Economía

Un cambio de Gobierno en medio de una crisis histórica: el nuevo líder británico se juega su futuro con los precios de la luz

  • Un invierno de crisis y huelgas puede dejar al nuevo Gobierno tocado de muerte
Liz Truss, en un acto de campaña. Foto: Reuters

La dimisión de Boris Johnson y los meses de interinidad en el Gobierno británico que ha conllevado han llegado justo en medio de una de las mayores crisis económicas en el continente europeo. La subida desbocada de los precios de la energía está golpeando al país con la misma fuerza que a sus vecinos del otro lado del Canal de la Mancha, con la diferencia de que la falta de un primer ministro ha paralizado la adopción de cualquier tipo de medidas. El ganador de las primarias 'tories' no tendrá 100 días de gracia: desde el primer minuto se enfrentará a una bomba de relojería que puede marcar su carrera política.

Todas las encuestas a la militancia del Partido Conservador -que ya ha dado sorpresas en el pasado- dan como ganadora por un amplio margen a Liz Truss, la actual ministra de Exteriores. Y Truss, que tiene como modelo (de política y de estilo) a Margaret Thatcher, se resiste a anunciar el tipo de intervenciones y ayudas generalizadas que están viéndose en Europa estos días, y que la propia presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha puesto hoy sobre la mesa.

La oposición laborista, que no tiene ningún remilgo ideológico, ha llegado a proponer topar la factura de la luz anual de las familias en 2.000 libras y pagar la diferencia con dinero público, que podría ascender a 100.000 millones de libras en dos años, según ha calculado la propia industria. Johnson, que mantiene su ojo 'populista', ha comprendido lo atractivo de esa medida y ha animado a su sucesor (o probablemente sucesora) a poner un saco de ayudas sobre la mesa en cuanto tome posesión.

Aun así, Truss está resistiéndose a dar un giro tan brusco. Su plan consiste en una reducción de impuestos, del 5% al IVA a la electricidad y, especialmente, de las cotizaciones sociales, deshaciendo la subida aprobada en primavera por Johnson y su oponente, el entonces ministro de Hacienda Rishi Sunak. Una medida que ayudaría más a las clases medias y altas, las más afectadas por este impuesto, y que apenas ayudaría a los más pobres. En las últimas horas, Truss ha empezado a dar tímidos pasos hacia las ayudas generalizadas, indicando que "no descarta" dar dinero de forma directa a las familias.

El mayor peligro, sin embargo, no está solo en las miles de personas que no podrán pagar la luz después de que su precio se disparase a 300 libras (350 euros) mensuales, sino en las empresas. Al contrario que los hogares, el suministro de luz a compañías no está topado, y los que tengan que renovar contrato estas semanas se están disparando por encima de las 600 libras (700 euros) el megavatio/hora. Unos precios letales para una gran cantidad de pymes, según alertan las asociaciones empresariales.

El mayor problema para el nuevo Gobierno es que lo que ocurra este invierno puede marcar su futuro político sin vuelta atrás. Quedan dos años para las próximas elecciones, el Partido Laborista lleva liderando en las encuestas desde el pasado diciembre, por márgenes cada vez mayores, y un desastre energético nada más tomar el poder podría ser un punto de no retorno como fue el 'Miércoles Negro'. En aquel día de de 1992, la libra tuvo que abandonar el Mecanismo Europeo de Cambio de Divisas al no poder frenar los ataques especulativos contra la moneda, y el golpe dejó a John Major herido de muerte y sin credibilidad económica para el resto de su mandato, que terminó en 1997 con un hundimiento histórico ante Tony Blair. Un invierno de frío y huelgas es una pesadilla para cualquier político. El ganador (o ganadora) de las primarias 'tories' tendrá que desactivar una bomba en menos de dos meses si quiere sobrevivir políticamente.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky