Economía

Reglobalización: Hacia una nueva configuración de las relaciones internacionales

  • Es posible que los estados democráticos den prioridad a países que tengan valores similares
  • La guerra va a intensificar los cambios en las cadenas globales de valor

La pandemia primero y la guerra entre Rusia y Ucrania después, han situado en una encrucijada a la globalización al demostrar la vulnerabilidad de las cadenas de suministro y la consecuente subida de los precios.

"La invasión rusa de Ucrania ha puesto fin a la globalización que hemos vivido en las últimas tres décadas. Ya habíamos visto cómo la conexión entre las naciones, las empresas e incluso las personas se veía afectada por dos años de pandemia. Ha hecho que muchas comunidades y personas se sientan aisladas y miren hacia dentro", aseguraba Larry Fink, CEO y presidente de BlackRock, en la tradicional carta a sus inversores.

Ya la guerra comercial entre Estados Unidos y China, llevó a países y empresas a revisar sus procesos manufactureros y sus cadenas de suministro, orientándolas al conocido como nearshoring (localizar la producción en países cercanos). Una estrategia que tras los últimos dos años ha ganado fuerza. De hecho, una encuesta realizada por la consultora AT Kearney en 2021 reveló que el 41% de los ejecutivos de empresas manufactureras estadounidenses quería reducir su dependencia de China, buscando localizarse en países cercanos a su mercado.

Más recientemente, las sanciones económicas que han impuesto la Unión Europea y Estados Unidos a Rusia han provocando que muchas empresas hayan abandonado el territorio y que las relaciones comerciales con el país ruso sean prácticamente inexistentes en un futuro cercano.

"La invasión rusa no será el fin a la globalización, sino el inicio de un nuevo capítulo en su historia, en la que el protagonismo recaerá en los bloques regionales, es decir, el intercambio comercial se fortalecerá y procederá de socios confiables y con los que se compartan valores en común", señala Alejandrina Barajas, investigadora en CETYS Universidad.

Por tanto, la guerra va a intensificar los cambios en las cadenas globales de valor: acortamiento, regionalización, diversificación de suministradores, etcétera. "La guerra va a consolidar la configuración de dos grandes bloques: un bloque democrático-occidental, y un bloque autoritario centrado en el eje Moscú-Pekín. China no ha condenado la invasión de Ucrania, lo que en alguna medida significa un apoyo implícito a la misma. Y está secundando ampliamente las campañas de propaganda y desinformación de Rusia", indica Enrique Fanjul, técnico comercial y economista del Estado, en un artículo para el Real Instituto Elcano, quien añade que "es muy posible que en el futuro los países democráticos den prioridad a sus relaciones con países que tengan valores similares, que respeten las normas y los acuerdos".

En esta línea, José Manuel Barroso, presidente de Goldman Sachs International y expresidente de la Comisión Europea, señala, según Financial Times, que "la contratación, la renacionalización y la regionalización se han convertido en la última tendencia de las empresas, lo que ha frenado el ritmo de la globalización".

Reformular el comercio global

Ciertamente, hablar del fin de la globalización sería demasiado atrevido. A lo que sí apuntan los expertos es a una reformulación de las relaciones comerciales internacionales, es decir, una nueva era de la globalización. Desde que comenzó la guerra en Ucrania, alrededor de 30 países han restringido el comercio de alimentos, energía y otros productos básicos clave, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).

"Para restaurar la confianza en que el sistema global puede funcionar bien para todos los países, debemos tejer nuestro tejido económico de formas nuevas y mejores", ha destacado Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI, en el Foro Económico Mundial, celebrado en Davos. Asimismo, ha añadido que "la globalización ha servido al mundo bien, pero hemos cometido un error: pensar que todo el mundo es igual. En lugar de desecharla, arreglemos lo que está mal".

A este respecto, Pierre-Olivier Gourinchas, director del Departamento de Estudios del FMI, señala que una fragmentación más permanente de la economía en bloques geopolíticos con diferentes normas tecnológicas, sistemas de pagos transfronterizos y monedas de reserva ocasionaría "pérdidas de eficiencia a largo plazo, incrementaría la volatilidad y plantearía un grave problema para el marco basado en reglas que han regido las relaciones internacionales en los últimos 75 años".

Desde CaixaBank Research son optimistas, ya que creen que "el actual sistema de gobernanza global dispone de un amplio abanico de instrumentos para forjar una globalización más moderna e inclusiva".

Ángel Simón, presidente de Agbar y senior vicepresident de Veolia para Iberia y LatAm; Ana Botín, presidenta de Banco Santander; Juan Manuel Serrano, presidente de Correos; e Ignacio S. Galán, presidente de Iberdrola.

Marc Murtra, presidente de Indra; Álvaro Anguita; consejero delegado de MAPFRE AM; Francisco Reynés, presidente ejecutivo de Naturgy; y Luis Amodio, presidente de OHLA.

José María Fernández, presidente de PharmaMar; Helena Revoredo, presidenta de Prosegur; y Antonio Brufau, presidente de Repsol.

Manuel Manrique, presidente y consejero delegado de Sacyr; Juan Lladó, presidente ejecutivo de Técnicas Reunidas; y José María Álvarez-Pallete, presidente ejecutivo de Telefónica.
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