Economía

Las empresas españolas paralizarán su inversión en 2023 por la incertidumbre

  • El Banco de España recorta 1,3 puntos, hasta el 0,3%, el alza de la formación bruta de capital fijo
  • Este recorte implica que el PIB crezca hasta 0,3 puntos menos, según expertos de Fedea
  • El supervisor cerró el informe el 2 de marzo, antes de las turbulencias financieras
Sede del Banco de España en Madrid. EE
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La economía española arrastra una moderación de su actividad desde la segunda mitad de 2022. En concreto, la inversión empresarial registró un desplome en el último trimestre del pasado año que ha contagiado a las perspectivas de 2023, según detalla el Banco de España en su informe trimestral. Si en diciembre proyectaban un crecimiento de la inversión del 1,6%, en marzo se rebaja el optimismo 1,3 puntos, hasta el 0,3%. El supervisor cerró el informe antes del incremento de las "perturbaciones" financieras "cuya magnitud y persistencia son muy inciertas", recoge el análisis.

El Banco de España reconoce en su último informe que el impacto de la reducción de la política montearia, y su relación macrofinanciera con la inversión y el gasto de las empresas (y los hogares) es aún muy incierto. Aún más incertidumbre genera la crisis bancaria en Estados Unidos y el escepticismo en torno a Credit Suisse, un factor externo que no recogen las previsiones del organismo.

"El desencadenamiento, tras la fecha de cierre de este informe (el 2 de marzo), de un episodio de fuertes tensiones financieras a escala global ha supuesto una nueva perturbación adversa, cuya magnitud y persistencia son muy inciertas", explica el informe. Desde Funcas, la economista sénior, María Jesús Fernández, traslada la posibilidad de que esta crisis bancaria haga más restrictiva la concesión de nuevos créditos bancarios.

La crisis financiera abre la posibilidad de restringir más la concesión de créditos bancarios

La formación bruta de capital fijo es importante en el conjunto del PIB: supone el 20% de la economía, según explica José Emilio Boscá, investigador asociado a Fedea. Así, la rebaja de las expectativas en inversión restan hasta 0,3 puntos de crecimiento esperado del PIB que fue revisado al alza y se espera que crezca un 1,6% este año pese al empeoramiento de la inversión.

Así, la inversión debilitada durante 2022 queda expuesta al "endurecimiento de las condiciones financieras y los aún elevados niveles de incertidumbre", recoge el supervisor. Con un punto a favor: los plazos de entrega y la mejora de las expectativas que recogen los indicadores de actividad, los PMI. Por ejemplo, el indicador referido al sector industrial superó los 50 puntos en febrero, indicando crecimiento.

Un indicador clave

"El impacto de los tipos va a ser importante, especialmente en inversión", explica a este medio María Jesús Fernández. De igual forma coincide su colega, José Emilio Boscá, que apunta a que en este entorno "el endurecimiento de la política monetaria influye por la menor rentabilidad de las inversiones".

Está, por tanto, estrechamente relacionado con los créditos bancarios. La mayoría de estas inversiones se realizan por esta vía, tal y como indican desde Fedea. "Con una inversión bruta creciendo al 0,3%, probablemente la inversión neta no crezca", señalan.

La inversión es un indicador volátil: crece y baja en mayor medida de lo que lo hace el PIB

La inversión, además, se relaciona con el consumo: la inversión mira más al medio plazo, mientras el consumo es inmediato, por tanto, la inversión anticipa el comportamiento del consumo, que también se debilitará según pronostica el Banco de España en sus previsiones. "La inversión es el crecimiento a futuro y a la vez un elemento más volátil, crece y baja más de lo que lo hace el PIB", añade Boscá.

En todo caso, tanto desde el Banco de España como desde Funcas coinciden en que gran parte de las esperanzas de inversión y crecimiento se asientan sobre los fondos europeos con el reto de llegar al sector privado. De hecho, apenas el 16,5% de las empresas ha solicitado esta financiación.

Inversión más compleja para la pyme

La inversión no es igual para todas las empresas. Y el gran tejido empresarial mayoritario en España, que son las pymes, ya tiene más dificultades para acceder a financiación: según los cálculos de la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (Cepyme), en el último trimestre de 2022 las pymes captaron 15.900 millones menos de lo que habrían recibido antes de la pandemia, explicaron esta semana en un informe. 

Otros expertos consultados recalcan que la inversión en este tipo de empresas no suele ser productiva, es decir, para ampliar su capital y capacidad de producción. Sus inversiones son denominadas de mantenimiento y reposición, es decir, aquellas que sirven para renovar el capital, pero que no permiten ampliar la capacidad productiva. Es lo que le sucede a las pymes. 

La inversión de la pyme suele ser de reposición e impide ampliar su capacidad productiva

Además, por lo general, este tipo de empresas cuenta con más dificultades para obtener y ampliar sus rentablidades. "Los mayores tipos de interés encarecen la financiación y con ello el retorno exigido a las inversiones, por lo tanto se invierte menos al haber menos proyectos rentables", explican desde Inversis.

Y así, el pez que se muerde la cola afecta al consumidor. "Los mayores tipos de interés contraen la demanda de los consumidores y por tanto los ingresos de las compañías, en consecuencia hacen que las inversiones sean menos atractivas y con ello la formación bruta de capital fijo", sentencian desde el banco de inversiones. 

Debajo de la media en I+D+i

España, además, peca de dedicar menos dinero a partidas como el I+D+i (inversión, desarrollo e innovación), que afecta al terreno público y también al privado. Según los últimos datos disponibles, correspondientes a 2021, España dedicó el 1,4% de su PIB a esta partida, por debajo del objetivo del 2% que se marca la Comisión Europea y, a la vez, también por debajo de la media que invierten los países del euro (2,3%). En términos nominales, 17.249 millones de euros que se repartieron en algo más de 360 euros por habitante.

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