
La inflación, pese a frenarse su crecimiento, sigue desbocada con un 10,5% en el mes de agosto. Un nivel que se ha ido acumulando a lo largo de los últimos meses y que ha mermado de forma progresiva el poder adquisitivo de los ciudadanos principalmente a través del precio de la energía y de los alimentos.
En esta situación el dinero de los ciudadanos va perdiendo valor de forma irremediable. En este punto es complicado paliar los problemas de nivel adquisitivo derivados de la inflación, pero existe la posibilidad de, al menos, combatirlos. Y una de las formas es dando rentabilidad a ese dinero que tenemos guardado en la cuenta bancaria y que, si no se mueve, estará condenado a perder cada vez más valor.
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) da alguna clave al respecto. En su página web, el organismo apuesta por quedarse con una cantidad limitada de dinero en la cuenta corriente para poder destinarlo a los gastos corrientes y para disponer de él en el caso de emergencias o gastos inesperados. El resto debe usarse de forma que se vea afectado de la menor forma posible por la inflación.
La razón la da la OCU, que recomienda de forma insistente en no tener todo el dinero ahorrado en la cuenta corriente debido a que "no son el mejor sitio para mantener nuestros ahorros, ya que prácticamente ninguna entidad las premia con intereses".
En opinión del organismo, no es necesario contar con más de tres meses de salario en la cuenta corriente, el dinero suficiente para hacer frente a imprevistos y lo que la OCU denomina como una "reserva de liquidez". El resto del dinero se debería destinar a otros menesteres.
Cómo sacar rentabilidad al dinero fuera de la cuenta corriente
La OCU explica que con el fin de evitar los efectos negativos de la inflación lo más conveniente es usar ese dinero restante en otros productos más rentables. La elección por uno u otro dependerá de varios factores, pero se pueden hacer dos distinciones claras:
-En el caso de poder disponer de unos ahorros determinados durante 12 meses la clave será llevar el dinero a un depósito de un año, aunque el ciudadano debe saber que retirar el dinero antes de tiempo en este periodo tan corto puede conllevar penalizaciones.
-En el caso de poder disponer de los ahorros a largo plazo, como mínimo entre cinco o diez años, es recomendable acudir a productos de mayores rentabilidades incluso asumiendo pérdidas en periodos concretos de tiempo dentro de ese plazo de cinco o diez años.
Eso sí, el ciudadano debe saber que para operar con una mayor tranquilidad y seguridad sería muy aconsejable no tener más de 100.000 euros en el mismo banco, ya que el Fondo de Garantía de Depósitos solo cubre este tope en caso de quiebra de un banco y, de acumular más dinero, se perdería de forma irrecuperable.
Por qué la inflación se come el dinero de nuestra cuenta
A pesar de conseguir ahorros, el ciudadano debe estar muy atento al momento económico para descubrir si está perdiendo dinero o no. La razón es que en momentos de inflación disparada como el actual ese dinero que queda almacenado va perdiendo valor al servir para comprar menos bienes que en la fecha en la que se ahorró.
Para entenderlo, un ejemplo simple pero efectivo: si en enero el ciudadano contaba con 6.000 euros ahorrados podía comprar en ese momento seis ordenadores portátiles, a 1.000 euros la unidad. Si desde enero ahorra 500 euros más para alcanzar 6.500 euros y el precio de los ordenadores aumenta un 10,5% (valor de la inflación) para pasar a costar 1.105 euros, a pesar de haber aumentado sus ahorros perderá poder nivel adquisitivo, ya que no será capaz de comprar seis ordenadores con más dinero como sí podía hacerlo en enero con menos ahorros.