La remodelación que el Gobierno ha diseñado para el Instituto Nacional de Estadística (INE) está muy lejos de limitarse a la salida de su presidente, Juan Manuel Rodríguez Poo, quien presentó su dimisión y aún está a la espera de sustituto. Fuentes directamente relacionadas con esta polémica aseguran que habrá más relevos en la cúpula de Estadística, después de que sus miembros protagonizaran una sonada rebelión en la misma sede del Ministerio que dirige la vicepresidenta primera, Nadia Calviño (aunque Economía niega oficialmente que se produjera ese encuentro).
Según esas fuentes antes citadas, la causa del enfrentamiento entre Calviño y los técnicos de más alto rango del INE se encuentra en la revisión de los datos del PIB español, relativos al primer trimestre de este año, que se dieron a conocer el mes pasado.
Antes de su publicación, Economía ya temía que ese nuevo cálculo traería malas noticias. Era inevitable desde el momento en que Estadística empezaba a reconocer que su estimación preliminar sobre el PIB (publicada en mayo) había sobreponderado el avance de la economía, al situarlo en el 0,3% intertrimestral, cuando su verdadero valor era el 0,2%.

La vicepresidenta Calviño quiso expresar personalmente a los altos cargos del INE no sólo su discrepancia con esa revisión, sino también su convencimiento de que era completamente innecesaria. En consecuencia, la también ministra de Economía abogaba por que se mantuviera el cálculo inicial del 0,3%.
Las fuentes consultadas aseguran que esta pretensión de Calviño estaba respaldada por el propio presidente de Estadística, Juan Manuel Rodríguez Poo. Este último, sin embargo, no contaba con el apoyo de su equipo en esta argumentación. Muy al contrario, los demás técnicos de alto rango defendieron su nuevo cálculo y rechazaron su alteración. Como resultado, el mes pasado la revisión de la Contabilidad Nacional situó el avance del PIB en el primer trimestre en el 0,2% debido, entre otros factores, a la debilidad del consumo interno.
En estas circunstancias, la dimisión de Rodríguez Poo no debería interpretarse como fruto de un choque con el Gobierno, ya que se alineó con las tesis de Calviño, contrarias a rebajar el crecimiento del PIB. En su lugar, la reacción del presidente del INE debería verse como una respuesta a la falta de respaldo con la que se encontró por parte de su propio equipo.
Los cambios ya reconocidos
Desde el Ministerio de Economía, aseguran a este periódico que hay planteada una "reconfiguración de las direcciones generales" del Instituto, es decir, los departamentos en los que se ubican los primeros espadas de Estadística "y así se ha anunciado públicamente".
Ahora bien, ponen de manifiesto que "asegurar que habrá un cambio en los titulares de esos cargos supone una anticipación excesiva de acontecimientos", considerando lo complejo del proceso. No en vano su tramitación aún está por iniciarse ya que todavía debe pasar por el Consejo de Ministros.
Desde Economía insisten así en que las novedades podrían reducirse a un cambio en la denominación de las direcciones generales o una reducción del número de las mismas.
En cuanto a la reunión mantenida en el despacho de Calviño entre la vicepresidenta y la cúpula del INE, en el Ministerio aseguran "no tener constancia alguna de ese encuentro" y lo niegan oficialmente, al tiempo que rechazan la existencia de discrepancias sobre el cálculo del PIB que lleva a cabo el INE.
Debate sobre la productividad
Otras fuentes, no obstante, aseguran que hay un importante conflicto abierto entre Economía y Estadística sobre un aspecto clave de la Contabilidad Nacional: la productividad medida de acuerdo con el número de horas trabajadas.
Esa variable sufrió en el primer trimestre de este año una reducción del 1,1% según la revisión de datos llevada a cabo en junio. Es un dato que resulta difícil compaginar con el récord de personas dadas de alta en la Seguridad Social, ya superior a los niveles de 2019, del que el Gobierno presume.
Sin embargo, esa aparente paradoja se disipa teniendo en cuenta el peso que aún tienen en el total de afiliados los trabajadores todavía incluidos en Ertes, los autónomos que perciben la prestación por cese de actividad, los trabajadores fijos discontinuos o los temporales en el empleo público. Muchos de esos trabajadores, aunque estén dados de alta en la Seguridad Social cuentan con largos periodos de inactividad o sus jornadas de trabajo son inferiores al estándar, lo que reduce los niveles generales de productividad por hora trabajada.
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