los sectores, aunque se mantiene en un nivel históricamente elevado. "Así pues, el ritmo de creación de empleo debería ralentizarse significativamente en los próximos meses e incluso podría volverse ligeramente negativo en el segundo semestre", expone.

Desde ING contemplan un aumento del desempleo "moderado" en relación con la magnitud de la ralentización económica prevista y prácticamente descartan una caída brusca del empleo. Su previsión es que la tasa de desempleo alcance el 7,3% a finales de 2023 y el 7,6% a finales de 2024.

Estas proyecciones hacen que el objetivo de Macron de alcanzar el pleno empleo para 2027 se antoje difícil de conseguir dadas las previsiones económicas. Uno de los compromisos del mandatario antes de las presidenciales de 2022 era recortar el desempleo lo mismo que en su primer mandato en el Elíseo, lo que dejaría la tasa de paro bajo el 5%.

Por supuesto, no todo es el empleo, como recalcaba De Montpellier hace meses: "Estos datos pueden considerarse una buena noticia para la economía, ya que un mercado laboral fuerte significa que la renta nominal disponible de los hogares no se deteriora y, por tanto, favorece el consumo y, en consecuencia, el crecimiento económico. Dicho esto, un mercado laboral fuerte no impedirá por sí solo una contracción de la renta real disponible de los hogares, dado el entorno de elevada inflación".

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