
El mensaje desde el análisis económico parece claro: susto o muerte, recesión o estanflación. Los desajustes provocados por la pandemia y cataclismos geopolíticos como la guerra en Ucrania amenazan con un futuro inmediato, como poco, gris. Los bancos centrales tienen que luchar para doblegar a una inflación inédita en décadas con el peligro de que, antes casi de empezar a subir los tipos, la desaceleración económica les asalte por la ventanilla. Sin embargo, hay expertos que se resisten a esta lectura y dan una visión alternativa buscando poner el acento en otras tendencias de fondo.
Uno de ellos es Paul Donovan, estratega de UBS, quien insiste en señalar con aspavientos hacia las presiones deflacionistas. El último y negativo dato de ventas minoristas en Reino Unido le ha brindado la oportunidad de apuntalar sus tesis. El Consorcio Británico de Minoristas (BRC por sus siglas en inglés) ha constatado que los hogares están conteniendo el gasto, y que muchos de ellos están optando por marcas más baratas o eliminando artículos de sus listas de la compra. Su medición de ventas minoristas en junio disminuyó un 1,3% con respecto a hace un año después de una caída del 1,5% el mes anterior.
Algo parecido se detectó el pasado mes de mayo en EEUU con el descenso del gasto real de los consumidores. Los gastos personales nominales apenas crecieron un 0,2% en mayo y cayeron un 0,4% una vez ajustada la inflación, ya que los consumidores redujeron sus compras de bienes y gastaron moderadamente en servicios.
Donovan apunta al claro ejemplo de los electrodomésticos. "Los electrodomésticos más caros están experimentando una débil demanda, ya que los ahorros de la pandemia han disminuido y los precios más altos de las necesidades como la comida, el combustible (y, aparentemente, las vacaciones en el extranjero) reducen el efectivo disponible", teoriza. También identifica cierta "canibalización" de la demanda y explica el concepto: "Si se compró un lavavajillas en 2021, no es probable que se compre otro en 2022".
Aunque el analista estira aquí el concepto de marketing de 'canibalización' de un producto -su agresiva sustitución por otro de la competencia o de la misma empresa-, le sirve para reflejar cómo el incremento repentino de ciertas compras (ciertos bienes duraderos) durante el confinamiento enseña ahora su contraparte. Durante sucesivos comentarios, con todo el mundo fijándose en los máximos de cuatro décadas, el experto ponía el foco en la deflación de algunos bienes como los televisores.
"El auge del ahorro en la pandemia creó un auge del gasto cuando se relajaron las restricciones. La gente se apresuró a comprar cosas, pero los consumidores de los distintos países compraron cosas diferentes. Las diferencias en la demanda crearon diferentes detalles de inflación en los distintos países. Un producto tenía un patrón de demanda global común: las televisiones. Los consumidores estaban desesperados por ver Downton Abbey o El juego del calamar en pantallas cada vez más grandes durante el confinamiento. Los precios de los televisores se ajustaron muy bien a la ganancia de los ahorros de la pandemia. Un nuevo televisor era una compra cara, pero asequible", exponía en febrero.
Donovan (UBS): "La ralentización de la demanda de bienes en un momento de oferta mundial récord está ejerciendo presiones deflacionistas en algunos sectores de algunas economías"
"Los precios de los televisores llevaban años bajando. El aumento de la demanda cambió esta situación. Con el aumento de la demanda en 2021, la inflación de los televisores aumentó rápidamente en EEUU, Reino Unido y Europa. A finales de 2021, la inflación de los televisores era incluso positiva en Japón", añadía. "La inflación no podía durar. La demanda se ha frenado. La gente que quería un nuevo televisor ya lo ha comprado. La reserva de ahorros se ha gastado. Al ralentizarse la demanda, las tasas de inflación de los televisores cayeron, convirtiéndose en una auténtica deflación en varias economías. El breve y extraordinario aumento de la demanda de televisores, la inflación y luego la desinflación y luego la deflación, ofrecen una lección para otros productos y pueden repetirse en otros sectores este año", vaticinaba.
En la lectura de IPC de EEUU de mayo, los televisores bajaban un 9,5% interanual. "La ralentización de la demanda de bienes en un momento de oferta mundial récord está ejerciendo presiones deflacionistas en algunos sectores de algunas economías. Trece artículos de la cesta del IPC estadounidense estaban en deflación en mayo", se reafirma el estratega meses después. Los smartphones, por poner otro ejemplo claro, se dejaban un 19,9% interanual.
"El hecho de que los precios caigan cuando cae la demanda hace que un escenario de estanflación sea poco probable. Los rápidos cambios en los patrones de demanda pueden ser la razón por la que la presidenta de la Fed de Kansas City, Esther George, ha expresado estos días su preocupación por "sobrepasar" la economía con subidas de tipos demasiado rápidas", concluye Donovan.
A principios de junio, aprovechando que el importante minorista estadounidense Target predecía descuentos en los precios para reducir el exceso de inventario, el hombre de UBS apuntaba a la oferta: "La extraordinaria demanda de bienes de 2021 no podría durar, la fuerte oferta y el 'efecto ketchup' (sale todo de golpe tras un atasco) han llevado a que la oferta supere a la demanda, y que cuando la demanda caiga la inflación o (en este caso) los niveles de precios caerán. Definitivamente, esto no es estanflación".
La gran duda es saber hasta qué punto esta caída en los bienes duraderos presagia una futura desinflación y quien sabe si deflación. En un comentario reciente, Marco Valli, estratega jefe para Europa de UniCredit, se hace eco de que los indicadores de la presión de los precios en curso empiezan a señalar un posible punto de inflexión (desde niveles extremadamente altos), liderados por los bienes duraderos. "Esto podría ser un indicio importante, ya que los precios de los bienes duraderos fueron los primeros en acelerarse a principios de 2021, dando el pistoletazo de salida a la oleada de subidas de precios que finalmente desembocó en el fuerte y cada vez más amplio repunte de la inflación al que asistimos actualmente", subraya.
El experto ve buenas razones para que los bienes duraderos sean la primera categoría de gasto en la que el aumento de los precios empiece a ceder, tanto en la zona euro como en el resto del mundo, y las enumera: "En primer lugar, es probable que sean los más vulnerables a que los hogares cambien de gasto tras la reapertura de las economías. En segundo lugar, suelen ser comparativamente más sensibles al ciclo de los tipos de interés. En tercer lugar, tienden a sufrir más en tiempos de incertidumbre y baja confianza de los consumidores".
Con estas cartas sobre la mesa, Valli espera que "la disminución de la inflación de los bienes duraderos vaya seguida de una desaceleración de los demás componentes de la inflación subyacente, siendo probablemente los bienes no duraderos los siguientes". Y hace hincapié en que "es probable que la sustancial disminución de los aumentos de precios de las materias primas industriales respalde este proceso". Sin embargo, avisa, "el calendario y el alcance de la futura desinflación siguen siendo muy inciertos". Habrá que seguir esperando más datos.